El secretario de Gobierno de Brasil y un hombre muy cercano al presidente Michel Temer, Antonio Imbassahy, renunció ayer a su cargo y se convirtió en el segundo miembro del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que abandonó el Ejecutivo desde que la fuerza política anunciara su salida de la coalición oficialista, una estrategia central de cara a las elecciones de 2018. Imbassahy le entregó su carta de renuncia a Temer en la ciudad de San Pablo y el mandatario la aceptó. La misiva estuvo llena de elogios para el mandatario: “Tenacidad y obstinación no le faltarán. Esquivó crisis y dificultades, siempre valorizando y robusteciendo nuestras instituciones”.
Antes de Imbassahy, el 13 de noviembre ya había renunciado su afiliado Bruno Araújo como titular de la cartera de Ciudades. Aún quedan dos miembros del PSDB, uno de los mayores partidos en Brasil, en el gobierno -Aloysio Nunes en la Cancillería y Luislinda Valois en el Ministerio de Derechos Humanos-; sin embargo, una de las estrategias que el partido parece estar adoptando de cara a las elecciones de 2018 es distanciarse de Temer y sus políticas impopulares, principalmente en momentos en que el mandatario presiona para conseguir una nueva reforma impopular, la previsional.
El ahora ex funcionario decidió abandonar el gobierno un día antes de la convención nacional de su partido, en la que el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, casi seguro será proclamado candidato presidencial para las elecciones generales del año próximo, en las que ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva es el favorito indiscutido y sólo podría perder si un tribunal de segunda instancia decide ratificar su condena a prisión por corrupción.
De momento, las encuestas le dan la espalda al dirigente del Estado más rico y poblado del país, que ya intentó la aventura en 2006 cuando fue derrotado en la segunda vuelta por el mandatario saliente Lula. El último sondeo de la consultora Datafolha mostró a Lula con 36 por ciento de intención de voto, pese a que arrastra una condena a casi 10 años de cárcel por presunta corrupción que podría sacarlo de la carrera si es confirmada en segunda instancia, seguido por Bolsonaro con 18 por ciento. Detrás, aparecen la ambientalista Marina Silva (diez por ciento), tercera en los dos últimos comicios, y más rezagado, Alckmin con un magro siete por ciento. Aún más atrás (1 a 2 por ciento) está el otro aspirante a aglutinar a la centroderecha, el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles.``Alckmin tiene chances, pero no son muy auspiciosas. Ningún candidato del PSDB aparece bien colocado en las encuestas y el partido fue afectado fuertemente por las denuncias de corrupción’’, señaló Fernando Lattman-Weltman, del Instituto de Ciencias Sociales.
Temer, de 77 años, había tejido una alianza de más de 10 fuerzas que comparten una visión liberal en lo económico y conservadora en lo social, bautizada ``centrao’’. El PSDB mantuvo una prudente distancia de ese grupo, que lideró el golpe parlmentario contra Dilma Rousseff (2011-2016) en medio de una grave crisis económica; pero tuvo un rol clave en la construcción del gobierno que se instaló después. Ahora, se prepara para abandonar el gabinete de Temer y diseñar una estrategia propia de cara a los comicios de octubre de 2018.
Pese a que no se trata de una guerra declarada entre el PSDB y Temer, la salida de Imbassahy es significativa. El secretario de gobierno era el gran armador del gobierno, un hombre central para garantizar la articulación política dentro de la coalición oficialista y la base aliada y los opositores en el Congreso. El fue quien lideró la defensa de Temer en el Congreso este año cuando el mandatario logró frenar el inicio de un juicio por dos denuncias de corrupción presentadas por la Fiscalía General.
El encargado de reemplazarlo en el cargo y esta titánica tarea será el diputado Carlos Marun, un correligionario de Temer en el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Maruyn es un hombre vinculado a Eduardo Cunha, el ex presidente de la cámara baja, actualmente preso por casos de corrupción. Cunha fue el gran impulsar del golpe contra Dilma, el proceso que encumbró a su entonces vicepresidente Temer en el poder.
La salida de los “tucanos”, como son conocidos en Brasil los socialdemócratas, desató en los últimos días una serie de afirmaciones y desmentidas entre miembros del Gobierno y su principal socio político sobre el futuro de la alianza. El pasado 29 de noviembre, el jefe de gabinete, Eliseu Padilha, había señalado que el PSDB ya no formaba parte del Gobierno. Pero un día después el ministro de Exteriores, Aloysio Nunes, del PSDB,desmentía la noticia. Sin embargo, la renuncia de Imbassahy se produjo pocos días después de que el propio presidente Temer confirmara que los
socialdemócratas, principales socios políticos del oficialista PMDB, dejarían el Gobierno.
El sábado pasado, en un acto en el estado de Sao Paulo en el que se mostró junto a Alckmin, Temer aseguró que la salida de la socialdemocracia del poder será “cortés y elegante”. Pero la ruptura de la alianza oficialista abre el interrogante sobre cómo será la gobernabilidad en Brasil el año próximo, cuando el oficialismo necesita sumar votos en el Congreso para aprobar sus proyectos de ley y en la antesala de las elecciones presidenciales de octubre.
El Gobierno necesita los votos de los parlamentarios del PSDB para aprobar el proyecto de reforma de pensiones, la principal meta del oficialismo. La propuesta, que entre otras reformas propone elevar la edad mínima de la jubilación -de los 60 años actuales a 65 para los hombres y de 60 a 62 para las mujeres-, genera un fuerte rechazo en la opinión pública. Por ese motivo, el Gobierno de Temer busca un salida negociada y en buenos términos del PSDB para contar con su apoyo en el Congreso.
No obstante, la salida definitiva del PSDB podría debilitar aún más al Gobierno de Temer, acosado por denuncias de corrupción. El mandatario fue denunciado dos veces por la Fiscalía General. Entre los principales cargos están los de lavado de activos, corrupción pasiva, asociación delictiva y obstrucción de la Justicia. El Congreso dominado por aliados de Temer rechazó en dos ocasiones retirar la inmunidad al mandatario, lo que habría permitido que la Corte Suprema investigara las denuncias.
Las acusaciones contra Temer están relacionadas con la megacausa “Lava Jato”, que desde 2014 investiga una trama de corrupción entre empresarios y políticos brasileños. Temer, cuya popularidad figura entre el tres y cinco por ciento, niega todos los cargos.
El presidente de Brasil, Michel Temer, afirmó hoy que ejecutó el programa de reformas, al que se resiste la mayor parte de la sociedad, aprovechando justamente su escasa popularidad en los sondeos. “Todo lo que hicimos este año, como el techo del gasto público, la modernización laboral sobre todo, fue aprovechando la impopularidad, aprovechando exactamente eso”, dijo Temer y explicó que lo hizo por consejo del publicista Nizan Guanaes, uno de los más premiados de Brasil.”No pensemos que la economía se recupera porque el presidente de la República tiene o no simpatía. No, la economía reacciona con datos concretos que este gobierno muestra”, dijo el gobernante de facto.