Coqueteos japoneses
Es un error pensar a Zulu Haus como una cafetería japonesa. Esta casa (literal: ocupa el espacio que antes era una casa de barrio) es la expresión de los gustos de Maia Mendoza, su joven propietaria, que la armó siguiendo deseos y caprichos. El espacio calmo, la atención a las mesas (en una época donde tanta cafetería exige ir a pedir a la barra), el cartel que pide evitar ruidos fuertes, las cartas con reflexiones dispuestas para leer al azar, la luz que entra por el patio de atrás y por la terraza delantera: todo configura un lugar bello, relajado, que ofrece una carta eclécticas: café bien hecho, espresso ($3000) o filtrado (con distintos granos de origen de Puerto Blest); tés de alta calidad (de la familia Kaeriyama, en Misiones, negro, verde y houjicha, a $4000), una pastelería esmerada (buenas medialunas a $3200, tentadora danesa con pastelera y frutas a $5000, un cruffin –masa hojaldrada en forma de muffin– con canela a $3200) y una cocina que coquetea con Asia, teniendo a Japón a la cabeza. Así, por ejemplo, brilla el sándwich japonés de huevos cremosos, clásico que en Tokio se consigue incluso en versión supermercadista, y que acá lo hacen con pan brioche, una suerte de tortilla de huevo con crema muy suave, lactonesa y algo de sriracha picante. Sale apenas $8500 y es delicioso.
Con una idea de lugar versátil, la propuesta de la cocina –comandada 100 por ciento por mujeres– va más allá del lugar común de las cafeterías usuales. Al sándwich de huevo se le suman otros (de cerdo con relish de pepino a $11000; de hongos con ponzu y queso a $9000; o un más simple y siempre efectivo prensadito de jamón y queso a $8500). También hay platos desde un pollo chino a los tres aromas (salsa de soja, jengibre, albahaca, $14000), un curry de vegetales, algunas ensaladas más occidentales, y los hermosos bentos, unos combos all inclusive a $17000 que incluyen entrada, plato caliente, pickles y bebida con opciones que varían cada día.
Zulu es un gran lugar, oculto en una calle sin salida de ese pueblo coqueto que es La Lucila, en Zona Norte. Un lugar para ir, y no irse nunca más.
Zulu Haus queda en Salvador Debenedetti 635, La Lucila. Horario de atención: lunes a sábados de 8 a 20. Instagram: @zulu.haus.
Bocaditos salvadores
La historia del onigiri, un delicioso snack japonés, es antigua, con referencias escritas hace más de mil años. Un producto popular y masivo, querido en todo Japón, fácil de encontrar en tiendas de conveniencia (minisupermercados con marcas como “7eleven” o “Lawson”), en puestos en las estaciones de subte y en shoppings centers. Definirlo es simple: un triángulo hecho con arroz blanco, usualmente envuelto en alga nori (la de los rolls de sushi), que se puede rellenar con distintas cosas, desde el umeboshi (ciruela ácida) hasta atún, salmón o cerdo con miso. La simpleza es la clave de su éxito: el onigiri es transportable, se puede comer con la mano, sirve para todo momento del día, permite variables modernas en sus rellenos, es contundente, no tiene gluten y puede ser vegano. Con tanto a su favor, los onigiris están de moda en todo el mundo, desembarcando incluso en Argentina, en restaurantes y cafeterías niponas.
Acá es donde entra Jurichi, nueva marca especializada en delivery y take away de onigiris. Detrás está Julián Chirom, quien probó este producto en sus viajes y decidió darle protagonismo.
El desafío del onigiri preelaborado es mantener el alga nori crujiente, evitando la humedad del arroz. Julián compró en Corea un embalaje super específico que envuelve al triangulo, pero manteniendo arroz y alga por separado: una genialidad. El propio consumidor termina de armar el bocado en el momento, asegurando ese crack del alga que contrasta con la cremosidad del arroz.
Jurichi ofrece cuatro onigiris: con salmón y sésamo, con atún especiado y mayonesa, con salmón glazé y uno de hongos. Todos son muy ricos, el arroz a punto, el alga tostada, con precios que van de $15800 dos unidades (un almuerzo ligero) hasta $81400 las doce. Suman también dorayakis, masita dulce rellena de poroto (azuki) y dos versiones apta occidente: DDL y chocolate ($4400 cada uno; $15900 cuatro unidades).
Sería bueno precios algo más bajos, pero es un producto muy artesanal, muy cuidado y hecho en pequeñísima escala. Una deli japonesa para volverse adicto.
Jurichi está en Chacarita. Pedidos por Instagram (@jurichi.ba) o whastapp (11-2880-0296).
Lujo por pasos
Más allá de ser todavía un concepto relativamente nuevo en Argentina, los omakase se multiplicaron al infinito, con esa exageración fotocopiada que obnubila a los empresarios argentinos. Entre tanta oferta, es necesario separar trigo de la paja. Y ahí está Uni Omakase como uno de los lugares que aseguran ingredientes, técnica y una idea concreta. Detrás de Uni está Damián Shiizu, garantía de calidad, diseñando una carta que luego será reproducida por los shusimen del servicio.
Primero, una salvedad: la definición de omakase es “confianza”. Es decir, el comensal no elige lo que come sino que confía en que el restaurante le dará lo mejor que tiene cada día. En Argentina, esto se interpretó como menús degustación por pasos, en su mayoría con una idea de lujo detrás. Siguiendo esa línea, Uni es de los buenos.
El estilo que busca Uni es de una cocina moderna, con toques fusionados y de autor, pero sin caer en el facilismo nikkei más conocido: no hay dulzores innecesarios ni trucos de efecto obvios, en un gesto bienvenido.
El lugar recibe con una barra elegante, un fondo de barra escrito en japonés y un personal que saluda a cada comensal en voz alta. El omakase varía con el tiempo y con la materia prima, incluyendo seguro varios nigiris, algún tartare, alguna tempura, tal vez un taco, tal vez un grillado, posiblemente un caldo o sopa. El arroz aderezado con vinagre oscuro es una marca registrada de la casa, y logra un buen punto y temperatura. Por la mesa pasarán lenguados, chernias, bonitos, pez limón, lisa, langostinos, calamares, erizos y más frutos de ese mar que bordea nuestro país. De lo mejor: con algunos de los platos hay maridaje incluido de sakes, un recorrido interesante para empezar a conocer de una bebida de la que poco sabemos en Argentina.
En Uni se busca el glamour, la atención esmerada, los detalles que buscan justificar el precio de la visita ($130.000 con 10% de descuento en efectivo). Una experiencia para ocasiones especiales, de esas que deben quedar en la memoria.
Uni queda en Guatemala 5820. Horario de atención: martes a domingos (único turno a las 20.30). Solo con reserva. Instagram: @uni.omakase.