Patria es el territorio natal o adoptivo en el que nos subjetivamos y socializamos mediante vínculos afectivos, jurídicos e históricos. Los valores patrios habilitan una pertenencia singular frente al resto del mundo. Sean de orden político, deportivo o el que fuere.
No obstante, un argentino -que no merecería serlo- y en idioma foráneo embarró a sus compatriotas. Damián Reidel enunció públicamente que el único problema de la Argentina es que está habitada por argentinos. Ni siquiera guardan las formas. Un oficialismo que odia a su patria y lo declara. Esta impostura, ¿qué fin persigue?, ¿quién va a invertir en un país donde sus asesores económicos afirman que su población es detestable? Reidel promete “solucionar” la abundancia de argentinos. Si esto no alimenta sueños genocidas, suena a autorreferencia suicida.
Pero, ¿qué es la patria? Un dispositivo simbólico y material que otorga identidad y pertenencia a las personas que lo integran. Se rige mediante un sistema político con el que se puede coincidir, o no, pero la patria es plural. Más amplia que las políticas partidarias de turno. No obstante, la carencia de conciencia histórica confunde patria con movimientos políticos o con ideologías. ¿No se tiene conciencia de la riqueza que representa pertenecer a un grupo humano que nos aúna, nos forma, nos subjetiviza y nos contiene en comunidad?, ¿no se valora la patria? ¿los héroes? Las personas exiliadas -incluso por voluntad propia- saben de nostalgia y extrañamiento. Se asume o se niega, pero el extranjerismo se paga.
Patria es semejante a nación, aunque enriquecida en sensibilidad. Es un concepto, aunque tiene materialidad. No solo en la ficción hay gente que muere por amor a la patria. Eso ocurre. A la patria se la ama y se la defiende, no se la ataca (en ese caso lo ético sería renunciar a la ciudadanía). El castigo que los antiguos imponían a quien ofendía a la patria era el ostracismo.
“Las tristes”, de Ovidio, escritas desde su soledad de expatriado (donde murió) lloran de angustia. El poeta latino narra la parte oscura de la patria: su pérdida. También nuestros y nuestras poetas le cantan a lo oscuro y a lo rutilante de la patria argentina. Por ejemplo, Leopoldo Marechal, por un lado, y Victoria Ocampo, por otro. Hay mucho más, pero tomo dos extremos ideológicos opuestos entre sí, aunque coincidentes al expresar su amor por la patria.
Marechal, en su “Didáctica de la patria”, le recuerda al conductor de un país democrático no aplicar su poder contra el pueblo y no dejarse agitar por su fugaz poderío actuando como payaso de circo. Serenidad requiere conducir la patria. Destaca el origen de nuestro gentilicio, argentum, porque recibir un nombre es recibir un destino. La plata, nuestro metal simbólico, debe ser labrada con alegría y sensibilidad social, no con odio y codicia. En “La patriótica” -incluida en su largo poema “Heptamerón”- el poeta se refiere a lo joven que es nuestra patria. Dice que la vio talonear los caballos australes siendo niña y pintando el orbe con sus juegos. La patria no ha de ser más que una hija y un miedo inevitable y un dolor que se lleva en un costado sin insultos ni gritos. También en su prosa Marechal reflexiona sobre la patria como búsqueda del ser nacional.
Por su parte, en “Enumeración de la patria”, Silvina Ocampo va desgranando paisajes que conforman su país. También ella imagina a la patria muy joven. Plena de riquezas y trabajo. Dice que ha respirado todos sus olores, la frescura del jazmín en los calores de febrero, de magnolias y de malvarrosas, perfumes de unas plantas pegajosas y el fervoroso olor de los zorrinos. Agrega que su patria es enorme y vacía, indefinida como un lugar lejano e interrumpida por la lenta llegada de los trenes de jubilosa espera en los andenes. Este poema, una amorosa descripción de naturaleza y costumbres, está preñado de metáforas que invitan a pensar la patria como potencia vital.
Las expresiones poéticas mencionadas, aunque provienen de ideologías opuestas, coinciden en su pasión patriota. Al confrontar estas piezas amigables con el exabrupto de Reidel queda al desnudo la intención de los liberfacistas: despreciar y expoliar la patria (dicho en jerga: forrearla). Patria y nación son casi sinónimos, pero aparecen en diferentes momentos del devenir histórico. Patria es de origen romano (literalmente "tierra de les progenitores"). Nación se origina en la creación de naciones, en el siglo XVIII. Un conglomerado humano que comparte historia, cultura, creencias y lengua. Puede no poseer territorio, pero incluso les nómades conservan valores identitarios comunes. La patria es la vida de las naciones. En ella se ha sufrido, se ha soñado, se ha luchado y se piensa el futuro. Amor a la patria es amor a la vida.
Desde la Ilustración, en sentido amplio, se dice indistintamente nación, patria, país, Estado. Aunque Estado, en sentido estricto, es un invento moderno dotado de territorio, población y ciudadanía. Una asociación institucional que monopoliza la violencia y la administración del tesoro a cambio de velar por el bienestar de sus habitantes, respetarla división de poderes y defender su soberanía.
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La historia oficial hablaba de hombres de la patria. ¿Y las mujeres? Parecería que solo bordaban banderas y donaban joyas. Pero la historia se deconstruyó y fueron apareciendo. María Elena del Valle, Juana Azurduy, Macacha Güemes, Encarnación Ezcurra, Mariquita Sánchez, Remedios de Escalada y tantas otras que se pierden en la bruma de los tiempos. También en la guerra de Malvinas hubo heroínas. Noventa mujeres se movilizaron, viajaron, lucharon y prácticamente pasaron al olvido. Técnicas, enfermeras, diplomáticas, guerreras y sostén psicológico. La memoria colectiva no las tiene en cuenta. Pero allí, ateridas de frío y muchas veces mal equipadas reafirmaron una soberanía arrebatada. Las Malvinas son argentinas porque las heredamos de España y las ocupamos hasta 1833, cuando fueron usurpadas violentamente por Gran Bretaña. Pesan además cuestiones geográficas y un continúo reclamo diplomático ante organismos internacionales. Y contrapesa que los y las libertarias que hoy nos gobiernan regalan (o venden) la patria que desprecian. En estos días, reclamar por lo que nos robaron los piratas es colaborar con el afianzamiento de la patria, cuyo celeste y blanco se arremolina -también- entre los vientos helados de Malvinas.