El precio de la cebolla en góndola es oscilante. El año pasado se llegó a pagar 2.200 pesos el kilo, pero hoy se puede encontrar en algunas verdulerías a 500 pesos. Cuando esa fluctuación da como resultado precios altos, no solo se ven afectados los consumidores: también el sector productivo paga su costo cuando la temporada es mala. Esto tiene que ver con los volúmenes de exportación y la falta de planificación por parte del Estado.

Productores e instituciones que trabajan con el sector explican que el problema está en la lógica del mercado –librado a la oferta y la demanda– y que la oscilación de precios es parte de una cadena sin ningún tipo de planificación.

La producción de cebolla en el país se distribuye de la siguiente manera: aproximadamente un 20% de lo producido proviene Santiago del Estero, Salta y Córdoba; alrededor del 15%, de Cuyo, Mendoza y San Juan; y el fuerte proviene del sur de Buenos Aires, Villarino y Valle inferior de Rio Negro, con un 65%, según datos del ex Ministerio de Agricultura. De lo que se exporta, aproximadamente el 85% lo aportan el sur de Buenos Aires y Rio Negro, que también abastece el 50% del consumo de cebolla del mercado interno.

En 2024 los volúmenes de cosecha de cebolla en el sur de Brasil fueron magros. Por lo tanto, desde el país vecino vinieron a comprar grandes cantidades al sur de Buenos Aires y Rio Negro, como ocurre en mayor o menor medida cada año.

Mercado

La exportación produce un impacto positivo en la economía local, ya que aumenta los volúmenes de venta, mejora el precio que se paga a los productores, moviliza el duro trabajo de la cosecha y el descolado en los campos, y tracciona el empleo de los pueblos de la zona. Pero también produce efectos negativos, como el aumento del precio de la cebolla en el mercado interno, que llegó a estar 2.200 pesos el kilo por la presión sobre la demanda que ejerce la exportación.

Este año la situación es inversa. Hay mucha oferta de producto y desde Brasil están comprando en niveles muy inferiores en comparación con años anteriores. Esto genera que el kilo de cebolla en las góndolas de las ciudades se encuentre a precios muy bajos, lo que a priori es positivo para el consumo masivo, pero genera un impacto negativo para la zona productiva. Esta es una conducta cíclica: existen años en donde la exportación deja a un alimento de consumo masivo a precios altísimos y años, como este, donde quiebran y desaparecen cientos de productores.

Producción

Ante la buena temporada de 2024, muchos productores incorporaron más hectáreas de cebolla a la siembra. Incluso muchos trabajadores de la cebolla se animaron a sembrar algunas hectáreas, ampliando notoriamente la superficie producida. 

Luis Mamani, productor de Ascasubi expresa: “Hay mucha cebolla en los campos, muchos productores nuevos, no solo en Villarino, sino también en el valle inferior y medio de Rio Negro… Zonas donde antes se hacía tomate, ahora están haciendo cebolla”. La inversión es alta, sobre todo para los pequeños productores que trabajan prácticamente sin respaldo, poniendo todo lo que tienen. Luis expresa, preocupado, que “hoy, a estos precios, no cierran los números… Son más los gastos, estamos en quiebra”.

La situación es crítica para los productores más pequeños. Cientos de ellos pierden, algunos empatan, otros se vuelven a sus países de origen –generalmente limítrofes– y muchos se funden, teniendo que comenzar la próxima temporada a ser trabajadores temporarios en la cosecha, en el descole y en los galpones de clasificación. 

En la temporada baja queda la opción de aguantar el invierno o con suerte trabajar en el campo para realizar las prácticas culturales que el cultivo de la cebolla requiere. José Luis, productor de cebolla de Pedro Luro, comenta: Hoy la cebolla no vale, estamos crucificados. Vendiendo hoy, no cubrimos ni el 60% de los costos.

Esta situación deja al descubierto la falta de planificación del Estado, que lleva a que cientos de pequeños productores quiebren y se fundan. Delegados de la Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA) del sur de Buenos Aires y Rio Negro concluyen: “Son necesarias políticas públicas, una planificación por parte de los organismos del Estado que trabajan con el sector para poder exportar y que haya cebolla en mercado interno a un precio accesible, y que no tengamos que desaparecer año tras año como productores.”

* Integrante del Centro de Estudios de la Tierra (CET-UTT).