Las quejas por la traducción de los títulos originales de determinadas películas suelen ser un tema de conversación cinéfilo, pero lo cierto es que muchas veces resulta imposible tomar literalmente una frase y trasladarla sin más a otro idioma. Allí está Los cuatrocientos golpes, cuyo transparente significado en francés no resuena en el idioma español. El caso de Vingt dieux, película que forma parte de la Competencia Internacional del Bafici, es un ejemplo interesante de lo antedicho. Los “veinte dioses” originales no implican nada cuando se los traduce a otro lenguaje, y por ello el título internacional en inglés es Holy Cow. No es una traducción literal, pero la frase conjura un sentido similar, además de señalar indirectamente un elemento central en la trama: la leche de vaca y sus derivados. Dos posibles títulos en español equiparables a esos veinte dioses o a la vaca sagrada –“¡Dios mío!” o “¡Santo cielo!”– mantendrían las referencias religiosas y el concepto central de esas expresiones que suelen proferirse cuando se produce el asombro.

Vingt dieux, película ciento por ciento francesa dirigida por el debutante Louise Courvoisier, es también la frase que exclama una multitud cuando Totone se desnuda en público durante una fiesta comunal. El muchacho, que apenas si roza la mayoría de edad, vive con el padre y su hermanita en un pueblo rural del departamento francés de Jura, cuna del queso comté, reconocido por su denominación de origen desde hace ocho décadas (este detalle, casualmente, hace que el film de Courvoisier sea el segundo en esta competencia en incluir el detalle de la D. O. como elemento narrativo, junto al ya exhibido largometraje chileno Denominación de origen). Totone, como muchos jóvenes de su edad, pasa las noches de parranda y los días con resaca, aunque suele ayudar un poco a su padre en las faenas lácteas. Relato de crecimiento hecho y derecho, la trágica muerte del progenitor pone al protagonista frente un cambio radical de existencia: debe hacerse grande de golpe.

Conseguir trabajo no es fácil y tampoco criar a una hermana menor, sobre todo cuando el deseo evitar las responsabilidades sigue presente. Tierna pero no sensiblera, realista pero no al punto de anular la posibilidad de la fantasía, amorosa pero nunca condescendiente con los personajes, Vingt dieux es un auténtico crowd-pleaser (término utilizado para referir a algo que, literalmente, agrada a las multitudes) que, sin embargo, no derrapa en la banquina de las demagogias dramáticas o emocionales. Es el tono directo el que copa la parada y gana la partida, mientras Totone, su hermana, sus dos amigos y una noviecita de una familia “enemiga” ayudan al muchacho, consciente o inconscientemente, a producir sus propios quesos y, tal vez, ganar un importante premio regional. Eso y la notable performance de un reparto de actores no profesionales encabezado por el carismático Clément Faveau, todos ellos habitantes de la zona donde fue rodado el film.

Bajo las banderas, el sol.


Si hay una película cuyo título no requiere mayor esfuerzo para ser traducido es la paraguaya (en coproducción con Argentina y otros países) Bajo las banderas, el sol, que acaba de participar del Festival de Berlín. El de Juanjo Pereira, otra ópera prima, es un ejemplo notable de ese universo cinematográfico usualmente rotulado como found-footage, un relato construido a partir de material preexistente, en este caso imágenes y sonidos de decenas de archivos documentales y periodísticos. Lo que Pereira intenta y logra en gran medida es reconstruir durante noventa minutos el ascenso, largo reinado y caída del presidente Alfredo Stroessner como presidente de la República del Paraguay. La dictadura más extensa de Latinoamérica, con sus 34 años de gobierno ininterrumpido desde 1954 hasta 1989, gracias a los cambios introducidos en la Constitución y la posibilidad de la reelección indefinida.

Sin voces en off ni el aporte de historiadores o especialistas, apenas con la ayuda de sendas placas al comienzo y el final que acercan algunos datos fundamentales, Bajo las banderas, el sol analiza la historia del “coloradismo” según Stroessner a partir de su estética, sus discursos y su propaganda, entrelazándola con entrevistas o crónicas de época realizadas por agencias de noticias francesas, alemanas, británicas, estadounidenses y argentinas. La “manipulación”, como en tantos otros films de metraje hallado (el nombre de Sergei Loznitsa surge como posible influencia), radica en el montaje de imágenes y sonidos, nunca en el discurso formal textual.

Así, la visita de Jorge Rafael Videla a la ciudad de Asunción es seguida por un segmento dedicado a la monumental represa de Itaipú y otro centrado en el conflicto por la ciudadanía paraguaya del infame Josef Mengele. En otra instancia, Pereira recurre a un montaje de choque irónico cuando las palabras de Stroessner destinadas a alabar las virtudes democráticas de su gobierno son acompañadas con imágenes de la represión en las calles. Finalmente, la letra en guaraní de dos canciones dedicadas a su figura, himnos personalistas erigidos para cantar loas sin pudor ni límites, hablan por sí mismas. La última imagen de la película, la única filmada por el realizador en tiempo presente, cierra de manera perfecta este estupendo ensayo documental sobre una figura tristemente fundamental en la política latinoamericana del siglo XX.

The Antique.


La política y la Historia con mayúscula también corren por las venas de The Antique, segundo largometraje de la realizadora georgiana Russudan Glurjidze, relato de ficción que, sin embargo, utiliza como trasfondo un evento real muy recordado: la deportación masiva e ilegal en 2006, por parte del gobierno ruso, de unos dos mil ciudadanos de origen georgiano. Sin embargo, el guion escrito por la propia Glurjidze no refiere explícitamente a esos hechos, más allá de la placa que abre el film, hasta bien entrada la segunda mitad. Hasta ese momento, el relato se concentra en Medea, una mujer recién llegada a San Petersburgo desde Georgia y cuyo perfecto manejo del ruso le permite ser la cara visible de un local de reparación de muebles y objetos antiguos, muchos de ellos introducidos de manera ilegal desde el otro lado de la frontera. La joven compra a precio regalado un regio pero destartalado piso en el centro de la ciudad (“Es como vivir en el museo Hermitage”, afirma la vendedora de la inmobiliaria), aunque existe una condición particular en el contrato: convivir con su anterior dueño, una anciano llamado Vadim, hasta su muerte.

Hosco, caprichoso y acostumbrado a vivir en soledad, Vadim pasa los días escuchando discos de vinilo en un equipo de alta fidelidad y la presencia de Medea comienza a alterar su rutina. Pero The Antique no es un típico relato de opuestos que se repulsan y atraen, y la historia comienza a complicarse por la presencia de un ex novio de la mujer, otro georgiano, la aparición del hijo de Vadim y, finalmente, la cruzada policial para detener y expulsar del país a los inmigrantes, mientras la ominosa voz de Vladimir Putin se hace escuchar en los televisores y las radios. Con un notable trabajo de fotografía que hace del invierno en San Petersburgo un paisaje tan bello y melancólico como terrible, The Antique es una película extraña, intensa, seductora y tan resbaladiza como la nieve acumulada en las veredas de esa ciudad helada.

* Vingt dieux se exhibe el lunes 7 a las 15.45 en Sala Leopoldo Lugones.

* Bajo las banderas, el sol se exhibe el domingo 6 a las 21.15 y el lunes 7 a las 12:35 en Centro Cultural San Martín 2.

* The Antique se exhibe el domingo 6 a las 13.50 en Cinépolis Plaza Houssay 4 y el martes 8 a las 13:20 en Cine Gaumont.