Cada 3 de abril, la historia recuerda el último discurso de Martin Luther King Jr., pronunciado en el Templo Mason de Memphis, Tennessee, en 1968. Aquella noche, el líder de la lucha por los derechos civiles de los afroestadounidenses, habló con una convicción que hoy resuena con la misma intensidad, un testimonio de su incansable lucha contra el racismo. Un día después, su vida fue arrebatada en el Motel Lorraine.
El Templo Mason, sede de la Iglesia de Dios en Cristo (COGIC), no solo es un lugar de fe, sino un símbolo de resistencia y comunidad. Fundada por Charles Harrison Mason, esta denominación pentecostal afroestadounidense creció hasta convertirse en la más grande de su tipo en Estados Unidos. Su templo principal, construido entre 1940 y 1945, se consolidó como un centro clave en el movimiento de los derechos civiles.
Cuando King llegó a Memphis en abril de 1968, la ciudad era el escenario de una huelga de trabajadores de recolección de residuos, en su mayoría afroestadounidenses, que luchaban contra condiciones laborales inhumanas. El Templo Mason sirvió como un espacio de reunión y organización para quienes exigían dignidad y justicia. Fue en este contexto donde King subió al púlpito y pronunció su discurso "He estado en la cima de la montaña".
Aquella noche, frente a una multitud que llenó cada rincón del templo, King habló con una fuerza premonitoria. "He visto la Tierra Prometida", dijo, sugiriendo que su tiempo en este mundo podría estar llegando a su fin. Pese a ello, su mensaje fue de esperanza: llamó a la unidad, la resistencia pacífica y la determinación inquebrantable de continuar la lucha antirracista, sin importar los obstáculos.
El Templo Mason, con su vasta capacidad para 7,500 personas, no solo fue el testigo de ese discurso inmortal, sino que también se convirtió en un santuario de la memoria colectiva. Aquel 3 de abril de 1968, King reafirmó su misión con palabras que siguen vigentes 57 años después. Su asesinato al día siguiente no silenció su mensaje; al contrario, lo transformó en un legado eterno.
Hoy, el templo continúa siendo un punto de encuentro para quienes desean conectar con un capítulo fundamental de la historia estadounidense. Cada aniversario de su discurso, la memoria de King es honrada, recordándonos que la lucha antirracista sigue en marcha. El eco de su voz en el Templo Mason no se ha apagado, sino que resuena en todo mundo donde persiste la búsqueda de justicia y reparación histórica.