En las inmediaciones de Tecnópolis, todo empezó a cobrar sentido. Antes de que cayera la tarde del sábado, decenas de miles de personas, ya fuese a pie o en auto, hicieron colapsar la contrastante frontera entre Villa Martelli y Capital. Si bien desde el año pasado se viene escuchando una y otra vez sobre la vuelta del Quilmes Rock, ese menjunje de asistentes, oriundo de diferentes clases sociales y generaciones, estaba comenzando a darle forma a un espacio nacional y popular. Al menos era lo que se percibía en el ambiente, por más que un despliegue de efectivos policiales con ganas de camorra quisiera aguar el festejo. La polaroid incluso evocaba a algunos de los momentos más optimistas de la militancia política argentina previa a la pandemia, que tuvieron a ese mismo recinto como vitrina.
Sin embargo, esa sensación se materializó tras el recital de Dillom, cuando un grupo de veteranos de Malvinas irrumpió en escena. Uno de ellos tomó el micrófono y, luego de agradecer al festival por el convite, en el remate de su alocución exhortó: “A todos, les pedimos que haya memoria por aquellos que han dejado lo más preciado que tienen, que es su vida, por defender a nuestra patria, por tratar de recuperar parte de nuestro territorio argentino. Pedimos encarecidamente que no caigamos en el olvido. Que sepan que las Malvinas fueron, son y serán argentinas. ¡Viva la patria!”. Para coronar el instante, antípoda del reciente discurso oficial, entró en acción con su bajo Flavio Cianciarulo, de Los Fabulosos Cadillacs, para interpretar el Himno nacional, inyectándole emoción a la apertura del encuentro musical.
Más que un show, el alter ego de Dylan León Masa preparó una exhibición de artillería pesada. En el Cosquín Rock de 2024 alteró la letra de “Señor Cobranza” para apuntarle al ministro de Economía, pero esta vez su objetivo fue el presidente de la Nación, al que le dedicó su tema “Buenos tiempos”, modificando uno de sus pasajes: “El día que muera, morirá Milei” (la canción terminó con el público arengando con "El que no salta votó a Milei"). El artista, que salió en modo Joker, se atrevió a lo que pocos músicos nacionales se animan en esta época: a convertir a sus canciones, y en especial a su performance, en un instrumento contra el poder. Dillom es la viva encarnación de la efectividad del arte cuando éste ataca, aunque ahora fue a por todo: hasta les respondió a los detractores que cuestionaban su inclusión en el evento, por provenir de la música urbana, al decirles que él era el rock. Y sí, lo es.
Luego de que el rapero se fuera ovacionado del escenario Rock, circuló un comunicado que advertía que la organización del festival tomaba distancia de lo hecho por el artista. La propia marca de cerveza, mediante una captura de pantalla de ese mensaje, negó rotundamente en su cuenta de Instagram que eso hubiese sido emitido por ella. Ningún funcionario del gobierno se ha pronunciado al respecto. Esta bajada de línea en oposición al jefe de Estado sucede a pocas semanas de que la banda Dum Chica incluyera entre las visuales que usaron en su intervención en Lollapalooza Argentina a un Milei transformado en demonio. No obstante, fueron ellas mismas quienes salieron a despegar a ese festival y a sus patrocinadores de su decisión, que, así como en esta ocasión, fue vista en vivo a través de Flow.
Quien limitó la transmisión de su recital a solo tres canciones fue Andrés Calamaro, el acto estelar de la jornada. El legendario rockero argentino, que pocas veces suele ser parte de los festivales de música locales, aprovechó la circunstancia y la convocatoria para despachar un éxito tras otro, en sus casi dos horas en el escenario Rock. De hecho, para exaltar su don de hacedor de hits sumó en este repertorio una terna de clásicos de Los Rodríguez: “Mi enfermedad”, “A los ojos” y “Sin documento”, que había prometido no tocar nunca más. Aunque como toda su especie, no sorprende que este Salmón (se despidió con la pantalla aludiendo a la soberanía argentina sobre Malvinas) vaya contra la corriente, por lo que si hubiera metido al menos un bocado de Los Abuelos de la Nada esa masa de gente estaría más que agradecida por tamaña alegría.
Otro rasgo que distinguió a su actuación fue que, al tiempo que iba del teclado a la guitarra eléctrica, o dejaba ambos para estar con el micrófono, Calamaro la rockeó. Si “Output-input”, con la que abrió el recital, se tornó en un funk con matices del rock progresivo, a “El día de la mujer mundial” le añadió una intro con “Kashmir”, de Led Zeppelin (algo parecido hizo en “Loco”, donde mechó un trozo de “Living for the City”, de Stevie Wonder). En tanto la última parte tuvo un sabor a Rolling Stones, de la mano de “Me arde”, “Crímenes perfectos” y “Alta suciedad”. A propósito de la patria rolinga, el músico pidió por la pronta vuelta de Pity Álvarez a los escenarios, luego de que en la antesala de su show su colega apareciera en un video tocando y avisando: “Cada vez falta menos... Estamos trabajando”.
En el escenario PopArt, Turf también invocó a Álvarez, a partir de “Quieren rock”, cover de Intoxicados; precedido por “Yo no me quiero casar, ¿y usted?”, para el que invitaron a Emiliano Cortés: el rolinga que se subió a bailar el tema hace 20 años en el mismo festival y al que Joaquín Levinton apodó “El último Mick Jagger”. Más temprano, anunciaron a Milo J para hacer “Pasos al costado” y Mateo Sujatovich estuvo en las pantallas cantando “Magia blanca”. El líder de Conociendo Rusia fue asimismo uno de los comensales virtuales de Miranda!, en el tablado Quilmes, en “Triste”. La dupla, que recreó el espectáculo de su disco Hotel Miranda! y versionó “Por ese hombre”, de Pimpinela, entró a escena, sorteando al público, con su cisne rodante, y se fue llamando a Lali para cantar “Mejor que vos y “Yo te diré”.
Por ahí mismo desfilaron aantes Las Pelotas, La Vela Puerca, Zoe Gotusso, al tiempo que 1915, Pacífica, Nina Suáez, Ryan y Mujer Cebra destacaron en el Geiser. El quinto escenario erigido para esta edición, el Enigma, lo cerraron Leo García y Ainda, en simultáneo al show de Vilma Palma & Vampiros, encargados de aportar los clásicos de la primera fecha en el PopArt, al igual que Hilda Lizarazu, quien dejó en el freezer su tributo a Charly García para revisitar sus éxitos y otros ajenos. Afín a lo que hizo Fernando Ruiz Díaz, mientras el DJ Javier Zuker resucitaba su laboratorio XP. El dato de color fue por cortesía de Emmanuel Horvilleur, al confundir al Quilmes Rock con el Cosquín Rock, lo que no fue del todo desacertado: el mainstream del rock y el pop argentino necesitaban en Buenos Aires un espacio que los reuniera de vuelta.