Desde pequeña, siempre he sentido fascinación por la inmensidad del mar. Esperaba con ansias los programas de verano que se transmitían por televisión desde Mar del Plata. El hotel Provincial, majestuoso e inmenso, abría las imágenes, seguido por los lobos marinos de piedra gigantes, erguidos como granaderos del mar. La secuencia se continuaba con las carpas de colores como pequeñas casitas en fil