Allá por 1992, Mónica Discepola y Laura Copello, con el apoyo de Ernesto Figge, fueron a cumplir el sueño de habitar un espacio propio donde contener tantos proyectos. Así inauguraron la primera casa que tuvo el teatro de La Manzana, allá por Entre Ríos al 1300.

En setiembre del 2000, después de una rica y variada propuesta artística que posicionó la sala como un auténtico centro cultural rosarino, el proyecto debió abandonar este espacio hasta recalar en la casa actual de San Juan 1950.

"La Manzana vieja fue desarmada con las manos de quienes la vivíamos diariamente ‑dice la actriz Paula Ferrarotti‑ pedacito a pedacito, las tarimas, el escenario, las butacas venidas de un viejo cine, vestuarios, recuerdos de elencos, una sensación tan rara, La Manzana se iba en camioneta a un galpón, a la espera de su nueva dirección".

Esta sensación fue compartida por muchos de los que alguna vez pasaron por ese lugar, se inscribieron en sus talleres, o engrosaron como público una cofradía siempre leal que acompañó la riquísima oferta cultural que los responsables de esta movida habían pensado para ellos.

"Por el teatro de la Manzana han pasado elencos de teatro, danza, títeres y música tanto de Rosario como de las diferentes ciudades del mundo, imposible nombrarlos a todos, quizás no sea necesario poner nombres, por temor a olvidar a muchos", ‑advierte la actriz, titiritera, docente, directora y fundadora de la sala, Laura Copello.

 

“La Manzana es fiesta en el patio, a cualquier hora, gente amiga que quiero y admiro.” Pablo Palavecino.

 

Según esta reconocida creadora rosarina, una parte importante del teatro independiente y autogestivo de la ciudad ha pasado por esta sala actuando, dirigiendo, produciendo o dando clases.

A la hora de evocar algunos de los espectáculos que marcaron puntos de elevada concentración poética y que todavía son recordados, Copello se enorgullece de rescatar propuestas como Tres deseos, Salpicón de ave, Floc... la ventana, Tina, crónica de una vida frágil, Mujeres oscuras y su reciente y reconocida Laurita tiene muchas cosas que hacer....

--¿Cuáles son las claves para poder administrar una sala con la solvencia como lo ha hecho La Manzana?, preguntó Rosario/12.

--Un objetivo importante para nosotros es sostener una programación de calidad y ofrecer un espacio democrático y participativo, en el que actores, directores, bailarines, titiriteros, cineastas se sientan cómodos para desarrollar sus propuestas; apostando además a que el espacio sea confortable para público y actores.

Según los responsables de la sala que festejó sus 25 años con una cuidada programación y actividades especiales, se prioriza la necesidad de ofrecer un ámbito de difusión del arte, lenguajes y nuevas tecnologías vinculados con la cultura, abierto a la participación pluralista, a la multiplicidad de enfoques, propuestas y miradas dentro del ejercicio de la democracia y en el marco del respeto a las libertades y los derechos humanos.

La sala se ha caracterizado en los últimos años, por brindar un espacio de experimentación e investigación de los lenguajes artísticos ,a disposición de los nuevos creadores que tienen la posibilidad de mostrar sus trabajos en el mismo lugar donde experimentan.

Tanto Copello como Felipe Haidar y Rocío Sánchez, integran un equipo que se considera desordenado y caótico, pero eficaz, pudiendo transformar el patio de la sala en un lugar de encuentro, una cocina de ideas.

"Con Pali Díaz, Celeste Bardach, Bibiana Zambello y Pablo Enrique nos reinventamos todo el tiempo, siempre, contra todas las dificultades que suelen estar ahí, somos felices así y cuando los que pisan nuestro espacio son felices", dice el grupo que considera a La Manzana como "un lugar para pensar otros mundos posibles".

Otro de los objetivos prioritarios que anima el trabajo de todos los integrantes de esta sala pasa por difundir y realizar formación artística, perfeccionamiento y cualquier instancia pedagógica vinculada a la enseñanza e investigación de los lenguajes artísticos.

"En lo relativo a comunicación, medios, producción de lenguajes audiovisuales, tenemos una oferta de talleres de teatro para niños, adolescentes y adultos que se constituyen en un auténtico semillero y espacio de iniciación de muchos actores que se integran a las propuestas culturales de la ciudad", dicen los integrantes de La Manzana.

La inquieta y creativa Copello se emociona al contar a este diario que en todos estos días de brindis, festejos y recuerdos, muchos de los participantes se acercaron para contarle que en La Manzana vieron por primera vez una obra de teatro o empezaron su formación como actores.

El reconocido actor Pablo Palavecino, residente hace tiempo en Buenos Aires, tiene también palabras de agradecimiento para la sala en la que pasó momentos inolvidables: "La Manzana para mí es fiesta en el patio, en el escenario, en los camarines, en el fondo al aire libre; horas de ensayos, a cualquier hora, Litófagas; es gente amiga, querida, que admiro, maestros; gente que quiero que siga cumpliendo años", evocó el actor.

"La Manzana es hoy una casa, con un teatro adentro, patio, enredadera, pisos de madera, espacio que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro y forma parte de "Teatro en Rosario", colectivo teatral que organiza acciones para mejorar y ampliar los medios de producción y difusión de nuestros trabajos y de Atir (Asociación de Teatros Independientes de Rosario), finaliza Copello.