Joaquín observó el acta y no pudo contener las lágrimas. Nos abrazó fuerte. Respiró hondo y exclamó: Ricardo Oliver.
¡Ese cabrón tendrá su merecido! Sus nietos van a cantar mi canción.
Se puso tan contento con el regalo que nos invitó a cenar.
-Hombre, espera un momento, es que eso es casi el final de la historia… Nuestros televidentes quieren saber absolutamente todo y con lujos de detalles. Así que venga, pues, cuenten ¿Cómo han llegado hasta aquí?
Todo comenzó una madrugada de insomnio. Como corresponde a una buena historia. Allá en Rosario.
Divagaba por las orillas de la depresión y la borrachera, cuando en una entrevista escuché a Joaquín decir que no recordaba el nombre del comisario que regañó a su padre cuando lo detuvo en Úbeda.
Esa fue la chispa. Debía regalarle ese nombre a quien fue un maestro, un padre.
Esa pasó a ser mi misión en esta vida.
Lo llamé a Santi y empezamos a investigar.
Santi: -Lo primero que hicimos fue ir a la cancha de Boca y mientras le rezábamos a la virgen de los vientos, tratamos de sacarle la mayor cantidad de información y contactos a Paula.
-Por si alguno no sabe de quien hablamos, Paula fue la novia de Joaquín en Buenos Aires, quien quedó inmortalizada en el tema Dieguitos y Mafaldas, informó el conductor del programa.
-Así es. Le mandamos un gran abrazo, nos ayudó mucho. Después viajamos para acá, pensando en hacer un documental, pero rápidamente nos dimos cuenta que no contábamos con suficiente dinero.
Maxi: -Estuvimos meses recorriendo comisarías, cárceles y demás distritos. Hasta que bueno… Preguntando, preguntando y repreguntando, ya saben, llegamos a Roma.
¿Pero cómo es que llegaron a ese nombre, hoy mundialmente conocido, gracias al éxito de la canción?
-Esa persona ya murió, y hay cosas que, por respeto a la familia, preferimos no contar. Sepan disculpar.
¿Ustedes consiguen ese nombre, se acercan a la casa de Joaquín, y sucede lo que comentaron al principio? ¿Cómo fue esa cena?
-Estábamos los dos muy nerviosos. Imagínate. Cenando en la casa de nuestro ídolo, con su familia. No entendíamos nada.
Santi:-Mucho menos después del tercer whisky.
¿En esa cena sucedió el flechazo con sus hijas?
Se fue dando tiempo después, pero es cierto que nos integramos muy bien. La cena se extendió hasta la madrugada. Nos ganaron varias partidas de pool, pero fue porque nosotros ya estábamos borrachos.
¿En ese momento no sospechaba nada, Joaquín?
Maxi:- Sí. La vio venir. Se dio cuenta de la química que flotó en el aire esa noche.
Santi:- Tal es así que al abrirnos la puerta para despedirnos, nos dijo con su característica voz: “Chavales, tendrán las regalías del tema que voy a componer y quedamos a mano, pero no toquen a mis hijas".
¿De verdad dijo eso?
Sí. Palabra más, palabra menos.
¿Y ustedes qué respondieron?
Santi: -El que las hace las paga.
Maxi:- Al igual que vos, nunca hemos renunciado a buscar en unos labios abiertos. Ni lo haremos.
¡Cojonudos los rosarinos, che!.
-Estábamos entonados…
-Ya habíamos entrado en confianza.
Lo bueno es que no le hicimos caso y él mantuvo su palabra, que la canción es un éxito mundial y gracias a eso estamos acá presentando nuestro libro.
-Eso, hablemos del libro, ¿de qué va?
-Compilamos 20 poemas que le escribí a Rocío y los 20 sonetos que Santi le escribió a Carmela. La frutilla del postre, como no podía ser de otra manera, la puso Joaquín, ilustrando la tapa y varios de nuestros escritos.
-¿Soñaron con esto alguna vez?
Santi: -No, de ninguna manera. Ninguno tiene tanta imaginación para los sueños.
Maxi:- Yo con una foto ya me daba por millonario.
-¿Qué nos pueden contar del bello título de este libro?
Santi:- El título fue una búsqueda de meses, hasta que un buen día el viento de las musas nos besó en la frente…
Maxi: -En las sobremesas cuando alguno de nosotros decía alguna ocurrencia simpática, él se reía y entre dientes soltaba un “rosarinos gilipollas”, eso nos causaba mucha gracia. A eso le sumamos el “ojalá que volvamos a vernos" y quedó. Jugamos con las palabras, como nos enseñó él.
¿Lo extrañan?
Santi: -El mundo entero lo extraña.
Maxi: -Como suegro era medio pesado pero se lo extraña.
¿Cómo no extrañar a semejante artista? Felicitaciones por el libro, me dicen que se está vendiendo como pan caliente. Gracias por elegirnos a nosotros para presentarlo en televisión. Le deseamos la mejor de las suertes, será hasta la próxima.
Meses antes, mientras Joaquín agonizaba y la maldita línea recta verde se mantenía inmutable en la pantalla, su doctor de cabecera, aprovechando un momento de soledad, se quebró.
Con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta le confesó.
“Es que te han mentido Joaquín. Quien regañó a tu viejo en Úbeda fue mi padre. Hice todo lo posible para salvarte pero no. Tendré que vivir también con esta culpa. Espero que me estés escuchando y puedas perdonarnos. Él siempre pensó en pedirte perdón, pero nunca se animó. La valentía no es para todos. Ojalá allá arriba le salgan las palabras y pueda cumplir con su deuda".
La línea recta comenzó a tener altibajos, las luces del hospital titilaban, todos los aparatos se prendían y apagaban sin explicación alguna. La muñeca de Joaquín se movió frenéticamente. Su médico pudo interpretar lo que sucedía. Le alcanzó una birome y un papel, casi sin abrir los ojos, alcanzó a escribir, “rosarinos gilipollas. Ojalá que volvamos a vernos”.
Ya en el velorio, mientras salíamos a fumar, el médico se nos acercó y nos contó lo sucedido aquella noche.
Nos dio el papel. Lo abrimos y al leerlo nos quedamos unos minutos en silencio.
Un aire frío recorrió nuestras espaldas.
No lo podíamos creer, Joaquín sin saberlo, también nos regalaba el título de nuestro libro.