“Los libros viven en la voz de la gente”. La actriz y narradora María Héguiz no solo está convencida de la importancia que tiene esta forma de existencia, sino que no descansa hasta ensanchar más el horizonte de estas redes que viene construyendo desde que hace siete años comenzó con la “Caminata por la lectura. Leer despierta la voz”, una propuesta que invita a la comunidad a caminar a cielo abierto, como cierre de un recorrido de acciones personales, institucionales y regionales de lectura comunitaria. El 3° Encuentro de capacitación y formación de lectores y narradores sociales, iniciativa lanzada por la Red de Lectura y Narración Social Argentina Narrada, se realizará el próximo martes de 14.30 a 19 en el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso (Alsina 1835), con entrada libre y gratuita. En este encuentro, destinado a docentes, bibliotecarios, padres y familias, facilitadores, trabajadores sociales, actores, organizaciones civiles, actores y cualquier persona interesada en leer y contar como encuentro con el otro, expondrán la propia Héguiz, Alejandro E. Parada, del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y los miembros del Grupo Estudio, integrantes de la Red de Lectura y Narración Social.

“No necesitamos formarnos como Lectores Narradores Sociales porque lo somos –aclara Héguiz a PáginaI12–. La capacitación es habilitar la voz de ese lector que está en nuestra voz, pero no habla. Que enmudece, silencia, teme expresarse o tiene el falso esquema de que hay que ‘leer bien’ o ‘contar bien’ para vincularnos con el otro en una lectura. ‘Leer y contar bien’ no tiene escenario en el lector narrador social porque es la vida misma. El padre con el hijo, el bibliotecario acercando un libro, el maestro con sus alumnos, los amigos en una mesa de café, la familia en un paseo de verano. ¿Es necesaria una puesta en escena para leer a un nieto o a la esposa? Es el vínculo el que nos lee y nos trasciende y nos recrea en esas voces compartidas que la lectura despierta”. En el libro Laboratorio de Lectura y Narración Social. Pedagogía del Libro hablado Héguiz comenta que el eje es el simple gesto de la lectura. “En este gesto de leer con el otro hay un profundo entrenamiento ético de la persona. Hablar, escuchar, mirar, imaginar, entender a algún otro que aparece en el texto y en aquel con el que compartimos la lectura. Es explorar la frontera con el otro para descubrir que estando juntos algo nuevo es posible. Al simple gesto de la lectura lo llamo ética de lo posible. Si nos leyéramos todos a todos como hábito cotidiano, la transformación social, la reparación social, tendrían un posible camino porque el libro y la palabra son un ejercicio de la libertad”, plantea la actriz y narradora.

“Otro de los conceptos que desarrollo es ‘lectura en paralelo’”, advierte Héguiz. “Hablar está ligado a la exposición. No sabemos que es ‘leer bien’, pero es la mejor excusa  para silenciarnos. Porque sabemos que ‘leer bien’ es quedar vulnerable frente y con el otro. En ese texto que elijo están mis deseos, emociones, pensamientos. Me expongo pero me encuentro. Este libro que es la excusa para crearnos con el otro, me parece que nos cuesta mucho más que ‘leer bien’ y por eso nos refugiamos o elegimos el silencio, en un mundo donde la confianza no es el marco habitual”, explica la creadora de la Escuela de Lectores Narradores Sociales. 

¿Qué conexiones o vínculos se podrían establecer entre “libro impreso” y “libro hablado”? ¿En qué tradición se podría inscribir esta propuesta de Héguiz del “libro hablado”? Alejandro E. Parada, del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, dice que resulta complejo responder estas preguntas. “La propuesta de María Héguiz es una iniciativa inusual, o poco común, en torno al universo del libro, la lectura y los lectores. Como historiador del libro, la lectura y las bibliotecas pienso que ella en su construcción de la Escuela de Lectores Narradores Sociales rescata dos aspectos que, muchas veces, permanecen ocultos o solapados en el libro como dispositivo de lectura: la oralidad y la alteridad en el momento de leer”, dice Parada. “El libro y su lectura, no solo constituyen una experiencia del retiro individual, de la ‘lectura de puertas adentro’. Las voces del libro se vinculan con la conjunción social, con la voz susurrada o en voz alta del otro que construye nuestra individualidad, afincada en el reconocimiento del otro: de ahí su vivaz voz fundada en la residencia del sonido de la alteridad. El libro hablado como morada del acontecer cotidiano, como cobijo y sustento de nuestras vidas conjugadas por las voces que vienen ‘de fuera’”, agrega. 

Parada recuerda que el libro y sus lecturas durante miles de años, antes de que existiera la escritura, fueron “una gestación gregaria”. “La memoria, las cuerdas vocales y la vibración física del aire, instrumentaron ese ‘libro biológico y fisiológico’ que fue el ser humano mismo cuando trasmitía sus experiencias, saberes y sabiduría a través del ‘libro oral’. Héguiz rescata esta doble tradición, “una tradición que funda y articula nuestra existencia en la alteridad y la oralidad de la lectura y la narración social. Hablamos de una nueva tradición reconfigurada en una experiencia existencial de la vida que se juega pasional y emotivamente en la lectura. Una especie de rebelión pacífica por ‘el sonido y la furia’ que adviene como un modo de leer diferente pero profundamente humano”.