Desde siempre, tus amigos han bromeado sobre tu terquedad. Cuando una idea te obsesiona, te aferras al asunto, te exaltas y no sueltas el mordisco. Poco ágil en las conversaciones saltarinas y ligeras, insistes en ahondar machaconamente y ser escuchada hasta la última minúscula matización. Necesitas vencer y convencer. Llegué, vi, insistí. Cuentan que Churchill –autor del mayor glosario de citas p