Lali Espósito no se calla nunca. Habla. Siempre. Lo hace cada vez que presenta un tema nuevo, que genera repercusión artística tanto como social y con consecuencias insospechadas. También cuando decide ser parte de un proyecto audiovisual, que encara como actriz y productora, aceptando desafíos que nunca pasan inadvertidos. Y habla, dice, actúa, cuando se expresa como ciudadana, ya sea opinando públicamente o participando activamente en marchas en las que se siente convocada. Ni los agravios del presidente Javier Milei ni mucho menos su impresionante ascenso artístico la cohiben, simplemente porque aunque sabe que esa elección tiene sus costos es una mujer que no le teme a su permanente búsqueda de libertad. “En mí, la artista y la ciudadana no viven en casas separadas”, afirma en la entrevista con Página/12, con motivo del estreno en Amazon Prime Video de la segunda temporada de El fin del amor.

En un mundo de puestas en escenas y artistas pasteurizados por las corporaciones o por el temor a la cancelación, Lali no le teme al qué dirán. Tampoco a lo que muchos ya dijeron sobre ella. Ni el lugar que ocupa en la escena mediática ni las consecuencias que tiene cada cosa que hace (o deja de hacer) son razones para que deje de ser quién es, para expresar sus ideas aun cuando sabe que pueden ser “contraproducentes” para su carrera artística. Lo hace siendo consciente de que forma parte de la industria musical y audiovisual, pero sin por eso abandonar ni sus orígenes ni su identidad, entendiendo que el lugar de privilegio que ostenta es una oportunidad para que su voz crezca artística, cultural y políticamente más que un corset ideológico que la oprime.

“Uno aprende todo el tiempo de todo. Aparte, me interesa muchísimo”, cuenta Lali, sobre la posibilidad de que su voz les amplifique por todos lados, incluso más allá de las fronteras argentinas. “Esto es una apreciación personal, no tienen por qué compartirlo el resto de los artistas, pero para mí el arte es un hecho político. Que no significa hablar de política. Para mí, decir las cosas que decimos en El fin del amor son política. Hablar de un feminismo como se habla en esta serie es hacer política. Pasa que lo hago desde mi universo, que es el arte. Subirme a un escenario y decir algo que me parece que a alguien le puede servir, o que podemos estar alineados con lo que sentimos o lo que pensamos, es política. Y lo estoy haciendo desde mi lugar de cantante. Decir algo en una canción, que me parece interesante mencionar, es un hecho político. Pero no hay que ser político para hacer política. Y creo que el arte tiene mucho de eso”.

-¿Creés que el arte nunca puede escindirse de lo que pasa en la realidad?

-El arte es ese bálsamo en que la gente encuentra la empatía. Algunos lo encuentran en un dirigente político y otros lo encuentran en un cantante. No estoy comparando una accionar con otro. Imaginate, lo más interesante o importante es ser un dirigente y llevar a la gente a un mejor lugar. El arte tiene un rol importante en la vida de las personas, y por eso no viven en casas separadas mi artista y mi persona. Soy la misma, están integradas. Soy la mujer que soy, pienso las cosas que pienso. Algunas las expreso, creo que con respeto. Y por eso elijo también a nivel artístico las piezas que elijo. Porque creo que dicen algo, ¿no? Y me interesa ser ese tipo de artista. El que a través de su trabajo puede aportar una cosita, aunque sea chiquita, a la discusión pública.

-Aunque genere quilombo…

-Y sí… Si no, nos aburrimos, también… (risas)

En ese camino en el que la ciudadana y la artística se cruzan con naturalidad y por elección, Lali vuelve a la pantalla chica con una nueva temporada de El fin del amor, la serie basada en el ensayo homónimo de Tamara Tenembaum. Si en la primera temporada, Tamara (Lali) pateó el tablero del “deber ser” para dejar atrás los mandatos sociales del amor tradicional y los de su familia judía, ahora la joven y exitosa escritora se enfrenta al desafío de rearmar su vida como ella quiere. Claro que vivir con mayor libertad no le será nada fácil, entre el conservadurismo social, la muerte de su padre en el atentado a la Amia, el proceso judicial que envuelve su caso y la llegada de un hombre (Daniel Hendler) que pone en cuestionamiento su propia concepción sobre los vínculos amorosos.

El fin del amor cuenta con la producción ejecutiva de Lali, Erika Halvorsen (Pequeña Victoria, Amar después de amar, El hilo rojo) como showrunner y guionista junto a Tamara Tenembaum, autora de la obra original de nombre homónimo. Verónica Llinás, Vera Spinetta, Alejandra Flechner, Alejandro Tantanián, Julieta Zapiola, Martín Rechimuzzi y Marina Genesio Peña son algunos de los rostros conocidos y nuevas incorporaciones que forman parte de nueva temporada que Amazon Prime Video subirá a su catálogo el 16 de abril.

-En la primera temporada, Tamara pateó el tablero, abandonó a su novio, y rompió con mandatos familiares y sociales para empezar a tomar decisiones sobe su vida. ¿Con qué Tamara se va a encontrar el púbico en esta segunda etapa?

-Con la contradicción que tiene después de patear el tablero. Lógico, también, ¿no? Con una Tamara que se acercó un poco más a ese deseo profesional, de que a su libro le vaya bien, de ser más reconocida por muchos más lectores, por tener cierto éxito, por acercarse a un universo que desde la mirada de algunos será más snob pero desde la mirada de ella es más interesante, con gente nueva en su vida. Y a su vez se enfrenta al vacío, que es la contracara de ese éxito profesional, ¿no? Así que ahí sus amigas juegan un rol muy importante. Los personajes de las chicas son protagonistas, igual que en la primera temporada, pero en esta son un poco las que pinchan a Tamara y dicen, "che, ¿qué te está pasando?" y la vuelven un poco a la vida. Y Gustavo (el personaje de Hendler), que aparece no sólo a mostrarle una cara del amor que ella a priori va a detestar, porque es ese amor romántico del que tanto se alejó en la primera temporada. No sólo Gustavo viene a mostrarle eso sino que le hace de espejo de su historia personal y de su identidad, porque es un personaje donde se cuenta que su madre también falleció en la AMIA, igual que el padre de Tamara. Entonces, lo que los une es esa tragedia que a Tamara al principio, por como es ella, le parece un poco divertido, pero eso obviamente lo que genera es descubrir una vulnerabilidad que quizá no mostró tanto, o mostró de otras maneras, en la primera temporada. Así que es una Tamara llena de preguntas muy interesantes.

-Muchas veces la dificultad de cambiar algo reside en tomar la decisión, pero luego viene el “después”, que aunque se lo deseaba no resulta sencillo.

-Te encontrás en ese departamento nuevo solo, y decís “che, ¿qué hice?”. Salió de las zonas de confort, que es algo que nos pasa a todos, y que este personaje lo hace todo el tiempo. Te diría que capítulo a capítulo sale de ciertas zonas de confort, buscando algo nuevo, y se encuentra con ciertos vacíos, y también con cosas muy piolas y que le gustan.

-Y en esta nueva etapa de su vida, ¿Tamara se replantea aquellas ideas feministas preconcebidas de la primera temporada? ¿O más bien va por el mismo camino?

-Creo que lo lindo es eso. Y es algo con lo que yo, Lali, en la vida real conecto mucho con el personaje, que es que no hay un arrepentimiento de la decisión tomada, de cambiar las cosas... Sí, obviamente, intenta volver con el ex. ¿Quién no lo hizo, chicos? ¿Tenés miedo? ¿Saliste al mundo, tenés miedo? ¿Querés volver a donde eras más feliz o estabas más cómoda? Y sí, a todos nos puede pasar... Así y todo, es un personaje que no es que se arrepiente de haber tomado las decisiones que toma. Es contradictoria, es errática. Y creo que eso la vuelve un personaje de más interesante, porque es mucho más humana que a veces algunos personajes de ficción que son como... “esto está bien, esto está mal”. Bueno, no, es un personaje que no sabe bien que-está-bien y que-está-mal. Vive, vive lo que tiene enfrente. Y eso está bueno, me parece.

La actriz junto a Daniel Hendler en la serie.


-Por lo general, cuando uno pelea por cambiar las cosas y toma decisiones fuertes, pariendo un nuevo amanecer, se suele ser rehén de contradicciones y de momentos en los que se posiciona en la primera línea de lucha y otros en los que pone el freno de mano o duda. ¿A vos te pasa?

-Todo el tiempo. Como mujer, cuando defendés tus ideales… Siendo artista o siendo cualquier otra profesión. Una feminista como Tamara, todo el tiempo poniendo su feminismo por delante de lo que hace y de lo que dice. En esta temporada, por ejemplo, Tamara se enfrenta a que su jefe, con el cual tiene un vínculo sexual, de pronto es un tipo cancelado, denunciado, algo que sucede en esta época. Y ella se encuentra en esa contradicción de “che, yo estuve con este tipo, pero yo soy una feminista y a mí me creen lo que digo, y yo ¿qué pienso de esto, no?” Todas esas preguntas que tienen que ver con esto, con ser una mujer que se enfrenta todo el tiempo a una sociedad no sólo con la que, como mujeres, tenemos que siempre estar luchando, sino de verdad con nuestras propias contradicciones y nuestro propio camino de aprendizaje a ser una mejor feminista, a ser una mujer. Dentro de una sociedad que, bueno, sabemos cómo funcionan algunas cosas, ¿no? Esa es la fortaleza de todas nosotras, creo yo, pero es la fortaleza que viene a personificar Tamara.

-En la serie, Tamara triunfa con su libro de ensayos y ahora tiene que resolver su vida personal. ¿Cómo te juega a vos ser exitosa en tu carrera artística, tener tanto reconocimiento, y a la vez tener una vida propia? ¿Cómo te llevás con eso?

-Lo mejor que puedo, me llevo lo mejor que puedo. Es un aprendizaje diario. No podría decir ninguna máxima con respecto a esto porque creo que todos estamos entendiendo quiénes somos todo el tiempo y tomando decisiones desde nuestra idea de integridad. Algunas te alejan de ciertos éxitos o estándares profesionales, porque tenés que tomar una decisión que tiene que ver más con tu integridad personal, o con tu tiempo o tu calidad de vida como persona. Y en otras decisiones, en pos de que tu profesión le vaya mejor y crecer, le soltás un poco la mano a tus situaciones más personales. Creo que es un balance que uno va haciendo a medida también se crece y que vas entendiendo dónde están las cosas que valen la pena de verdad. Y bueno, como profesional muchas veces me pasa que digo “uy, podría tomar esta oportunidad que me están dando pero debería para eso abandonar o mi casa o un tiempo en mi ciudad...” Y bueno, son decisiones que todo el tiempo te están ahí...

-¿Nunca te encegueció el desarrollo profesional por sobre el personal?

-No me ha pasado. No sé bien por qué, pero siempre le tuve miedo a esa ceguera o a esa cosa ensimismada de solo pensar en ese éxito profesional. Creo que siempre valoré mucho los pequeños o grandes éxitos para mi camino que tenía enfrente y no había una ambición desmedida en ir todo el tiempo por lo otro. Lo otro venía con el trabajo. Empecé mi tour anterior en un Luna Park y lo terminé en un Vélez, y en el medio disfruté todo. Disfruté el Luna Park, disfruté pasar al Movistar, disfruté terminar en Vélez. El proceso de crecimiento fue de puro disfrute. No fue “necesito hacer ese Vélez”. No tenía esa ambición. Fue algo que llegó a base del trabajo, y de darle y darle, y hacer un show que iba creciendo en el boca a boca y en el público y en el tiempo. Y soy así con todos los laburos. Creo que eso me ayuda a no volverme loca ni transformarme en una persona que solo se rige por el éxito profesional. 

La música

Disco nuevo y tres Vélez

Al estreno de la segunda temporada de El fin del amor, a Lali se le sumará pronto la serie de conciertos que como cantante dará en el Estadio de Vélez Sarsfield, donde en 2023 con su Disciplina Tour se convirtió en la primera artista femenina argentina en llenarlo. El 24 y 25 de abril serán la dos primeras de las tres fechas (la otra será el 6 de septiembre) en las que Lali presentará No vayas a atender cuando el demonio llama, su nuevo disco de estudio. El trabajo, en el que la artista le adiciona algunas dosis más de rock and roll a su pop característico, cuenta entre sus quinces temas con “Fanático”, la canción con la que la cantante le envió algunas indirectas (y no tanto) al presidente, quién la ataca sistemáticamente y con falsos argumentos cada vez que se le cruza un micrófono adelante suyo o a través de las redes sociales. "No me importa", “Mejor que vos" (con la participación de Alejandro Sergi y Juliana Gattas), "Popstar", "Lokura", "Plástico", "Tu Novia II", "Morir De Amor", "No Hay Héroes", "Sensacional Éxito", "Sexy", "Perdedor", "33", "Pendeja" y "Fin De Transmisión" son los títulos de las canciones que componen su sexto trabajo de estudio. "Con este nuevo álbum, Lali no solo reafirma su reinado en la música pop, sino que se adentra de lleno en el universo del rock, desafiando los límites de su sonido y su identidad artística. Un lanzamiento que promete sacudir la escena musical, con una energía cruda y desbordante. La estrella brilla y lo que viene será una revolución sonora", adelantó Sony Music, la compañía discográfica, en el comunicado en el que se anunció el nuevo trabajo de la artista de 33 años.