A Joaco Burgos se lo compara con Charly García. A sus veinte años, ya llenó el teatro Astros y compartió escenario con los más grandes del rock. Aterrizó en la escena apadrinado por Fernando Samalea, uno de los bateristas más importantes del rock nacional (grabó con García, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro, entre otros) y Fabián “el zorrito” Quintiero (tecladista de Soda Stereo, de la banda de Charly García, de Los Ratones Paranoicos, entre otros).

“El futuro tiene pinta”, dice. Pero enseguida, aclara: “no hay que olvidarse del presente”. Porque el presente, no es solo una estación de paso: es el lugar desde donde se canta y se escribe. En una época donde el algoritmo empuja a los jóvenes hacia la fugacidad y la fórmula, Burgos se detiene. Habla lento, piensa cada palabra, la elige y no se escuda en el cinismo. “Creo que hay que pensar el futuro de una manera sana, sin volverse loco, sin poner la mente en un lugar donde uno no está. Si hoy sos feliz, hay que disfrutar. Proyectar sí, pero no vivir de acá a dos años en tu cabeza”.

Frenesí

Actualmente está presentando su segundo disco, que lleva por nombre “Frenesí”. Contiene una sensibilidad cultivada entre pianos familiares, zapadas en Simona (el espacio cultural que coordina Emanuel Yuliano y su casa matriz) y una obsesión amorosa por la historia del rock argentino. “Soy un freak de la historia del rock y conozco un montón. He visto muchas entrevistas, escuchado muchos discos, casi de forma obsesiva. Conozco todos los nombres de los implicados en los temas. Cuando ellos me empezaron a conocer a mí fue una locura. Se me movió todo. Recibir un halago de alguien que admirás hace tanto te hace sentir que estás haciendo las cosas bien. Pero sobre todo te hace feliz y creo que eso es lo más importante. Si no somos felices, ¿para qué hacemos todo y para qué vivimos?”, dice Burgos.

Frenesí es un disco de canciones que no son de relleno. Él lo deja claro: “cada canción podría ser un resumen del disco entero”. Grabado en los míticos Estudios ION, mezclado por Matías Szneider (el mismo de La lógica del escorpión) y con colaboraciones de Chico César (Brasil), Paul Dourge (bajista de Calamaro, Cantilo, Carballo, entre otras y otros grandes del rock) y Cisne Elocuente, salió un disco bien potente. “Es para bailar, bien arriba. Frenético. Pero también tiene contenido, cada canción dice algo”, explica.

Burgos compone desde los quince años, aunque la música está en su vida desde mucho antes. Empezó a tocar el piano a los cinco, porque su madre lo estudiaba. “La música estaba en el aire”, recuerda. De chico, escuchaba a los Beatles y a María Callas. Pero el verdadero punto de quiebre fue a los doce, cuando su papá le dio un disco de Charly García: Filosofía barata y zapatos de goma. “Fue un antes y un después. Ahí se me abrió todo. Desde Charly me metí con Spinetta, Fito, Los Abuelos. Y no volví más”, dice. “Fui un bicho raro en la secundaria”, afirma. Mientras sus compañeros cantaban lo nuevo del trap, él estaba con Viejo mundo, de Páez. “Ojo, respeto el trap, pero no lo consumo. Yo me metí muy a fondo con nuestra historia del rock”.

Sensaciones

La pandemia fue su punto de inflexión. Tenía apenas quince años y mucho tiempo libre. Ya había interpretado canciones de otros, pero todavía no se animaba a escribir las suyas. “Quería hacer mi primera canción y no me salía. Hasta que un día, en ese contexto de soledad y encierro, salió “Sensaciones”. A partir de ahí fue como que se abrió un caudal. Empezaron a salir canciones a rolete”. Las subía a Instagram, recibía respuestas, y ahí empezó a tomar forma una fantasía: grabar un disco, presentarlo, armar una banda. Todo eso que parecía lejano se concretó en su primer álbum, “Mi Lugar”, producido por Juan Absatz (tecladista de Fito Paéz y productor artístico de Los Auténticos Decadentes), otro de sus padrinos.

Quizás por eso, cuando menciona a estos artistas a los que admiró y lo ayudaron en su carrera como compañeros de zapada, la emoción se le nota. “Qué importante es la cultura. Qué importante poder hacer algo en ella, marcar algún rumbo. Y esta gente lo logró. Yo los admiraba desde siempre, y de repente me encuentro tocando con ellos. Eso no te lo enseña el conservatorio, lo aprendés en la noche, en la calle, en el ambiente. Hablo de conocer gente que te nutra y que te potencie. Creo que esa es la clave para de alguna manera crecer en esto”, reflexiona Burgos.

Samalea, sin duda, fue un arengador de su música. “Él me convenció de hacer una fecha en el Teatro Astros y salió bárbaro. Todas las baterías del disco son de él”, relata Burgos. La banda en vivo la componen Federico Mindlis en Bajo, Martín lema en Guitarra, Marco Merlo en Teclados, Fernando Bernstein en Batería y claro él en voz y teclados.

Inocencia

En sus primeros temas, muchas letras nacían de la inocencia o la imaginación. “Escribía sobre el amor sin haber tenido una novia. Después eso me fue pasando. Es como que predecía cosas”, dice. Hoy, con más vivencias encima, se siente con más herramientas para contar historias. No le interesan las fórmulas ni las recetas para hacer hits. “Si existieran, haríamos todos lo mismo. Lo lindo de esto es que no hay reglas. Esa adrenalina que te da hacer una canción que a vos te vuela la cabeza, y preguntarte si a la gente le va a pasar lo mismo. Eso es único”, reflexiona.

Quizás por eso, cuando piensa en el futuro, no habla de premios ni números. Habla de felicidad. “Este es mi trabajo, más allá de que me guste. Y como todo trabajo, requiere esfuerzo, constancia. No hay que frenar, pero tampoco volverse loco. Cada paso que uno da, si no es en falso, hace la diferencia”, dice.

Burgos cree que el éxito real es hacer lo que te hace feliz. Y si algo funciona, si algo da alegría, no hay que cambiar esa fórmula: “la felicidad no es mañana. Si está hoy, hay que ser conscientes de que está hoy”.

La presentación oficial de “Frenesí” en la Provincia será este fin de semana con dos fechas. Ya se fue la primera, en Ramos Mejía, ayer. La segunda es hoy, en Quilmes, a las 21hs en Club Tempuja (cerrito 56), junto a Nada el pájaro. Las entradas se pueden adquirir a través de Passline o a través de su Instagram.

“En septiembre vamos a cerrar la gira de presentaciones en Vorterix. Ese show va a ser una bomba. Estamos preparando un repertorio especial, invitados, una puesta distinta. Es un antes y un después para mí. Vorterix es un lugar icónico, donde tocaron todos los que admiro. Poder hacerlo con este disco, con esta banda, es un sueño cumplido”, concluye. Entre tantas urgencias, tantos egos y tanto ruido, Burgos parece hablar desde otro lugar. Uno donde todavía importa la canción, la emoción, la verdad. Uno donde hay tiempo para hacer las cosas bien. Uno donde el futuro “tiene pinta”, pero solo si no se pierde de vista el presente.