"Cada uno ve el mundo con los ojos que tiene, y los ojos ven lo que quieren, los ojos hacen la diversidad del mundo”, afirmó cierta vez José Saramago. Parafraseando al escritor portugués, podría decirse que las calles de Rosario pueden contemplarse con diversas ópticas. Hay quienes se ven atraídos por las nuevas edificaciones, asociándolas a una discutible idea de crecimiento y progreso. Otros, con una mirada más antropológica, rescatan el valor arquitectónico, histórico y social de las antiguas casas rosarinas que se resisten al desarrollo inmobiliario. Con este espíritu conservador de la memoria, se presentó Casasrosarinas, el primer libro del grupo Basta de Demoliciones, que próximamente cumplirá quince años rescatando el patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad de Rosario.

La presentación se realizó en el patio de invierno del Museo de Artes Decorativas “Firma y Odilo Estevez”, colmado de concurrentes en un evento nocturno. Los oradores fueron Analía García, directora del Museo de Artes Decorativas; Nicolás Charles, subsecretario de Cultura de la Municipalidad; Ana María Ferrini, profesora de Letras y fundadora del grupo Basta de Demoliciones; y Agustina Prieto, historiadora.

Respecto al origen y formación del grupo Basta de demoliciones, Ferrini explicó: “Fue a través de un grupo de Facebook. Subíamos fotos y las ordenábamos en álbumes, y al subirlas los miembros empezaron a contar vivencias sobre esas casas. Hay quienes contaban que era la casa de su bisabuelo, o que a esa casa la había hecho su papá. Cuando uno demuele una casa, no está demoliendo ladrillos, demuele memoria, llantos, risas, demuele el esfuerzo y el sacrificio que hicieron los que la compraron o los que la construyeron. Entonces empezaron a surgir diversos relatos, que con el tiempo se pulieron y unieron para crear este libro”.

“El libro es una polifonía de voces, de lenguajes arquitectónicos y de formatos textuales también. Ya estaba armado desde hace tres años. Con Agustina Prieto hicimos la selección y lo prologamos, pero recorrimos las editoriales y no pudimos afrontarlo económicamente. Finalmente, fuimos directamente a una imprenta”, agregó la creadora de Basta de demoliciones y mentora del libro.

La reciente publicación puede abordarse y disfrutarse desde distintas perspectivas. En ese sentido, Analía García señaló: “El libro tiene una mirada diversa, donde nos encontramos analizando esas tramas de dos conceptos, específicamente la casa y la casa rosarina. La casa como una trama, podríamos pensarla como una unidad social, con su estética, su fachada, pero podemos hilar un poquito más profundo y pensarla en aquellas personas que la habitaron. También la casa y su diálogo con arquitectos que hicieron historia en la ciudad”.

“Nosotros hablamos de una plaza que tenga memoria, pero también hablamos de calles que tienen nuestros recuerdos, esos tangos que hablan de la casa de la infancia. ¿Cuánto está de aquellos recuerdos de los abuelos, de los tíos que vivían contigo, del vecino, del compadre, la comadre? Ese modo de vecindad, aquellos patios donde había gallinas, donde existía la huerta”, describió la directora del Museo Estevez, apelando a los recuerdos entrañables y la memoria emotiva.

Y es que las páginas del libro no solo registran y rememoran distintos momentos históricos de la ciudad, sino que también invitan a la nostalgia de lo que fue y ya no será. Por ejemplo, existe un relato de una casa de calle Paraguay al 400, donde ahora está el club Alemán. Lo narra alguien que es parte de esa familia, que tiene una aproximación afectiva a esa casa, pero que a su vez aclara que esa casa expresa un momento de la historia de Rosario. También encontramos narraciones de escritores que ingresan a una casa y de pronto descubren que es parte de su pasado, ya que originalmente fue la casa de sus antepasados.

En otro pasaje del libro, hay un relato sobre una casa que está en Corrientes al 1200, que fue sede de varios sindicatos y que guarda una memoria sobre la vida social y colectiva de la ciudad. O también se pueden leer relatos de alguien que vive en una casa y encuentra memorias de personas que vivieron allí, tal es el caso del artista plástico Dante Taparelli, quien escribe sobre una casa ubicada en Laprida y Urquiza.

Otra de las oradoras de la presentación fue la historiadora Agustina Prieto, quien destacó que “Casasrosarinas es, por muchas razones, un gran libro para quienes nos dedicamos a la historia. Este libro habla sobre veintisiete casas. En algunos casos son casas específicas y en otros son casas que desaparecieron por su propia materialidad, como las casas de adobe o de lata. En el libro se encuentran descripciones sobre el mobiliario, el trabajo artesanal, la construcción, los materiales con los que se hicieron las casas. Están también las preguntas y las respuestas que permiten pensar no sólo en esas casas, sino en quiénes hicieron esas casas, quiénes mandaron construirlas”.

Por su parte, Nicolás Charles, subsecretario de Cultura de la Municipalidad, subrayó que “la preparación del libro llevó años, y mucho esfuerzo y trabajo de cada uno de los que escribieron. Ese gran trabajo en conjunto habla de una gran casa que refleja la historia de la ciudad, a través de recuerdos. El libro refleja cada uno de esos recuerdos, pero también tiene un rol muy político, que es la visibilización de la conservación y las necesidades de políticas de preservación del patrimonio, que sabemos que son necesarias. La visibilización del patrimonio se da en cada uno de nosotros, en el recorrido, en los barrios históricos, en escribir, en estar en cada una de las charlas, desde la poesía, desde la literatura, desde la historia. Cada uno de los autores del libro tienen algún vínculo, tienen una historia cercana a la cultura de la ciudad. Y para nosotros eso hoy es fundamental. El museo Firma y Odilo Estevez está pronto a convertirse en una casa, y de alguna manera refleja este vínculo que tenemos con las casas rosarinas”.

Esas casas son descriptas en el libro con un abordaje histórico, pero sin dejar de lado lo ficcional y lo literario, ya que en algunos relatos surgen interpretaciones oníricas. Escritores que repentinamente regresan a la que fue su casa, la sueñan, y en esos sueños, de pronto, aparecen personajes o cosas relacionadas con esa casa y que tienen que ver con una vivencia propia, pero también con una fantasía. También se puede leer  un poema de Beatriz Vignoli dedicado a la Casa Barco ubicada en el barrio de Alberdi.

El gran objetivo del libro es concientizar e interpelar sobre la pérdida del patrimonio arquitectónico, como sostiene Analía García: “Hay algo que se reclama, y de manera esencial y fundante en el libro, que es el basta de demoliciones. ¿Cuántas casas ya no están? Sean casas con alto valor arquitectónico o casas que tengan un valor familiar o un valor histórico. Siempre hay alguien que hace que esa casa sea importante”.