Desde París
Cuatro días después de que el presidente norteamericano Donald Trump reconociera a Jerusalén como capital de Israel, el jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, interpeló al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a que haga “gestos valientes con los palestinos” en pos de la paz. En un encuentro que tuvo lugar en París, el mandatario francés citó como “gestos valientes” el “congelamiento de las colonias” cuya extensión, sobre todo en Cisjordania, va en contra del derecho internacional y de todos los acuerdos pactados entre israelíes y palestinos desde los famosos y fracasados acuerdos de Oslo firmados el 13 de septiembre de 1993 por los entonces primer ministro de Israel, Yitzhak Rabin, y el líder palestino Yasser Arafat.
El encuentro entre los dos responsables no fue tan amable como la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron. “Nos dijimos claramente las cosas”, adelantó una fuente del Palacio presidencial. En términos bien enunciados, París le recordó al jefe del gabinete israelí los ejes fundamentales de la posición francesa en el conflicto israelí-palestino. Según explicó el mandatario, conforme al derecho internacional, se trata de permitir el establecimiento de dos Estados viviendo en paz uno junto a otro, lo cual “sólo podrá surgir mediante la negociación”.
Esa posición va a la par de la desaprobación francesa del reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel decidido por Donald Trump. Desde el principio, Emmanuel Macron juzgó la posición norteamericana con respecto a Jerusalén como “contraria al derecho internacional y un peligro para la paz”. Ahora es un hecho y a partir de esa realidad descabellada se trata de avanzar de una u otra manera. Luego de pedir el congelamiento de las colonias para “salir del actual camino sinsalida”, Macron reiteró ante Netanyahu: “déjele una posibilidad a la paz, haga un gesto hacia los palestinos: la paz no depende únicamente de Estados Unidos o de Francia sino que depende de la capacidad de los dos dirigentes, israelíes y palestinos, para llevarla a cabo. Give a chance”, dijo Macron al final refiriéndose a la célebre canción de John Lennon. Netanyahu respondió con su habitual retórica mentirosa, ya probada en todos los escenarios del mundo y que consiste en volcar toda la responsabilidad sobre los palestinos. Según dijo el jefe del gabinete israelí: “lo más importante para la paz es reconocer que la otra parte tiene derecho a existir y creo que el rechazo a conversar con Israel es lo que ha demorado las negociaciones…(…) Si Mahmud Abbas quiere la paz, que venga entonces a sentarse a negociar”. En suma, nada nuevo en la posición de Netanyahu: un cúmulo de mentiras y un abuso constante de la fuerza con la extensión de las colonias, la apropiación de Jerusalén este, etc, etc, etc. Reforzado por el descabezado Trump, Netanyahu recordó que “Jerusalén es nuestra capital y nunca fue la capital de otro pueblo. Pienso que en cuanto los palestinos acepten esta realidad entonces podremos avanzar hacia la paz”. La interpretación de la derecha israelí es siempre la misma y consiste en tomar la Biblia como una resolución de las Naciones Unidas o como un tratado de derecho internacional. Pese al ya incuestionable bloqueo global de cualquier proceso de paz con los palestinos, Francia estima que tiene entre sus manos una oportunidad renovada para desempeñar un papel en la región, tanto más cuanto que siempre mantuvo un diálogo de igual a igual con las dos partes en conflicto. Washington, con su postura actual, quedó afuera del circulo de legitimidad del que formaba parte antes como mediador entre israelíes y palestinos. De allí se deprende una ocasión para que la diplomacia francesa intervenga con un perfil más decisivo dado que uno de los interlocutores precedentes, Estados Unidos, optó por el favoritismo y rompió el principio que había imperado hasta ahora: empujar hacia una solución con dos Estados sin tomar partido en torno al estatuto de Jerusalén.
Netanyahu saldrá hoy hacia Bruselas y dejará el mismo mensaje dirigido tanto a los palestinos como a la comunidad internacional:o aceptas el principio de Jerusalén como capital de Israel, o da igual. La parafernalia ignorancia de Trump clavó una espina venenosa en la espalda de los palestinos y en la de quienes confiaban aún en que la razón iba, en ultima instancia, a imponerse al fanatismo.