La primera versión de "El fin de la realidad" data de 2023, antes de que Donald Trump lograra un segundo turno al frente de la Casa Blanca. Por eso, muchas de sus definiciones tienen el valor de la prediccción, de la anticipación.
Jonathan Taplin, escritor, docente, investigador y productor de cine, aborda en su libro la cuestión de los milmillonarios, los actores centrales de lo que el ex ministro de Economía de Grecia Yanis Varoufakis denomina tecnofeudalismo, y su creciente poder político.
Lo hace a partir de cuatro personajes, cuatro jinetes del Apocalípsis, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Peter Thiel y Mark Andersen, exponentes de la nueva plutocracia estadounidense.
La elección se basa en que cada uno de ellos representa o encabeza un proyeccto tecnológico capaz de alterar dramáticamente la realidad como la conocimos: la colonización espacial de Musk, el metaverso o realidad paralela de Zuckerberg, las criptomonedas que impulsa Thiel y el transhumanismo que promueve Andersen.
"Los cuatro tecnócratas son parte de un movimiento ideológico que solo puede ser caracterizado como anarcolibertario y eso impulsa muchos de sus planes para nuestro futuro. Están interesados en reemplazar nuestra realidad actual —un sistema económico imperfecto— con algo mucho más opaco, concentrado e inexplicable, del que ellos tendrán el control".
Como bien señala el autor, todos estos proyectos tienen un denominador común. Necesitan, para su concreción, un flujo de inversión casi infinito. ¿Y de dónde obtenerlo sino de los contribuyentes, de los giles trabajadores que le dieron las llaves del estado nuevamente a Trump?
El cierto consenso del que gozan estas fantasías, que promueven a la vez la idea de un futuro brillante, sin aclarar jamás cuantos entran en él, no sería posible, sostiene Taplin, sin el invalorable aporte de las redes sociales a la confusión general.
"Durante años ha habido un mito de que los grandes líderes tecnológicos son héroes progresistas, pero demostraré que los tecnócratas son, en realidad, parte de un giro antidemocrático y autoritario dentro de la Big Tech, profundamente orientado a preservar el status quo y a mantener sus monopolios y sus fortunas multimillonarias seguras de más altos impuestos. Pero sus oligopolios digitales se están transformando ahora en oligarquías políticas. Los tecnócratas son los oligarcas estadounidenses que controlan en línea el acceso para miles de millones de usuarios en Facebook, Twitter, Instagram y Whatsapp", sostiene.
El libro expone, con paciencia y precisión la pérdida de calidad democrática e institucional y el creciente grado de polarización y violencia en el país donde hay más armas de fuego en manos de particulares, en un proceso que comenzó en los últimos años de la primera década del siglo, cuanod crecía Facebook, aparecía el primer Iphone y explotaba la burbuja de las hipotecas subprime.
Ya no se trata de las fantasías de una elite trasnochada que reside en Silicon Valley, sino que esa elite ha desarrollado la suficiente capacidad de lobby y poder político para capturar la decisión pública de la que todavía es la primera potencia económica mundial y las consecuencias de ese proceso sobre su área de influencia pueden ser irreversibles o al menos devastadoras.
Si el primer acierto de la Universidad Nacional de Avellaneda fue traducir este trabajo, el segundo fue su presentación en el auditorio de la sede de Piñeyro, para lograr un diálogo que no se agotara en el sombrío diagnóstico que realiza el libro sino que planteara alguna perspectiva de futuro.
Junto a las autoridades de esa casa de estudios, estuvieron un representante de la iglesia católica, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) Marcelo Colombo, un representante del movimiento obrero organizado, el secretario general de AEFIP Pablo Flores, un diputado nacional, Facundo Manes, y un representante de la economía social, el secretario general de la UTEP Alejandro Gramajo.
Todos coincidieron en que este nuevo e incipiente modelo ataca principalmente el concepto de trabajo, no sólo como forma de ganarse la materialidad de la vida sino como gran ordenador social. No es casual que el concepto más repetido por los disertantes, para contraponer a este plan distópico, haya sido el de comunidad organizada, y la figura más citada la del papa Francisco y sus encíclicas Laudato sí y Fratelli Tutti.
"La respuesta es fortalecer al hombre, después fortalecer a la familia y sobre esa base fortalecer al Estado y al gobierno", sostuvo Flores, que también instó a recuperar el valor de la verdad frente al relativismo, a modo de conclusión.
“La inteligencia artificial ya es mejor que nosotros en el análisis de grandes cantidades de datos. Pero nunca va a superar al ser humano en la empatía, en la capacidad de entender la tristeza o la alegría del otro”, señaló el diputado nacional de Democracia para Siempre, en coincidencia con el resto de los panelistas.
Gramajo, por su parte, estableció una hipótesis que relaciona lo que ocurre en el hemisferio norte con el presente que atraviesa la Argentina. "Todos esos proyectos requieren cantidades enormes de energía y recursos naturales, que nuestro país tiene en abundancia. No hay que descartar la presidencia de Milei como parte de un experimento que provenga de allí".