Ex director general de Le Monde Diplomatique, Bernard Cassen es el presidente honorario de Attac, sigla de la Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana. El propio Cassen la fundó en 1998 junto con su colega el periodista Ignacio Ramonet. Ni Cassen ni Ramonet se dedicaron jamás a lanzar arpones contra vallas policiales ni a levantar adoquines en las cumbres globales para arrojárselos a las fuerzas de seguridad. De ahí el asombro manifestado a PáginaI12 por Cassen ante la deportación de los delegados de todo el mundo.

El periodista francés mantuvo una conversación telefónica con este diario a las cuatro de la tarde del domingo parisino, las 12 del mediodía en la Argentina. Justo cuando el Gobierno comenzaba a revisar algunos casos después de notar que el conflicto diplomático con Noruega podía agudizarse y ampliarse a otros países. Tarde, porque la mayoría de los que reciban su permiso se habrán perdido como mínimo la Declaración Presidencial de Buenos Aires, un documento latinoamericano que coincidió en “la importancia de preservar y fortalecer” el sistema multilateral de comercio.

–¿Attac apoya las formas violentas de protesta?

–Nunca. Nuestro combate siempre fue pacífico. El Presidente Mauricio Macri deportó expertos y activistas a partir de una base falsa. Yo mismo estuve varias veces en la Argentina sin ningún problema.

–¿Cuándo fue la primera vez?

–En 1971.

–No había Attac en el mundo ni democracia en la Argentina.

–No, claro. Mire, en muchas cumbres hay grupos violentos. Los black bloc, por ejemplo, que actúan en Francia o en otros países. La típica imagen de los que usan la táctica de vestirse de negro y realizar acciones duras en medio de protestas contra la globalización. Attac nunca los apoyó. Macri cometió un acto ilegal, escandaloso, que revela un total desconocimiento de la política internacional. Es raro, ¿no? En París hubo actos violentos en las manifestaciones que organizamos recientemente contra la reforma que busca la flexibilización laboral. Pero los violentos no eran los manifestantes ni los dirigentes sindicales. Y a veces sucede que para la misma policía es difícil manejar a esos grupos pequeños. Los que no pudieron entrar a la Argentina ya estaban acreditados ante la OMC. O sea que el Gobierno argentino impidió la libre circulación de las personas. Un hecho inédito en este tipo de cumbres. Contraproducente para el Gobierno, a menos que busque algo. Qué busca, deben analizarlo los argentinos. Pero lo que pasó es muy grave y fue registrado por todos los medios de Europa y del mundo.

Origen

En la charla con PáginaI12 Cassen relató que decidieron fundar Attac hace 20 años, en medio de una de las grandes crisis financieras de los años ‘90, la de Asia.

–¿Justo cuando cayó la moneda tailandesa en julio de 1997?

–Ése fue el síntoma. Se trató de una crisis que arrastró a las economías asiáticas, primero, y luego se expandió por todo el mundo. Con Ignacio (Ramonet) seguíamos el tema en detalle desde “Le Monde Diplomatique”. Al año siguiente Attac empezó a funcionar. Nuestro objetivo era desarmar el peligroso mecanismo que se había generado. Pensamos que una de las formas era ponerles un impuesto a las transacciones financieras. La Tasa Tobin.

–¿Qué peligro querían desarmar, exactamente?

–La libertad total de circulación de todo tipo de capitales impulsada por los países centrales como parte del proceso de mundialización.

–¿La Organización Mundial de Comercio es uno de los ámbitos de esa globalización?

–Sí, por supuesto. Siempre participamos en las reuniones convocadas cada vez que había una cumbre de la OMC, con expertos en economía internacional o en foros paralelos. Nuestra tesis venía de una constatación: en la masa del capital que circula en el mundo solo una pequeña parte se dedica al comercio. La mayoría de esa masa se destina a la especulación. Y la situación es cada vez peor, por el apogeo de las sociedades offshore.

–¿Peor en cantidad o peor debido a la profundidad del daño que producen las sociedades registradas fuera de cada país?

–En los dos sentidos. No más del 4 o 5 por ciento de la gigantesca cantidad de dólares que circula libremente por el planeta es fruto de transacciones comerciales. James Tobin era un liberal que quería facilitar el comercio en el mundo. Ganó el Nobel de Economía. A nosotros nos preocupa más reducir los cimbronazos financieros y la especulación para usar el dinero en salud, en educación, en programas sociales que reduzcan la desigualdad y la pobreza, en el cuidado de la ecología.

Editorial

“Desarmar los mercados” se llamó, justamente, el editorial que publicó Ramonet en Le Monde Diplomatique en diciembre de 1997. Al final se preguntaba si no había llegado el momento de fundar una asociación civil a escala planetaria.

La Tasa Tobin sería uno de los instrumentos propuestos. Tobin, un norteamericano nacido en 1918 y muerto en 2002, Nobel de Economía en 1971, era un liberal que quería evitar las guerras cambiarias para que no dañasen el comercio. A Ramonet y a Cassen su idea de impuesto a las transacciones les resultaba interesante por el carácter práctico. Pero la meta era más amplia: en palabras de Cassen, como “un impuesto mundial en favor de la solidaridad”. A Tobin no le gustaba lo que pensaban Cassen y Ramonet. Se los dijo. Por eso, al final, la sigla Attac no incluyó ni la T de Tobin ni la T de tasa. Una T remite a “taxation”, palabra francesa que puede ser traducida como “tasación” o en mejor castellano como “imposición” o “tributación”. La otra T refiere a “transacciones”. Tobin ya no podía enojarse.

“Después del editorial de Ignacio muchísimos lectores nos empezaron a reclamar que formásemos Attac”, cuenta Cassen, que entonces era director general de la sociedad que publicaba Le Monde Diplomatique. “Nos dimos cuenta de que si no lo hacíamos nosotros lo harían otros. Y la fundamos, con mucho interés por parte de numerosas organizaciones, en especial sindicales.” Las dos primeras entidades que contactó Cassen fueron el Sindicato Nacional de Enseñanza superior y la Confederación Campesina. Le dijeron que sí.

La reunión preparatoria del lanzamiento de ATTAC se realizó el 16 de marzo de 1998. La asociación civil se constituyó el 3 de junio. En la primera comisión directiva, presidida por Cassen, participaron las dos principales centrales sindicales de Francia, la CGT y la CFDT. En ese momento Ramonet quedó como presidente honorario. El 9 de junio ATTAC se presentó públicamente en la Maison de l’Amérique Latine, el hermoso palacio del barrio de Saint Germain que aún hoy sigue siendo la sede de discusiones mundiales. El 4 de agosto ya tenía mil adherentes. En diciembre de 1998, cinco mil. Continuó creciendo y sobrevivió. Se extendió a muchos países, la Argentina incluida. Fue muy activa en los movimientos para que no se formase un Área de Libre Comercio de las Américas, la iniciativa de los Estados Unidos que terminó desmoronándose en Mar del Plata en 2005 por acción de los presidentes de la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela. Que al establishment financiero Attac nunca le resultó simpática es algo sabido. Pero siempre habían guardado las formas. Ahora, Attac podrá incluir en su memoria institucional que un día de de diciembre de 2017, 20 años después del editorial escrito por Ramonet, se convirtió en un peligro físico para el gobierno conservador de un país sudamericano. 

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