Están en pañales sobre lo que significa político. ¿Dónde se engendraron? ¿En reductos marginales del capitalismo? Carecen de racionalidad, de decencia y de patriotismo. Ni hablar de sensibilidad social. Tampoco respetan la libertad de la que alardean. Yaparecen en una cadena nacional para informarnos que devalúan, ajustan y nos vuelven a endeudar por los siglos de los siglos.

Niegan la innegable inflación y festejan su fracaso: regalaron el país.

Armaron escenografía Locos Adams para dar malas noticias a la ciudadanía honesta  y buenas para la minoría rapiñadora. Impostada solemnidad y sonrisas forzadas ante una orden de su monje negro. Ensayaron repetidas veces. ¡Tanta disponibilidad para caretear, reprimir y saquear, pero tanta crueldad para gobernar! Sepulcros blanqueados y caras de piedra.

Ni una palabra amiga para quienes sufren y soportan no solo la fuga de capitales de los corruptos de siempre, que nos vuelven a empobrecer, sino también la rapiña de los nuevos ricos con dineros sustraídos al Estado. Los libertadores del mercado, los mercachifles políticos que se auto declaran apolíticos (?) son comandados por una especie de Superagente 86 -pero totalitario, limitado, discriminador y parafílico- que con su zapatófo digital estafa y ordena reprimir en lugar de mejorar las condiciones de existencia de un pueblo al que desgobierna desde el odio.

John Stuart Mill, figura destacada del liberalismo (si bien crítico del liberalismo económico) define la libertad como aquello que se ejerce para bien de la sociedad. La única libertad que merece ese nombre es la que busca nuestro bien en tanto no privemos a las demás personas de sus propios bienes, ni le dificultemos conseguirlos.

Sin embargo, la especie política libertaria neofascista no comulga con sus ancestros. Pervierten la libertad proclamando únicamente la de mercado mientras niegan la política, de la que abusan y viven. Y hasta en eso traicionan sus supuestos principios ético-políticos porque intervienen los mercados. No para satisfacer el bien común, si no para beneficiar a quienes despilfarran la soberanía nacional. Se auto proclaman no políticos desde un cargo político.

Son Idiotas en su sentido originario: los problemas comunitarios les resultan indiferentes. Idiota es quien no tiene en cuenta el bien común. Es el individualismo elevado a la enésima potencia. El término idiota proviene del griego -idiotés- connota no ocuparse de los asuntos públicos, actualmente significa también persona de poco entendimiento.

Es esperable entonces que, desde la idiotés, surjan voces repitiendo lo que ya escuchamos en épocas neoliberales. Dicen, como acusación: “El paro es político”, como si ser político fuese una infracción, una injuria, un insulto, una descalificación. Por supuesto que el paro es político. Es más que obvio que es político, busca mejores condiciones de vida para el pueblo. Si no se hiciera política no existirían las huelgas. Cualquier reclamo social lo es.

Pero ¡ojo! un pedido de préstamo a potencias extranjeras también es político, como todo juego de fuerzas entre seres humanos.

No obstante, los movimientos liberfascistas lo niegan. Paradójicamente, en el caso de esta ultraderecha un poco de razón tiene: no están realizando política, sino lisa y llanamente estafas inconmensurables.

¿Qué significa político? Concerniente a la polis, a la ciudad, hoy diríamos a un país o Estado. Las interrelaciones entre individualidades que comparten cierta forma de organización social y cultural se engloban en lo político. ¿Qué persigue lo político bien entendido? El bienestar general. Toda relación entre personas se inscribe en “lo” político, pero no toda interacción se inscribe en “la” política. Esta es propia de las relaciones gubernamentales, de las diferentes agrupaciones ideológicas, de los partidos, de los gremios.

Cuando los juegos de fuerzas se vinculan con el aparato de Estado se hace política partidaria. Todo ejercicio de poder es político, pero no todo ejercicio de poder es política. Esta diferencia entre los juegos de poder en general (político, con o) y los juegos de poder entre diferentes proyectos de país (política, con a) hacen la diferencia. Aunque con fines prácticos se suelen utilizar como sinónimos.


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Existen mamis y papis con mucho miedo de que su prole sea “politizada” en los colegios. Ignoran, o pretenden ignorar, que toda relación entre humanos es relación de poder: una madre y su hijo, educadoras y estudiantes, una relación de pareja, o laboral, o sexual, una medida de fuerza, reunirse a negociar con el FMI, reclamar por una clasificación injusta. ¿En qué puede dañar a las niñeces y adolescencias saber eso? Más bien, las enriquece y les brinda herramientas para una vida digna. Político remite a poder y contrapoder para protegerse de depredadores. Si en mi época se hubiese enseñado en las escuelas -pues lamentablemente en mi casa “de eso” no se hablaba- que hay acciones sobre nuestros cuerpos que nadie tiene por qué soportar, hubiese sabido delatar los abusos que un hermano de mi profesora de piano ejerció sobre mí cuando tenía tan solo 11 años, y él 24. Las menoridades también pueden ejercer resistencia. Eso es poder, eso es político. Interactuar en las escuelas es político. Y que se diga en un aula que Roca fue un benefactor de la patria o Mitre un héroe o Rosas un tirano, acaso ¿no es político? Pero no nos enseñaron pensamiento crítico para cuestionar con respeto y sin dejarse avasallar.

Sócrates fue condenado a muerte por pervertir a la juventud, es decir, por enseñarle a que piense por sí misma. Las mamis y los papis que temen la enseñanza de lo político son como quienes sin haber leído a Platón ni a Jenofonte -que dejaron por escrito las enseñanzas y la vida socrática- creen que pervertir a la juventud era abusarla sexualmente. Pero no, era enseñarle a pensar por sí misma, a hacer política sin espíritu de rebaño.

No solo en los colegios habría que pensar lo político. También los aspirantes a gobernar tendrían que rendir exámenes de idoneidad y eticidad. Se exigen rigurosas pruebas para acceder a un empleo. No obstante, si se gana una elección, ¿se pasa sin filtro a manejar la suma del poder? El precio de desentenderse de la política es que nos gobiernen los peores. Habrá que unirse como oposición para sacarse de encima a los parásitos y aspirar a que gobiernen los mejores.