Los cambios fundamentales en la clínica con adolescentes en esta época de la urgencia, en la que no hay tiempo para una pausa, en la que todo es muy vertiginoso se da fundamentalmente por el menor peso que tiene la palabra. Los adolescentes llegan al consultorio, en general, con inhibiciones muy fuertes o angustia en forma de ataque de pánico, y fundamentalmente actuaciones. Así lo describe el psicoanalista Guillermo López. "La sintomatología ha variado fundamentalmente porque hay algo en la constitución de la psique adolescente que ha sido alterado. De una época en donde lo que primaba era la represión sexual y la prohibición en los tiempos victorianos a una promoción del goce, a un empuje a gozar sin freno y sin prohibición, que llevó básicamente a patologías ligadas al consumo: en las mujeres, la anorexia, y en los hombres, la adicción", agrega López, autor de Adoles (seres). La orientación a lo real en la clínica con adolescentes, que la editorial Grama acaba de reeditar. Se trata de un libro esencial para entender las variaciones en la clínica que manifiestan los sujetos en esa etapa de la vida y en los tiempos que corren, donde la invitación al consumo por vía del mundo digital-virtual se da cada vez con mayor virulencia.

-¿Esta incitación al goce inmediato de los adolescentes tiene que ver con los ideales del neoliberalismo?

-Si, tiene que ver con una sociedad en la que cada vez más hay un aumento del hiperconsumo, una promoción absoluta del consumo, el desarrollo de objetos que no son objetos para la satisfacción del deseo, sino objetos que tienen que ver con la satisfacción de un goce inmediato. El ejemplo princeps es el smartphone. O sea, el objeto gadget es el smartphone, que fue diseñado justamente para una satisfacción inmediata. Y es un objeto que rápidamente es obsoleto y hay que renovarlo y comprar otro. Ese es el objeto principal de la sociedad actual. Es un ejemplo de todos los objetos que ofrece la sociedad actual y que invitan a ese consumo sin límite. Las drogas sintéticas también son formas de invitación al consumo. En este momento, por ejemplo, los juegos en línea, los juegos por dinero también son objetos que se ofrecen para una satisfacción inmediata con las consecuencias que tienen.

-¿Por qué elegió a Hamlet en el libro para abordar temas de la adolescencia, teniendo en cuenta que Hamlet tiene 33 años? ¿Hay una postergación del final de la adolescencia en general en este tipo de sociedades?

-Sí, elegí a Hamlet justamente porque lo trabaja Lacan, obviamente un caso que no es un caso porque lo toma de Shakespeare, pero me parecía que ilustraba bien a un joven, que puede ser un joven, incluso, actual que posterga su formación, queda en la casa familiar estudiando, hace sus estudios universitarios, se mantiene en contacto solo con sus pares y no tiene ningún tipo de presión ni de exigencia de realizarse y de actuar en la realidad, en la vida, en la vida pública, en la vida política. Y eso hace que el sujeto permanezca y postergue todo lo que tiene que ver con la vía del acto. En realidad, en la obra literaria es muy evidente cómo crece de golpe cuando se encuentra con que cae del lugar del niño porque, en realidad, está como ubicado en el lugar del niño-falo, y ante la emergencia del goce de la madre, sobre todo, ante la emergencia de la madre como mujer, él sale de ese lugar de niño a los golpes, por la fuerza. Hoy en día, esta postergación de la adolescencia obviamente está dada justamente por la poca posibilidad de los jóvenes de insertarse en el sistema, por la falta de trabajo. Y, por otro lado, por toda una cuestión que tiene que ver con una formación especializada que requieren. A los pocos que pueden insertarse les lleva tal vez muchos años de formación. Y todo el tema de la precarización laboral lleva a que los jóvenes muchas veces sigan siendo sostenidos por sus padres, no puedan poner en acto su creatividad, sus decisiones y lo que quieran llevar adelante. Por otro lado, son un nicho de consumo porque en la sociedad de consumo actual, el mayor referente, a veces, de las empresas de indumentaria y de todo tipo son los jóvenes porque son el espectro de mayor consumo, justamente por esta cuestión de que están aislados en la virtualidad, solos.

-¿Cree que la falta de transmisión del saber de los padres atenta contra la invitación a los jóvenes a ser adultos?

-Sí, hay una ruptura generacional muy fuerte producto de la virtualización. O sea, en estos últimos años, desde el 2010 a la actualidad, justamente por lo que decía antes, el desarrollo del smartphone y la generalización del uso hace que, en realidad, la transmisión del saber, el contacto con las primeras imágenes que tienen que ver con la sexualidad, que antes tal vez se las transmitía un adulto, o se las enseñaba, las toman de los celulares, con el porno, con las redes sociales.

-¿Y qué implica el hecho de que las redes sociales son ahora las herramientas del saber de los adolescentes? ¿Qué efecto tiene eso?

-Hay una caída muy fuerte del lugar del Otro, lo que podríamos llamar el Otro referente. El desarrollo que ha tenido la sociedad capitalista hasta el punto que llega el neoliberalismo actual, lo que provocó fue la caída del lugar del padre, a nivel del ordenamiento social y del ordenamiento familiar. Todo el desarrollo del capitalismo más el desarrollo científico recayó en una caída del lugar del padre, desde el desarrollo, por ejemplo, de la fecundación artificial, que hizo que no sea necesario un padre, por ejemplo, para reproducirse. La ciencia lleva a que el padre no intervenga para la continuidad de la especie, por ejemplo. Hay bancos de semen que ofician en ese lugar. Una madre no necesita de un hombre para ser madre ya en la sociedad actual. Pero, por otro lado, todo el desarrollo tecnológico es la caída de la palabra, por un lado, y la caída de referentes simbólicos de identificación. Había toda una tradición que se transmitía de generación en generación, por medio de la ideología, por medio de las religiones y demás, que ha caído. Y la única referencia hoy de los jóvenes y de los adolescentes, o una de las mayores referencias es internet en la sexualidad.

-¿Y qué efectos produce la caída de los ideales en las estructuras clínicas de los adolescentes?

-Por esa caída de la función paterna y de los ideales, la neurosis tal vez se presenta con formas diferentes, y la psicosis se presenta con formas diferentes. La neurosis con síntomas que tienen que ver con el consumo, o el no consumo más que con la represión. Y en la psicosis no aparecen psicosis tan abruptas, psicosis más solapadas, lo que en el campo freudiano llamamos psicosis ordinaria, psicosis que no tienen un desencadenamiento abrupto, franco, se producen desenganches que van siendo paulatinos y, tal vez, se van produciendo en todo el desarrollo en la vida de una persona.

-Recién hablábamos de la sociedad actual que suele dejar solos a los jóvenes. ¿Qué pasa cuando estos solo pueden encontrar respuestas en relaciones virtuales?

-Un ejemplo tal vez que está en boga en este momento es la serie Adolescencia. En esa serie se muestra un sujeto totalmente frágil, un niño que es totalmente frágil, que dentro de todo nació en una familia normal, una familia amorosa. Por esa fragilidad, el único intercambio que tiene es a través de la virtualidad, y donde es acosado durante muchísimo tiempo y no se defiende frente a ese acoso. Lo que refleja la serie es que por esa soledad, por esa falta de comunicación y de diálogo con los padres (porque tampoco los padres saben cuál es la situación de ese hijo) termina en una eclosión, si se quiere, en un desencadenamiento, porque yo creo que uno lo podría pensar como un pasaje al acto psicótico lo que este chico produce en ese asesinato.

-¿La virtualidad suple la necesaria presencia corporal que los adolescentes necesitan de sus pares?

-No, en realidad la presencia física, el afecto, la contención que puede sentir un sujeto en presencia, la presencia viva de los cuerpos es fundamental. Esto lo vimos en la pandemia, claramente fue ejemplificado en la pandemia. Lo llevo a otro punto: el teatro, por ejemplo, necesita la presencia viva de los cuerpos. Y lo que se produce en la escena teatral, que tiene que ver con la relación entre el actor que está arriba del escenario y el público, y la satisfacción que se produce por ese intercambio no se puede sustituir por la escena teatral virtual. Lo mismo pasa con el trabajo analítico. Uno puede  puede realizar con un adolescente un trabajo virtual durante una cantidad de entrevistas, pero en un determinado momento -obviamente que esto no se puede generalizar porque es el caso por caso-, la presencia física del cuerpo en el psicoanálisis implica ceder algo del goce en la sesión. Es muy importante la presencia física.

-¿El avance de la tecnología y el mundo digital hace que los niños no elaboren las fantasías sexuales que deben poner a prueba en la adolescencia?

-Sí, en el libro Adoles (seres) hablo de una vacilación generalizada del fantasma. Yo creo que tiene actualidad esa tesis hoy porque, en realidad, las fantasías sexuales infantiles se conforman en la infancia. Hoy en día, no es que esas fantasías no se conforman. Se conforman porque se conforman desde el momento en que el bebé comienza a gritar para pedir el pecho, o el infante está con hambre, algo de ahí las fantasías se empiezan a construir. Pero el tema es cómo la virtualización ha afectado el juego infantil, por un lado, el juego cuerpo a cuerpo de los niños, los juegos de riesgo, donde se ponen en juego fantasías, donde se pone en juego la creatividad del niño, pero sobre todo donde ha avanzado muchísimo la virtualización es en la adolescencia, sustituyendo a la fantasía y a la realidad típica. Freud en un texto, El creador literario y el fantaseo, dice: "El niño juega, el juego se sustituye por la fantasía en la adolescencia, y el adulto actúa". Están alterados todos esos dispositivos culturales. O sea, el juego está alterado, no tengo duda de eso; por eso los niños juegan con tanta avidez en el consultorio de un analista porque, en realidad, no son mirados a jugar, los adultos no los miran jugar, los adultos cada vez juegan menos con ellos; eso necesariamente tiene consecuencias. Y, por otro lado, los adolescentes cada vez fantasean menos, cada vez ponen menos en juego sus fantasías porque las tienen armadas virtualmente, con el agravante que eso implica porque, en realidad, al no crear ellos sus propias fantasías, al no recrear sus fantasías infantiles están perdidos respecto a qué desean, qué les interesa en términos de deseo. La realidad psíquica está siendo sutituída por la realidad virtual, con lo cual hay un desmedro de la subjetivación, hay un desmedro de la fantasía y eso tiene consecuencias

-¿Las redes sociales aplastan el deseo de los adolescentes?

-Siguiendo esta línea, sí, porque la maquinaria, que es la fantasía o el fantasma en términos freudianos o lacanianos, es la articulación del goce del cuerpo con la representación psíquica. El fantasma suelda el goce del cuerpo a una representación psíquica simbólica. La dificultad que se presenta actualmente es que los adolescentes se pierden bastante. Están bastante desorientados de qué los hace gozar porque, en realidad, en lugar de estar atentos y conectados a su cuerpo y a su inconsciente, están más conectados a los gadgets que ofrecen objetos. Son objetos, porque el celular tiene voz, pone en juego la mirada, pero son objetos que, en realidad, taponan antes que posibilitar que el adolescente se conecte con lo que lo causa. Justamente establecen un cortocircuito: en lugar de posibilitar conectarse con ellos mismos, les dificulta muchas veces eso. No se puede generalizar: yo creo que hay adolescentes que también usan bien las redes, hay adolescentes que pueden vía las redes, vía las aplicaciones también tramitar algo de las propias fantasías. Puede jugar en contra y puede jugar a favor.

-Y en relación con lo que viene diciendo, ¿cambió la manera de sentir el despertar sexual en los adolescentes de la era virtual?

-Yo no creo que el despertar haya cambiado. O sea, el despertar se produce. Lo que cambió es el modo de tratamiento de ese despertar porque uno podría decir que la pubertad es ese despertar. Ahora, la adolescencia es el tratamiento de ese despertar. O sea, cómo se trata ese despertar. Cada sociedad ofrece diferentes vías de tratamiento de ese despertar. Como decía antes, en la época victoriana, el tratamiento de ese despertar era que el sujeto eligiera un objeto sexual y se identificara a un sexo. Y eso implicaba un tiempo, que era el tiempo de la adolescencia. Actualmente, es como si la sociedad no invitara a que el sujeto se inicie sexualmente o le ofrezca artificios para esa iniciación sexual. Es más: los ritos, que fueron ritos de iniciación de las sociedades anteriores, se han transformado en ritos de inicio del consumo, más que de inicio a la sexualidad. Por ejemplo, los viajes de 15 de las chicas que viajan a Disney, que es el mayor centro de consumo del mundo. En lugar de los ritos de pasaje que existían en las sociedades anteriores, donde se aislaba a los adolescentes para prepararlos a pasar a una sociedad adulta, van al mayor centro de consumo y van, justamente, a donde irían los niños. Y los viajes de egresados en muchos lugares del mundo son inicios al consumo de las drogas, del alcohol: hay muchos pasajes al acto que se producen. En el libro lo trabajo. Por ejemplo, el balcón. En los viajes de egresados de Inglaterra a España toman alcohol y drogas, y se tiran del balcón a la pileta, y se graban con los celulares.