“No soy optimista. Creo que hay que sostenerse fuerte porque muchas empresas van a caer”. El diagnóstico del empresario pyme santafecino Cristian del Valle coincide con el de otras voces del sector consultadas por Página/12. Hablan desde su experiencia actual y desde una historia ya vivida, cuya repetición parece preanunciada. Dan números y detalles de "un plato que se achica", ventas que se desploman y un escenario que cambió con la apertura indiscriminada de importaciones. Y ponen en sus propios términos a la "fase 3 del programa económico" de la que habla el Gobierno de Javier Milei tras el acuerdo con el FMI, con las exigencias que conlleva: lo que se viene, visualizan, son más cierres de empresas pequeñas y medianas.  

Del Valle fabrica artículos de embalaje, cartón corrugado, cintas impresas y máquinas envolvedoras. Abastece, en síntesis, a la industria pyme local. Como todos sus clientes hoy están fabricando menos, el impacto en su producción es directo. “Estamos vendiendo un 40 por ciento menos que un año atrás”, afirma.

“El mercado se achicó muchísimo. Somos un montón tratando de comer del mismo plato. Entonces, comienzan a verse en el interior del país empresas grandes que ya no pueden vender en Buenos Aires por la competencia importadora. Y lo mismo hacemos nosotros, salimos a buscar nuevos clientes en otras provincias para no perder con la competencia”, grafica.

La empresa de Del Valle abastece también al campo, pero también en este sector la situación es muy distinta a la de solo dos años atrás. “Luego de la sequía, los chacareros se estoquearon y hoy les vendemos casi la mitad que antes”, relata.

La fase final

La “fase 3 del plan económico" es lisa y llanamente el cierre de las empresas, aseguran los industriales consultados por Página 12. Hacen alusión a la tercera etapa que el Gobierno de Javier Milei afirma estar poniendo en práctica tras el acuerdo con el FMI. Los empresarios son poco optimistas sobre el futuro: “Hay que sostenerse fuerte porque muchas fábricas van a caer”, afirman. En un contexto de deterioro en las ventas, apertura indiscriminada de importaciones y altos costos de operación que dificultan la competencia, Argentina ha decidido ir a contramano del mundo. 

“De cada 10 empresas en el sector textil, 9 enfrentan problemas, y en los otros sectores se puede decir que 7 de cada 10 la están pasando mal”, relata Marco Meloni, empresario textil y vicepresidente de Industriales Pymes Argentina (IPA), una entidad que viene reclamando al Gobierno –con poco éxito- políticas en defensa de la pequeña y mediana industria. 

En 2024 la producción industrial cayó 9,4 por ciento acumulado, según datos oficiales. Las pymes representan el 90 por ciento de las empresas del país y el 65 por ciento del empleo privado total. También según cifras oficiales, entre noviembre de 2023 y enero de 2025 se perdieron cerca de 200.000 empleos registrados en la economía.

Lo que viene

“No hay más horas extra desde hace un año, además pedimos el adelanto de vacaciones, las suspensiones, y se empezó a echar gente segundo semestre de 2024. Lo que sigue es el cierre de empresas”, coincide Meloni en diálogo con este diario. “Los problemas son contundentes y simples. El mercado interno está totalmente esmerilado y la apertura a las importaciones hace que el mercado no alcance para todos. Hay una escasez de demanda y un exceso de oferta a la vez”, describe.

Aunque la medición oficial del IPC no pondere bien el gasto en servicios, la mayoría de los que tienen empleo hoy se quedan con poco resto para consumir luego de pagar la electricidad, el gas, el agua, el transporte y la obra social. Las paritarias salariales tienen un techo que impuso el Gobierno.

La desregulación de las importaciones es defendida por el Gobierno porque alienta la competencia entre privados. Desde el oficialismo no se sonrojan al afirmar que los empresarios locales “cazan en el zoológico”. “El 4 de junio se cumplen 50 años del Rodrigazo, nosotros vivimos la inflación y la híper, el default, el aumento de tarifas en dólares, el Plan Bonex, el agio y el desagio, el corralito, la apertura de las importaciones, la aduana paralela...”, enumera Meloni, como quien despliega un manual de supervivencia a la economía argentina. 

Competencia desigual

Alejandro tiene una metalúrgica que produce repuestos para el sector petrolero. Hoy advierte que “con la apertura de importaciones es muy difícil competir contra el dumping chino, porque ellos subsidian hasta el transporte. No tenemos ninguna chance de ponernos a la par de la producción de países que protegen su industria".

En su opinión, Argentina solo debería admitir la entrada de productos que no se fabrican en el país. Esto funcionaba así para el caso de las compras de bienes de capital, antes que el Gobierno decidiese derogar el Certificado de Importación de Bienes Usados (CIBU) que impedía el ingreso de equipos que se fabricaran localmente, lo cual generó gran alarma en el sector industrial de pequeñas pero también grandes industrias.

Otro problema es competir con costos que son mucho más altos que en el extranjero. Entre los principales señalan la energía y el costo del financiamiento. Andrés tiene una fábrica de herrajes plásticos para muebles en Ciudadela y afirma que el costo de la energía eléctrica se multiplicó por seis en el último año. A su vez, con la última devaluación hubo proveedores que no modificaron el precio de venta, pero otros subieron un 10 por ciento. “Nadie sabe qué pasará a futuro con la inflación, espero nuevos cambios de precios”, sintetiza.

No solo hay dispersión en la compra de materia prima, sino también en las condiciones de pago. “De un lado del mostrador se hace difícil el tema de las cobranzas, los clientes me piden un pago a crédito, mientras el proveedor quiere que le pague al contado”, grafica.

Para Andrés el contexto actual es “bastante extraño”, con muchos altibajos en las ventas: semanas donde la actividad parece reactivarse y otras en las que "no se mueve la mercadería". En consecuencia, están produciendo con el 70 por ciento de la capacidad instalada de la fábrica. Dice que, por el momento, su empresa pudo mantener la mano de obra. Pero no es capaz de afirmar que no habrá cambios en el corto o mediano plazo.