“Francisco salió del hospital y su deseo era encontrarse con el pueblo de Dios. Quiso estar cerca todo lo que pudo y en el domingo de la Pascua estuvo en la plaza bendiciendo. Por eso, así lo recordamos, cercano a su pueblo”. El arzobispo de La Plata, Gustavo Carrara, eligió la más reciente anécdota en la vida del papa Francisco para recordar uno de sus rasgos fundamentales, la cercanía con los suyos.

En la Catedral de la capital bonaerense presidió la misa que ofició de despedida para el Sumo Pontífice y a la que asistieron el gobernador Axel Kicillof, el intendente Julio Alak, y algunas de las principales figuras del gabinete bonaerense.

Emocionado, Carrara pidió “agradecer a Dios el don de una vida tan fecunda como ha sido la de Francisco” y pidió trabajar para que “su legado no se pierda”. “Francisco nos enseñó la ternura con los frágiles, la misericordia con los que están rotos, pero firmeza con aquellos que se abusan de los más frágiles. Ternura y firmeza brotan de ese evangelio”, destacó el arzobispo platense.

“Cada uno de nosotros podría tomar muchos gestos muchas palabras de Francisco, está en nosotros que ese legado no se pierda. Está en nosotros llevarlo a la iglesia y al mundo de hoy”, dijo. 

Tras la noticia,  justo cuando la cristiandad celebra las pascuas de resurección, cayó como un balde de agua helada en los barrios populares, donde a la par de los curas que allí residen y realizan su trabajo pastoral, miles de fieles siguieron con especial atención los días marcados por la enfermedad de Francisco y su posterior recuperación previa al desenlace final. 

"La gente tiene con él una necesidad de vivirlo cercano, de apropiárselo, en el buen sentido", asgura a Buenos Aires/12  Roberto Ferrari. El cura de la Iglesia de Los Mártires Latinoamericanos, en el barrio Esperanza, en Benavídez, partido de Tigre, pone un ejemplo: "Una chica me contaba que cuando ella era muy chica Francisco, que entonces era Jorge Bergoglio, fue al velorio de su abuelo y dio el responso. La verdad es que, a esta altura, si eso ocurrió o no no tiene la menor importancia. Lo importante es que ella lo cree y eso alimenta su fe y la hace sentir mejor".

"Siempre vimos algo distinto, por su cercanía, porque era futbolero y tomaba mate", reflexiona al recordarlo y destaca "el compromiso popular" con el que los vecinos del barrio acompañaron las últimas horas de Francisco, marcadas por las cadenas de oración y las consultas permanentes acerca de su estado de salud. 

"En otro barrio cercano me decían que Francisco había estado en el año 90 o 91, justo cuando estaban con el proceso de autoconstrucción de las viviendas. Estudiando un poco, pensamos que a lo mejor había sido el padre "Pichi" Meisegeier, que tenía una fundación dedicada a ese tema, ¿pero qué sentido tiene desmentir un mito?", agrega.

El entrevistado supone que, con el correr del tiempo, esas anécdotas, por lo general incomprobables, se van a multiplicar. Dice que desde Carlos Mugica que nadie tenía un carisma comparable con el de Francisco y que así es como comienzan los mitos en la religiosidad popular. "Para la gente de los barrios, más que las palabras, valen los gestos: recorrer un barrio, visitar un enfermo, celebrar un matrimonio entre gente humilde", explica. 

El párroco del barrio Benavidez destaca también que el protagonismo de la figura de Francisco hizo que hasta los más jóvenes, "que en teoría son los más difíciles de conmover porque están en su propio mundo", sintieran la necesidad de conversar sobre el recuerdo del primer papa argentino. "Hoy fui a dar Física temprano y la primera parte de la clase se fue hablando de este tema, porque lo sacaron ellos y tenían necesidad de tratarlo", ilustra.

Pero Ferrari va más allá del mundo que habita cotidianamente y explica el peso de la imagen del Sumo Pontífice a través de su obra y sus encíclicas, sobre todo Laudato Sí, pero luego también Fratelli Tutti. "Cada una de esas cosas acercaron a la Iglesia a otro sector de la sociedad, un sector lector, ilustrado, no creyente o creyente pero no practicante". "De hecho, muchos de los que hoy están conmovidos son personas que no se definen a sí mismos como católicos", remarca al poner en acento en otra de las características del fenómeno Francisco. 

 

 

 

Jorge Marenco tiene a su cargo la parroquia de Nuestra Señora de Carupá, en Pacheco,  también en el partido de Tigre, donde recientemente celebró misa a las puertas de la planta de la empresa química Praxair, en solidaridad con los despedidos que fueron finalmente reincorporados. 

"No tengo dudas de el papado de Francisco fue positivo en la Iglesia en general, pero creo que su figura tuvo una relevancia mayor en las villas de la ciudad de Buenos Aires, donde misionó y caminó cuando fue sacerdote y luego obispo, que acá en el conurbano, donde se lo empezó a reconocer ya como papa", señala. 

Marenco habla de tiempos complejos, donde quedan pocas certezas en pie y la religión no escapa a ese fenómeno. "Para los sectores populares, hay una religiosidad oficial y otra no oficial", describe y explica que cerca de su parroquia hay un altar del Gauchito Gil. El día 8 de cada mes, se llena de gente que va a pedir y a agradecer. "Uno ve la fe y la devoción, que generalmente pasan más por esos carriles, los no oficiales. Veremos que pasa con la figura de Francisco a partir de hoy en adelante", se arriesga a vaticinar. 

Ricardo "Ricky" Carrizo es diácono permanente, una suerte de servidor que colabora con los sacerdotesy tiene a su cargo dos parroquias en Quilmes, una cercana al cruce de Varela y la otra en la zona de Bernal

"No deja de ser doloroso", dice Carrizo que asume que, junto a los fieles, ya se venía preparando para la noticia. Curtido por años de trabajo pastoral en el conurbano sur, sostiene que los papas anteriores, para la gente de los barrios, eran "tipos lejanos vestidos de blanco". "Francisco fue una novedad porque hablaba como nosotros, porque era un tipo sencillo y la gente sencilla notó eso muy rápidamente", asevera. 

El peso de Francisco en la vida cotidiana de los barrios también se volvió algo mucho más marcado, precisamente por esa cercanía que el Papa pudo construir. "Se volvió común entrar a una casa o a un rancho y encontrar la foto de él en algún lugar, algo  que tampoco pasaba antes", dice y recuerda un puñado de momentos históricos con los que Francisco dio forma al perfil de su papado y su legado: cuando les dijo a los jóvenes que hagan lío porque quería que la Iglesia saliera a la calle y no se quedara sentada esperando a los fieles, o las veces que enfrentó a los poderosos, como cuando cuestionó las guerras y las inversiones en tecnología militar en Estado Unidos. 

Todos los entrevistados por Buenos Aires/12 coinciden que, desde febrero, cuando Francisco fue internado con pronóstico reservado a raíz de una neumonía bilateral, una corriente de afecto hasta entonces subterránea se volvió notoria y evidente. "Los barrios se revolucionaron, la gente seguía las novedades de la salud del papa como podría esperar el parte médico de un familiar, con ese compromiso y preocupación", explica Carrizo. "Eso que nunca aflojó, se traduce ahora en tristeza. Mucha gente va a ir a misa hoy, mañana, estos días, a despedirlo y rezar por su alma", completa Ferrari.

"También es llamativo que justo haya ocurrido en Pascuas. Todavía me cuesta entender cuál es el significado, pero estoy seguro de que no es lo mismo que haya sido ahora o que fuera dentro de una semana o dos. Podríamos decir que se trata de una coincidencia feliz", concluye Carrizo. 

En esa dirección apunta el comunicado de los Curas en Opción por los Pobres, que asegura que la muerte del papa Francisco "dio un nuevo sentido a la Pascua". "Para quienes creemos en la resurrección, que no opaca la tristeza, no lo vivimos con desesperanza. Francisco quiso mostrar desde su nombre a sus gestos, con sus palabras y actitudes una Iglesia pobre, desprovista de lujos, sencilla desde el lenguaje hasta las actitudes. El Concilio Vaticano II, que había quedado dormido, fue despertado por el Papa que hizo de él una guía para toda la Iglesia. Muchos, creyentes o no, están dolidos por su desaparición física. Muchos, creyentes o no, esperamos ver la fertilidad de lo que ha sembrado", dice el comunicado. 

El Equipo de Sacerdotes de Barrios Populares y Villas de la Argentina, popularmente conocidos como "curas villeros", también difundió un texto a través de las redes sociales en el que aseguran sentir "un dolor inmenso y a la vez mucha paz por saber que tenemos un aliado en el cielo que nos va a dar fuerzas para seguir". "Francisco nos dejó un vacío enorme e igual de enorme es su legado.  Una iglesia pobre para pobres, una iglesia hospital de campaña, una iglesia compasiva, cercana y cariñosa, que nos haga hermanos a todos y cuide la tierra, el techo y el trabajo", agregan.