Hay más de un libro adentro de esta antología, la razón de esa multiplicidad nace en el prólogo y crece en las palabras escritas en francés que buscamos en la página de al lado mientras leemos un poema (es una edición bilingüe), en algún detalle que cuentan las pequeñas biografías que anuncian lo que está por venir y presentan al elenco erótico (catorce poetas y una sola mujer: Louise Labé), en el corset que aparece dibujado en algunas de las páginas, en las imágenes fragmentadas de pies y pantorrillas rozándose, en las notas de Sonia -profesora de literatura francesa en la Universidad Nacional de Rosario desde 1984 hasta 2013 cuando se jubiló- y en cada uno de los poemas elegidos.

Un desplegable en pos de la misión erótica que devela saberes encriptados en versos excesivos y sonetos sentimentales: el cuello sagrado, el vergel umbrío. Una comilona voluptuosa yespiritual. ¿Qué es lo que nos anticipan esas biografías? ¿Qué versos vamos a leer? “Ninguna pauta de‘excelencia’ definió aquí inclusiones o exclusiones: la valoración de la calidad poética no fue un criterio primordial de nuestra selección”, escribió Sonia en el prólogo. Una lectura rápida confirma esa decisión, estamos ante otro rastreo, uno histórico-poético que recupera versos perdidos, silenciados, donde lo satírico, el desdén por el cuerpo femenino, la pasión, el deseo y todos sus conflictos arman un mapa de modos: “mi mano un tanto entre tus senos, o más abajo, si te place”. El recorrido antológico ostenta sentencias morales y ardides reveladores, aficionado a lo subrepticio, más de un verso se pregunta dónde están las almas cuando dos cuerpos se tocan. 

Sonia Mabel Yebara fue profesora de Literatura francesa en la Universidad Nacional de Rosario desde 1984 hasta su jubilación en 2013.

Un culo que habla

Cada poema trae lo suyo: una confesión de amor, una ostentación de éxtasis, una rueda de eufemismos (frágiles a pesar de su procedencia), un blasón de tetas, un muse oatestado de mármoles blancos (muslos), varias manos, una primavera perdida o un rincón donde mantenerse en ascuas. La exhibición es siempre una proeza erótica. Cuatro al azar y con celo de muestrario: “Al aspirar esas fragancias/las húmedas lenguas gozan/se entrelazan y retozan/revelando nuestras ansias”, (Joachim Du Bellay, 1522-1560).

“Vagando un fraile andaba cierto día/cuando a una vieja vio por la ribera:/lavar la vio, y sus ajadas piernas, /también el fuego que en el medio ardía. / Veloz el monje oropeles empina,/toma su cosa y rápido se acerca:/ ‘Vieja, dice, enciende mi candela’. /Y la vieja, queriendo hacer tan don, /su culo vuelve y responde con cautela: ‘Aproximaos y soplád el carbón”. (Clément Marot, 1495-1544). “De ti me quejo, porque llevando tantos fuegos, / en tantos puntos mi corazón vas encendiendo, / sin que un solo destello a ti pueda volver”. (Louise Labé, 1524-1566).“Yo te saludo, rajita bermeja, / que entre las piernas intensa fulguras, / ¡yo te saludo,bendita angostura, /que contenta y feliz mi vida dejas!” (Pierre de Ronsard, 1524 -1585).

Antología de poesía erótica francesa del siglo XVI. 

Selección, traducción, prólogo y notas de Sonia M. Yebara

150 páginas
Serapis