Las cuatro décadas transcurridas desde aquella redada del Grupo de Tareas 3.3.2 de la Esma que, entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 secuestró a las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y a otros siete miembros del movimiento de derechos humanos que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, no fue el único elemento que lo convirtió en un aniversario “especial”. Una semana antes, los restos de esas personas que emergieron del mar para dar testimonio de su muerte fueron una de las pruebas que permitieron la condena a dos pilotos de aviones que fueron usados para tirar desaparecidos al mar, que “fue fundamental” para el colectivo de Familiares y Amigos de “los 12 de la Santa Cruz”, que organizó, con esa condena como victoria, el homenaje del viernes pasado en la puerta de la mítica iglesia. Esa tarde hubo un condimento más: la presencia de la ex presidenta y senadora Cristina Fernández. “Durante sus gobiernos y el de su marido Néstor Kirchner el proceso de memoria, verdad y justicia se convirtió en política de Estado. Para nosotros fue un honor”, destacó Mabel Careaga, hija de una de las Madres asesinadas y miembro del colectivo.
–El viernes se cumplieron 40 años de los secuestros y desapariciones de los 12 de la Santa Cruz. ¿Qué tuvo de especial este aniversario?
–Las décadas enteras suelen tener un significado mayor ya que marcan con más claridad el paso del tiempo. Se cumplieron 40 años de los secuestros de las Madres fundadoras, de las monjas, del resto de los integrantes del grupo de familiares de víctimas de la última dictadura que en pleno terrorismo de Estado decidieron no quedarse de brazos cruzados. Y ya no volvieron más. Pero, además, llegamos a los 40 años de recordarlos luchadores con la condena a los dos pilotos del vuelo de la muerte del que los arrojaron vivos al mar. Y eso tiene un gran valor para la memoria: los casos de las Madres, las Monjas y el resto del grupo de la Santa Cruz fueron los únicos tenidos en cuenta para condenar a perpetua a los prefectos (Mario Daniel) Arru y (Alejandro Domingo) D’Agostino. Sus cuerpos fueron a la costa, depositados en cementerios como NN y luego recuperados. El médico forense que los analizó cuando aparecieron apuntó que la causa de muerte era politraumatismos por caída a gran altura. El testimonio de esos cuerpos, homenajeados hace 40 años, sirvió para que actúe la Justicia y para nosotros eso es fundamental. Y este aniversario también fue importante fue la presencia de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ella es muy importante, porque durante sus gobiernos y el de su marido Néstor Kirchner el proceso de memoria, verdad y justicia se convirtió en política de Estado.
–¿No consideran que la presencia de Fernández de Kirchner, principal opositora al Gobierno y receptora de todas las críticas provenientes del oficialismo, puede afectar la lucha de los organismos de derechos humanos?
–No. Es un planteo que no cabe para nada. Te repito, es una de las personas que hizo de nuestras banderas de lucha una política de Estado, así que desde ya que no puede afectarnos en nada. Menos en este momento, en el que se violan permanentemente los derechos humanos y se usa la prisión preventiva para perseguir opositores, la presencia de Cristina en el acto nos pareció muy significativo y emocionante para nosotros y para ella, intuyo, que estar rodeada de las Madres, también lo debe haber sido. Escuché en la televisión que decía que estaba todo preparado, la criticaban por haber dejado rosas en el Solar de la Memoria. Es un homenaje que hacemos desde 2005, cuando depositamos allí los restos recuperados de nuestras madres. Nosotros venimos sosteniendo los reclamos por memoria, verdad y justicia desde hace 40 años. Que el Gobierno no respete esa lucha no tiene que ver con cuán cerca o lejos estemos de Cristina, sino con el concepto que el propio presidente (Mauricio Macri) tiene de los hechos que cambiaron nuestra vida. Lo ha hecho público antes de asumir la presidencia al decir que los derechos humanos eran un curro, que había que trabajar por la memoria completa, al poner en duda a los 30 mil desaparecidos. Siempre la invitamos a Cristina. Ayer pudo venir y eso fue un honor para nosotros.
–Dice que la opinión de Macri en relación a las violaciones a los derechos humanos de la última dictadura cívico-militar se sabía desde antes de su asunción. ¿Fueron lo que esperaban los primeros dos años de gestión?
–Fueron mucho peor. El Gobierno no solo no respetó ninguna de las políticas de derechos humanos relativas al terrorismo de Estado, sino que tampoco lo hizo con las que ampliaban derechos, ni de inclusión social. Encarcela opositores, reprime la protesta, ataca a los pueblos originarios y sus fuerzas de seguridad asesinan, ya lo demostraron con Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. En materia de derechos humanos, pretenden quebrar las bases del consenso social que hay en gran parte de la sociedad respecto de la gravedad de los crímenes cometidos durante la dictadura y de la necesidad de que esos crímenes deben ser castigados. Por eso desplegaron la política de desprestigio permanente en contra de los organismos de derechos humanos. Y lo mismo hicieron con la familia de Santiago, la despreciaron, las atacaron.
–¿Cómo se responde a esos ataques, como se resiste como movimiento que ha resistido los años de impunidad?
–Sabemos que el consenso que es base del proceso de memoria, verdad y justicia fue construido durante 40 años. Esas consignas no son vacías. Durante la última década, logramos que ese contenido llegara por fin a la Justicia, que ordena y repara. Desde hace más de una década la Justicia dice que durante la última dictadura hubo terrorismo de Estado y genocidio y esa es una victoria que hay que sostener. La Justicia se convirtió en el brazo ejecutor de la estrategia de Macri, que persigue opositores y construye un enemigo interno. Dentro de ese enemigo estamos los organismos de derechos humanos. Todos juntos, todos, incluida la sociedad, es la única manera de hacerle frente a semejante plan.
–¿Cómo ese cambio en la Justicia puede afectar a los juicios?
–Mucho. Y ya lo estamos viendo. En la sentencia del 29 –del tercer tramo de la megacausa Esma– fueron absueltos tres pilotos y se le otorgó libertad condicional a siete marinos, entre ellos al partero de la Esma, Magnacco. Por suerte hay una base social que la justicia no puede ignorar. Y hay tal cantidad de pruebas que por más de que quieran no van a poder frenar los juicios. Las prisiones domiciliarias a procesados y condenados por delitos de lesa humanidad, el otorgamiento de penas menores son muestras de que estamos retrocediendo un montón, pero nosotros seguiremos luchando.