En su editorial en la 750, la periodista y conductora Cynthia García reflexionó acerca de la construcción del sentido común hegemónico y cómo hay que luchar para intentar deconstruirlo ya que "estigmatiza" y "tracciona" a la sociedad.

El editorial de Cynthia García

Me quiero meter con el sentido común. Todo el tiempo escuchamos situaciones del sentido común que simplifican cuestiones que son bastante más complejas. Y no es cuestión de problematizar sin sentido, o complejizar porque sí. Atrapar la complejidad en una sociedad como la nuestra, en un mundo tan caótico, tan difícil, es una responsabilidad comunicacional, volverla simple y poder comunicar eso.

¿Qué es el sentido común? El sentido común se denomina el conjunto de conocimientos, creencias y explicaciones, fundamentados en la experiencia personal o la sabiduría popular -yo conozco un caso, yo tengo un amigo, a mí me pasó tal cosa-. Y no es que no sea valioso, explica de alguna manera la aldea individual que puede traducir la aldea global. Pero eso hay que deconstruir, complejizarlo.

El sentido común es el peor de los sentidos. Es algo que me sigue conmoviendo. Como el sentido común tracciona y cómo se construye.

Es el peor de los sentidos porque es una cristalización hegemónica de los sentidos. Se construye en las tapas de los diarios y vos crees que estás pensando y no, estás cristalizando la hegemonía de los sentidos.

El sentido común puede estigmatizar. Por ejemplo, cuando el sentido común en el discurso político pone en una misma oración populismo, peronismo, Venezuela, Formosa, Santa Cruz, obra pública, grieta o peor aún. No existe más la grieta y ahora entrevistamos livianamente a los constructores de ese sentido.

Todo eso, cuando no es horadado, deconstruido, cuando no es interpelado, construye un estigma, un estereotipo sobre el kirchnerismo, en este caso, y se consolida como hecho del sentido común y los procesos sociales.

El sentido común, que es una forma no reflexiva de utilizar el lenguaje, donde esas palabras no son examinadas, es lo que habilita a una tapa de diario que dice impunemente: “Avanza el proyecto de ficha limpia ” o “Desafío al protocolo de Patricia Bullrich”, o va a desaparecer la palabra “jubilados” de una protesta para justificar la represión.

Qué carga mediática tienen los sentidos. No hay ahí en esa construcción un análisis de que la ficha limpia encierra la proscripción de una dirigente peronista. Otra vez en la historia. En nuestra historia. No solo en la del peronismo, sino en nuestra historia. Y sin embargo, eso se verbaliza como sentido común.

Debería llamarnos la atención que en realidad eso que llaman ficha limpia, en realidad están apostando. Es una ficha que apuesta por la falta de trabajo, por la precarización laboral, por el hambre, en definitiva.

Esas cristalizaciones constantes hacen muchísimo daño, porque, además, ya nadie se atreve a deconstruirlas porque estamos todos metidos en el algoritmo de lo que suma vistas, lo liviano, lo rápido, el sentido común. Son esas construcciones las que sellan el enojo, la tristeza, la bronca

Somos sociedades de la palabra, estamos barrados por ella, y cuando quedamos constituidos así, livianamente, algorítmicamente, barrados por este lenguaje que nos atrapa en un sentido común que no analiza, no profundiza, no reflexiona, no sale de lo anecdótico, cuando quedamos constituidos así tenemos un problema como sociedad.

No tengamos miedo de pensar, de reflexionar, de ir contra la corriente, de generar procesos comunicacionales que no rompan el algoritmo. Sigamos haciendo el intento. No tengamos miedo de ir en contra del “sentido común” como cuando buscas orientarte. Ir en contra del sentido común hegemónico, dominante, construido, agrietado -aunque ya no exista y entrevistamos a todos como si no pasara nada-, será, a mi modo de entender, una buena decisión.