Chirimbote es una editorial que se hizo un lugar y decidió ocuparlo para visibilizar otras narrativas para las infancias. “Fue un boom”, empieza diciendo Nadia Fink, su editora, que en 2015 imaginó esta editorial junto a Martin Azcurra, en el rol de diseñador y Pitu como ilustrador.
Nadia cuenta: “Creo que el Ni UnaMenos le dio un impulso muy grande al segundo libro de Antiprincesas, que fue el de Violeta Parra. Ahí vimos que había una colección. Porque los feminismos habilitaron también la posibilidad de pensar en el espacio de las niñeces, el adultocentrismo y las diversidades. Ese gran impulso que dieron los feminismos permitió que pensemos en esas “minorías”, que no estaban contempladas desde el patriarcado. Ese vacío lo llena Chirimbote”.
La colección Antiprincesas, que menciona Nadia, fue inaugurada con el libro de Frida Kahlo, una figura que no suele asociarse con las niñeces. Las Antiprincesas -o esa idea de oposición a lo que son las princesas-, fue el puntapié inicial que trajo una idea contracultural que le prestaba atención a otras historias. Las infancias y las inquietudes de les niñes con un horizonte de espíritu crítico, rompía con los estereotipos de género de cómo es una mujer y cómo es un varón. “Basta de las princesas y de las historias de espera, con personajes de tez blanca y pelo lacio”, señala Nadia. La segunda antiprincesa de la serie fue la mencionada Violeta Parra, después vinieron las heroínas Juana Azurduy y María Remedios del Valle, luego Gilda, Susy Shock y Clarice Lispector, entre muchas otras.
Sin tutú y con pieles de nuestros colores
“Queríamos mostrar ejemplos de mujeres que no se quedaron estáticas esperando que un príncipe las salve, sino que cambiaron sus propias vidas. Y todas latinoamericanas. Porque mientras las princesas tradicionales son europeas y pertenecen a una cultura muy lejana, quisimos contar historias reales, con nuestros paisajes y reflejos, nuestras formas de ser, y una diversidad de pieles, tamaños, colores”. La colección Antihéroes surge en oposición al superhéroe y fue otro hallazgo de la editorial “para romper con esa crianza de que el varón no llora, se la aguanta. Todo eso daña a las niñeces de los varones, y quita las verdaderas libertades, no las que nos quieren imponer. Entonces, estos antihéroes tienen algunos poderes que no son precisamente tirar rayos láser o atravesar la pared con el puño, sino el poder de la palabra puesta en juego, por ejemplo, con Julio Cortázar que fue el primero”.
Después siguieron Gauchito Gil, Eduardo Galeano, Silvio Rodríguez, Marcelo Bielsa, Che Guevara. Siempre con enfoques feministas y de derechos humanos, Chirimbote prioriza la justicia social y la diversidad. “Crecimos a lo ancho, ampliamos la base, y hoy somos una cooperativa más grande, con Jesi Farías en la parte de contenidos, con muchos autores y autores y más de cien títulos”. A esas dos colecciones se sumaron muchas más: Infancias Libres, Primeras lecturas, Juventudes, Educación, Feminismos, Devenires y Masculinidades. Con el correr de los años desde Chirimbote también lanzaron talleres que proponen espacios de formación y reflexión para defender y expandir la Educación Sexual Integral (ESI) y conectar desde la educación popular, con docentes, familias, sindicatos y espacios educativos de Argentina y América Latina. En los talleres abordan ejes como el abuso sexual en la infancia, la discapacidad intelectual, discapacidades y sexualidad, diversidad sexual, climaterio, antirracismo, la diversidad corporal contra el gordo-odio, desde una perspectiva interseccional.
Muchas vertientes se abrieron con la incorporación de personas que trazaron nuevos caminos posibles, como Checha Merchán, militante del feminismo popular que tuvo una gran participación política en la redacción de proyectos de ley como el de Matrimonio igualitario, ESI e Identidad degénero. “Con ella pensamos la línea de talleres Infancia libres. Lara Fleites, Camila Parodi, Magalí Sahakian también son parte de estos talleres, donde tratamos de hablar de todo y poder pensarnos de otra maneras”. Checha, escritora, docente e integrante de la cooperativa, remarca: “Los talleres surgen como necesidad de esta red enorme que se arma alrededor de la editorial, con gente que necesita espacios donde compartir experiencias, aprender, buscar nuevas dimensiones de lo que es la crianza, la educación sexual integral, los temas de Memoria. Y los abordamos para que hablen las verdaderas activistas que llevan adelante las batallas. Sobre discapacidad hablan activistas discas, de gordo-odio hablan gordes, de racismo hablan marrones y negras. Y así conformamos conocimiento desde la raíz”.
“Hacemos nuestros libros con la premisa de que hay que hablar con las infancias y no mantenerlas al margen. Hay que hablarles de la vida real, como un lugar donde pasan cosas buenas y malas”, concluye Nadia.
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