A 12 años de su último recital, Jaime Sin Tierra, agrupación fundamental del indie de los 90 y comienzos de los 2000, sorprendió con el anuncio de su regreso a los escenarios. Si bien la idea inicial era ofrecer nada más que un show, el interés que causó su reunión fue tal que no sólo se agotaron las entradas para la función de anoche, en La Trastienda Samsung (Balcarce 460), sino también las de hoy en la misma sala. “Hasta para nosotros es recontra sorpresivo. Nos pone muy contentos que haya gente interesada en escucharnos. Más de la que creíamos”, comparte Juan Stewart, bajista y tecladista del grupo que en su época de mayor actividad compartió escenario con artistas del calibre de Sonic Youth, Sean Lennon, Luna, Oasis y Neil Young. “Cuando estuvimos barajando las opciones para hacer este show, pensamos en lugares más pequeños. No dimensionamos la respuesta. Aunque sí sabíamos que, tras la separación de la banda, el público seguía manteniendo cierto contacto con nuestras canciones y discos”.
–El año pasado se cumplieron 20 años de la creación del grupo. ¿Fue por eso que se juntaron?
–Teníamos coincidencias ocasionales, nunca los cuatro. Pero por alguna razón siempre nos terminábamos cruzando. El año pasado, en una reunión que tuvimos en la que charlamos de la banda, la sensación del reencuentro estuvo muy buena. Aunque no hubo un plan puntual. Hablamos de juntarnos en la sala, sin saber muy bien qué iba a pasar. Eso se fue desarrollando un poco. Cuando vimos que teníamos ganas de hacerlo, y empezaron a sonar los temas, ahí fue que se empezó a dar. Si bien lo de los 20 años fue un poco azaroso, por algo pasó esto.
–¿Se tomaron un hiato u oficialmente están separados?
–En el momento puntual en el que dejamos de tocar, teníamos claro que queríamos hacer otras cosas. Algunos se habían ido a vivir a otro país, un poco por la situación laboral. Fue liberador, porque una banda requiere mucha energía y esfuerzo. Ahora no tenemos muy claro cuál es la situación en este momento. Aún no nos llegamos a plantear si la rearmamos o si sólo haremos estos shows en La Trastienda. Es algo que vamos a pensar los días siguientes a estos recitales.
–¿En qué se basaron al momento de armar el repertorio?
–Una de las cosas que charlamos, cuando estaba un poco la idea de planear esto, fue cómo veíamos a la banda y qué queríamos mostrar. Y todos coincidimos en que deseábamos revivir lo que había sido. Al menos para estos shows. No pretendemos mostrar una versión renovada de Jaime Sin Tierra ni tampoco un calco de lo que fuimos en aquel momento. Intentamos ser honestos con respecto a la vida de la banda. A la gente que compró la entrada le gusta lo que hicimos. El paso del tiempo marcó estas presentaciones. Hay temas que van a tener que ver con los caminos que recorrimos cada uno por separado, y otros serán más textuales. El repertorio recorre nuestro momento más maduro.
–Cuando se juntaron en la sala, ¿sintió que el sonido de la banda seguía siendo contemporáneo?
–Los primeros ensayos fueron una mezcla de sensaciones. Obviamente, hubo de todo. Teníamos una química muy rara porque no éramos de ensayar todo a la perfección ni de tener shows muy ajustados. Lográbamos más en los recitales que en la sala. Al principio, encontrarse con eso era un poco difícil y frustrante. Aunque con el paso de los días lo fuimos disfrutando. Hay temas que se mantuvieron geniales, y hubo otros que no. A veces recurrimos al humor para sostener esa situación de tocar unas canciones que hicimos cuando éramos adolescentes, pues veíamos las cosas de otra manera. Le quitamos ese peso y tratamos de que tuviera esa cosa más desgarradora.
–Para parte del público que va a estos shows es la primera vez que ve en vivo a Jaime Sin Tierra, porque aún eran niños cuando la banda dejó de tocar. ¿Cómo se llevan con el rótulo “banda de culto”?
–Por lo que vimos en las redes, hay gente que está ilusionada con estos shows. Y más bien somos nosotros los que tenemos ganas de conocerlos a ellos. Es una situación especial porque nos encontraremos con un público nuevo, que tengo la sensación que se conectó más con los últimos discos de Jaime Sin Tierra. Los seguidores de nuestros comienzos son más fans de los primeros trabajos.
–De sus cuatro álbumes, los dos últimos, Autochocador y Lo que va a encandilar es el día, son considerados los trabajos referenciales de su obra. ¿Qué opinión le merecen esos discos a la distancia?
–Si bien son los discos que más me gustan de la banda, el EP Tres, que escuché recientemente, apareció en un momento de impasse. No pudimos tocarlo en vivo. Pero Autochocador y Lo que va a encandilar es el día se convirtieron en los trabajos centrales de nuestra obra, y son en perspectiva los que disfruto más.
–¿En qué cambió el indie desde los noventa hasta ahora?
–La manera en que se difunde la música. Además, una banda que comienza hoy en día tiene más posibilidades de ubicarse. Se puede llegar a un lugar importante sin tener una gran base de público o sin experiencia como banda. Cuando nos encontramos con la situación de salir a tocar ahora, nos vimos más conectados con este presente. Nos sumergimos de vuelta, y nos dimos cuenta de que el “indie” es una palabra completamente distinta. Realmente, nosotros teníamos que hacerlo todo por nuestra cuenta, y actualmente esa etiqueta la veo más bien asociada a un estilo. Lo que hicimos surgió a partir de la ingenuidad, y me volví a conectar con esta sensación.
–Mientras Nicolás Kramer (voz y guitarra), Sebastián Kramer (guitarra) y Javier Diz (batería) formaron sus proyectos, usted desarrolló, paralelamente a su obra solista y la creación de bandas de sonido, la producción de nuevos artistas. ¿En qué anda ahora?
–Sigo trabajando en el estudio, produciendo a artistas como La Femme D’ Argent, Peces Raros, Pommez Internacional y Coiffeur. Al tiempo que llevo adelante mi carrera solista. Lo hago en mis espacios libres. Ahora justo estoy grabando material nuevo. Cuando uno deja de tocar en una banda, hay cosas que ya no extraña, como los ensayos. Hay otras que sí añoro como la creación y la emoción de lo musical. Conecto mucho con eso y mantiene en mí esa llama.