Javier Lozano, pianista de fuste en el amplio mundo de las músicas populares  argentinas, pensó el título de su disco a dos puntas. Por un lado, porque sus doce piezas –estén cantadas o no– se pueden cantar. Por otro, porque Cantabile, así se llama, es también el nombre de un tema del pianista francés Michel Petrucciani, su ídolo. “Es mi pequeño homenaje a él, un grande”, arranca el ex tecladista de Luis Salinas y Fito Páez, posado en el trabajo que mostrará en público hoy a las 21 en El Benny (Serrano 1327). Mostrará, yendo al punto, un vaivén de géneros y sensaciones que pasean por el latin jazz, el tango, el jazz “a secas” o el candombe, más ciertas resonancias que lo conectan a otras gentes musicales: Charly García, Fats Fernández y Rubén Rada, entre ellos. “Tuve la dicha de que el Fats me haya tenido en brazos cuando yo era un bebé, porque es amigo de mi papá, Titi Lozano. Pero además es un tremendo trompetista… sus melodías son hermosas”, dice Lozano, sobre el destinatario del tema homenaje de nombre homónimo, cuya introducción –“Gizelle”– le pertenece al mismo Fats. “Se la dedica a su mujer, sí. Lo que hago yo es una abreviatura del tema, que después me inspira para componer ‘Fats’”, explica el pianista, ya más adentrado en la dinámica interna de su trabajo. “La pieza también se la dedico a Luis Salinas y a nuestras andanzas por Oliverio, durante esas noches de zapadas salseras y latinas”, extiende el también compositor. 

–¿Se anima a “aceptar” que se lo llame el Luis Salinas del piano?

–(Risas) No me puedo parecer nunca a Luis, porque él es un genio, una persona que admiro y de la que he aprendido muchísimo… somos dos seres diferentes. 

–¿A Charly García también le rinde homenaje? En “Ver el sol”, tema que abre Cantábile, aparecen climas muy parecidos a los de “Vos también estabas verde”

–Puede ser que traiga reminiscencias a ese tema de Charly, pero en realidad está dedicado a mis dos hijos que son adolescentes y a todos los adolescentes, porque tiene una letra que habla del crecimiento en una edad tan difícil y, bueno, coincide con atmósferas de Charly, otro genio. 

–¿Cuál es el género que más lo seduce en medio del eclecticismo que caracteriza al disco?

–No hay un género que me seduzca más que otro. En realidad, hay cosas que me conmueven. Uno escucha mucha música, la filtra a través de uno y trata de hacerla propia, porque la música es algo que viene de miles de años...

–En medio de ese mosaico musical, aparece “Los 47”, un tango. ¿cómo es su vínculo con él?

–Es una composición con aires tangueros y de vals que me recuerda a mi niñez. Yo, con 3 años, escuchando a mi viejo con mi tío y un bandoneonista, los tres ensayando con un grupo que tenían ellos, el Trío Vanguardia. Los ensayos eran en una fábrica llena de biblioratos, y yo crecí escuchando toda esa música: Troilo, Salgán, Goyeneche, Floreal Ruiz, en fin, mi padre siempre tocó ese tipo de música y también le encantan el folclore y el jazz. Respecto del tema, le puse “Los 47”, porque cumplí 48 y me lo dediqué. 

Nacido en 9 de julio, un grano de arena verde en la vasta y llana provincia de Buenos Aires, Lozano se formó desde muy chico en conservatorios y, a la par, transitó como un entusiasta autodidacta que lo llevó a conocer los secretos de la música popular. En rigor, a poco de instalarse en la gran urbe se incorpora como pianista estable de la banda de Salinas, donde permanece durante veinte años y siete discos. En medio de ese devenir, Lozano anuda talentos con Guillermo Vadalá, Sergio Verdinelli y Gonzalo Aloras para secundar a Páez en dos discos (Naturaleza sangre y Mi vida con ellas), hasta llegar a una actualidad que lo mantiene activo no solo mediante su trabajo solista, sino también como parte del grupo de Bruno Arias. “Participar en este grupo es toda una experiencia musical y social. Es increíble lo de Bruno, su voz te lleva directo a la Puna”, refiere él, acerca de su última experiencia grupal-musical. La “individual”, en tanto, lleva dos discos además del flamante: el debut, llamado Tres, y Cartas, editado en 2009.  

–Retomando Cantabile ¿Qué significado tiene “Buen día”, ese remanso sonoro que cierra el trabajo?

–Es una canción medio autobiográfica que me salió en un día… no sé bien cómo explicarlo. Es como un día en la vida de alguien, como la vida misma que va de un lado para otro, con sus alegrías y tristezas. Un resumen de eso quizás, pero siempre en positivo… de ahí su nombre.