Juan ha recorrido kilómetros. El cansancio, la fatiga y sobre todo el hambre son compañeros de viaje no deseados. Según le contaron otros viajeros, tras ese frondoso bosque se encuentra una taberna. Allí podrá “meter bocado” y tomarse un descanso. Se le había ocurrido un buen plato de liebre, su paladar ya estaba sintiendo el gusto, su olfato, como en un hechizo, percibe el aroma deseado. Hay un pequeño detalle en la Edad Media, donde transcurre nuestra historia: era habitual que se sirviera gato por liebre, sobre todo si el comensal era un forastero. Por ello, era habitual que se dijera “si eres cabrito, mantente frito; si eres gato salta del plato”.
¿Era posible que la trampa del tabernero fuera detectada? Algunos decían que no, por cuanto el aspecto físico de los animales al ser desollados era parecido, al igual que su sabor. La expresión “gato por liebre” adquirió tal relevancia que el propio Miguel de Cervantes la utiliza en su Segunda parte del ingenioso Caballero don Quijote de la Mancha:“No hay para qué venderme a mi gato por liebre…”
En la época del Quijote, escrito en la Edad de Oro de España, los “engañadores” fueron retratados en varias novelas. Francisco Núñez Roldán, en “Picaros: Los bajos fondos en la España del Siglo de Oro”, narra que en una España que vivía de rentas y despreciaba el trabajo el “pícaro” tenía un escenario ideal, por ejemplo en Sevilla, corazón del tráfico comercial con América. El propio Cervantes en su novela “Pedro de Urdemales, de 1615, da cuenta de la relevancia de los picaros en la época.
Volvamos a nuestro Juan: el tabernero se aprovechó de él y con malicia le sirvió gato por liebre. El hambre de nuestro viajero, más cierto aspecto mágico de la taberna, nubló su paladar y mientras creía estar comiendo liebre, era gato lo que estaba engullendo.
A los argentinos, como si fuéramos millones de Juanes, pretenden vendernos gato por liebre. La taberna es el FMI y la trampa es el acuerdo que nos vendieron diciéndonos que es provechoso para el país.
Lo interesante es que el propio tabernero Javier Milei hace un tiempo nos advertía que no fuéramos a la Taberna FMI. Decía en varios tuits que “Tomar deuda, algo tan claro en el gobierno de Mauricio Macri, no solo no es liberal, sino que lo consideramos inmoral por implicar el robo a generaciones futuras” (19/9/2019). Antes, en febrero de 2019, había dicho “en mi mundo no existe el FMI… y si yo fuera gobierno no hubiera caído en el FMI porque propuse un ajuste consistente”.
Pero en su discurso del primero de marzo ante la Asamblea Legislativa, el Presidente Milei decía sobre el acuerdo con el FMI que “tiene una importancia estratégica… nos brindará herramientas para allanar el camino hacia un régimen cambiario más libre… atraer mayores inversiones que se traduzcan en menor inflación…” Paradójicamente cuando se anuncio el Acuerdo con el FMI, se informó que la inflación de marzo fue del 3,7 por ciento.
Milei y su equipo cantan “Mandril/ decime que se siente,/ que el cepo llegó a su final”. Claudio Scaletta llama a los festejos del equipo económico “la presentación festiva del absoluto fracaso de su programa económico”. Resalta que la estrategia es mostrar el endeudamiento “como una alegre liberación del cepo y un nuevo esquema cambiario”. Tratemos de separar la paja del trigo.
La salida del cepo esta impuesta por el FM. El propio acuerdo lo dice expresamente: “flexibilización cuidadosamente secuenciada de las restricciones cambiarias distorsionantes”. El acuerdo se sostiene sobre tres pilares: “salvaguardar el ancla fiscal”, y “mantener un gasto social”, en criollo sostener el ajuste en jubilaciones, inversiones de capital, salarios estatales y no permitir el crecimiento del gasto social. El segundo es “un régimen cambiario flexible dentro de bandas". Esto es la famosa banda, de sostenimiento del dólar entre 1000-1400. El tercero es “profundizar reformas estructurales”, “flexibilidad del mercado laboral”, “negociaciones salariales más flexibles y simplificación de los programas de despidos”, como una ambiciosa política de privatizaciones.
El FMI sostiene que, junto a estos pilares, es prioritario una política de “flexibilización de barreras arancelarias y no arancelarias” en el comercio exterior. Estos pilares serán relevantes para el desarrollo del “vasto potencial en los sectores de energía y minería”. ¿Y este gato cómo se come? En principio para sostener el dólar entre las bandas, vamos hacia una reedición 2025 de un “carry trade”, que impondrá un diferencial de tasas -las locales por encima de las internacionales- que permita jugosas ganancias en dólares, sosteniendo una tasa de interés por encima de la devaluación. Estas tasas positivas, harán conjuntamente con la apreciación del tipo de cambio, un reforzamiento del ancla cambiaria, como política antiinflacionaria que, como veremos más delante, es de corto plazo.
Eduardo Curia, en “La trampa de la convertibilidad”, de 1999, definía a estas “políticas viciadas que avanzan con la apertura económica cambiándola perversamente con una política cambiaria que conduce a un fuerte retraso cambiario real amparándose en las justificaciones de la lucha contra la inflación, a la que se asienta en el uso visceral de la llamada ancla cambiaria”. Roberto Frenkel, en “Capital Market Liberalization and Economic Performance in Latin América”, de 1998, decía refiriéndose a los países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, que en los 90 “la apertura comercial y la apreciación cambiaria generaron el crecimiento de la fragilidad externa y la fragilidad financiera”.
El Gobierno se propone con esta política una paulatina reducción de la tasa de inflación que le permita ganar tiempo y llegar a octubre. El costo será la profundización del industricidio. tanto por vía de la apertura importadora como por una brutal reducción del consumo. Sin embargo, el ancla cambiaria será de corto plazo ya que se sostiene con endeudamiento.
El alta en la tasa de interés, condición imprescindible de la bicicleta financiera, provoca un aumento en los costos de financiación productiva, generando tarde o temprano una presión inflacionaria. Esta se pretende frenar con la apreciación del tipo de cambio. Al respecto, Guido Zack en “Yo, mandril: este tipo de cambio es insostenible" (Cenital 19/04/25), dice que “resta resolver el principal problema, cómo bajar la inflación sin establecer un tipo de cambio insosteniblemente bajo". Agrega que "de mantenerse el dólar alrededor de los valores actuales, hacia fin de año vamos a estar en una situación similar a la del mes pasado, las expectativas de devaluación van a aumentar, los precios volverán a subir…” Y agrega: “Pero atención: la siguiente vez difícilmente contemos con el apoyo financiero del FMI y, para peor, vamos a tener sobre nuestras espaldas 20.000 millones de dólares adicionales de deuda”.
Algunos especulan, de sostenerse “la estabilidad fiscal”, que haya acceso vía RIGI a la inversión extranjera directa. Sin embargo, el anuncio del abandono de construcción de la planta licuefactora de gas en Río Negro por YPF no parece ser una señal en esa dirección. Por lo contrario, la guerra comercial China-Estados Unidos producirá una disminución del comercio internacional y devaluaciones competitivas, en un escenario hostil. Es de prever que las medidas anunciadas por Donald Trump, originen un aumento en la inflación de Estados Unidos, teniendo como consecuencia, para combatirla, un aumento en la tasa de intereses de Estados Unidos. Esto provocará una tensión para sostener el diferencial de tasas que sostiene el carry trade.
Como a Juan el viajero, quieren servir gato por liebre, incluyendo privatizaciones, flexibilización laboral y apertura importadora. Recuperar la memoria y construir una oposición sólida es una tarea imperiosa, como también ofrecer un camino alternativo. De lo contrario, a no quejarse del menú.