Victoria Aguirre, la joven de Oberá, estudiante de magisterio, que está presa hace casi tres años en una cárcel de Misiones, empezó a ser juzgada, otra vez, por el homicidio de su hija Selene, de dos años y medio, junto con su ex pareja, Rolando Lovera, a quien ella acusa de haberlas secuestrado y maltratado durante ocho días, cuando se produjo la muerte de la niña, como consecuencia de un golpe que le provocó una fractura en el cráneo. Ayer fue la primera jornada del nuevo debate oral, luego de que en julio se suspendiera, al ser recusado el Tribunal Penal N° 1 de Oberá, de parte de la defensa de la muchacha, por falta de imparcialidad. Los magistrados ahora son otros. Lo que no cambió es la fiscal, que volvió a mostrar, con sus preguntas, que su intención es demonizar a la joven, como una mala madre que no logró proteger a su hija, sin intentar buscar saber cómo falleció y que responsabilidad podría tener Lovera en ese hecho. Hoy está previsto que continúe el desfile de testigos pero el día clave, será mañana, cuando se espera que declare un perito que analizó las filmaciones de las cámaras de seguridad de la arenera, donde se encontraban los tres la noche en que habría muerto Selene, y lo muestra a Lovera con la niña en brazos durante la madrugada. Mañana se conocería la sentencia.
“No hay manera de sostener la hipótesis de que Victoria era una mujer violenta que terminó matando a su hija”, dijo ayer a Página 12 Roxana Rivas abogada defensora de Aguirre, quien insistió en que en el expediente no hay elementos que puedan sostener la culpabilidad la joven. A esa misma conclusión llegó el Observatorio de Prácticas del Sistema Penal, de la Asociación Pensamiento Penal, que analizó la causa y es veedor del juicio: de su informe surge que en el expediente “hay numerosas evidencias” que muestran el contexto de violencia doméstica y la falta de responsabilidad de la joven: entre ellas, el relato de testigos calificados como médicos pediatras de cabecera que manifiestan no haber observado signos de violencia en Selene durante los dos años y medio que la atendieron y era cuidada por su mamá; la declaración testimonial del padre de Victoria, que contó que Lovera respondía los mensajes en lugar de Victoria; el propio testimonio de ella, y el informe de un psiquiatra que describe el cuadro de violencia extrema que habría padecido.
Hoy declararán algunos allegados a Lovera que ayer estaban citados pero no hubo tiempo para escucharlos; y familiares de la joven. Mañana será el turno de los médicos que atendieron a la niña, incluso, cuando la llevó ya sin vida al hospital en Oberá, y del perito de las cámaras de seguridad.
El debate oral comenzó a las 9, con la lectura de la elevación a juicio. Las audiencias se desarrollan en el SUM de la Unidad Regional II de la Policía, en Oberá. En la primera jornada, Aguirre se abstuvo de declarar. Fue incorporada su declaración indagatoria por lectura. Lovera, en cambio, repitió más o menos lo mismo que en el juicio anterior: que ella era descuidada con su hija y que él tenía un trato afectuoso con la niña. Pero al ser repreguntado por la defensa de la joven, entró en contradicciones. Igual que los testigos de parte de él que prestaron testimonio, como la madre y una hermana, que quisieron ensuciar a Aguirre como mamá, aunque también quedó en evidencia que no habían tenido demasiado contacto con ella como para sacar esa conclusión. Además, declaró una ex pareja de él y el remisero que en la madrugada del 29 de enero de 2015 llevó a Aguirre desde la arenera donde trabajaba como sereno Lovera --y ella contó en la instrucción que las mantenía encerradas—hasta la casa que alquilaban juntos. Aguirre había declarado que Lovera la despertó esa madrugada y le entregó a la niña: posiblemente ya sin vida. Esa madrugada –según su relato— fue el final de una sucesión de ocho días en los que estuvieron secuestradas, y ambas, madre e hija, sufrieron numerosas escenas de violencia de parte de Lovera, que incluyeron humillaciones, descalificaciones y violaciones a ella y zamarreos, golpes, empujones, cachetadas y quemaduras con cigarrillos, a la niña.
El juicio está a cargo de un tribunal especial compuesto por los camaristas Jorge Villalba, Graciela Heppner y Azucena García de González. La fiscal es Estela Maris Salguero de Alarcón, la misma que en julio, en el primer debate oral, acusó a Aguirre de no haber pedido ayuda cuando llevó a la niña una vez a una guardia pediátrica, y también de no haberse escapado con la pequeña. Aguirre está acusada de homicidio agravado por el vínculo y Lovera, de homicidio simple.
La joven, de 24 años, cambió su defensa también. Ahora sus abogados son Eduardo Paredes, referente en Misiones de la ONG Proyecto Inocencia, una organización creada en Estados Unidos que actúa en casos de condenas injustas; y Roxana Rivas, de la CTA Autónoma de Misiones. Ambos ya intervinieron juntos en la defensa de María Ovando, una mujer muy pobre, absuelta hace 5 años en la misma provincia, tras estar presa 20 meses, acusada de haber dejado morir a uno de sus 12 hijos, una niñita de 3 años.
Desde el Instituto Nacional de las Mujeres también pidieron la absolución de Aguirre: consideran que se trata de un caso de “femicidio vinculado” y también reclaman que sea juzgada con perspectiva de género. El organismo gubernamental se presentó como amicus curiae igual que la Asociación Pensamiento Penal. En la visibilización del caso jugó un papel fundamental el movimiento de mujeres de Misiones, que promovió una campaña nacional por su libertad en articulación con diversos espacios feministas, como el Colectivo Ni Una Menos, y partidos de izquierda.
“Lo justo es la absolución de Victoria. Claramente surge de su testimonio que ella es una sobreviviente de violencia extrema”, dijo ayer a este diario Alicia Rivas, del Espacio de Género dela CTA Autónoma de Misiones, que estuvo en la sala de audiencias durante las cinco horas y media que se prolongó la primera jornada. Rivas también cuestionó los tiempos de la justicia para realizar el juicio, dado que la instrucción de la causa finalizó entre abril y mayo de 2015, es decir, a los pocos meses de que tanto Aguirre como Lovera quedaran detenidos. Llevan casi tres años presos con prisión preventiva.
La pareja se conoció en 2014. En ese entonces, ella vivía con sus padres y Selene, quien sufría una discapacidad congénita. Se mudó con su novio. Pero Lovera –según sus palabras– se convertiría en un “monstruo”. En sólo un mes de convivencia, coronado por una semana donde habría imperado el terror, Victoria perdió lo que más quería.