El Gobierno argentino reforzó su alineamiento con la política de apertura comercial promocionada por la OMC. “Creemos en el círculo virtuoso que se pone en funcionamiento cuando eliminamos los obstáculos al comercio”, remarcó Mauricio Macri en el discurso de apertura de la tercera jornada de la cumbre. Ese compromiso es ejecutado de manera gradual, afirmó, a raíz del costo que tiene en materia de empleo. Pero está planteado sin lugar a dudas como un norte por parte de Cambiemos, a contramano de la política proteccionista de muchos países que en el último tiempo optaron por evitar que la crisis global recayera sobre sus economías. Esa estrategia también se enfrenta a la nueva política comercial de los Estados Unidos, cuya postura complicó la posibilidad de alcanzar una declaración ministerial en la cumbre de la OMC de Buenos Aires (ver aparte). Jack Ma, el magnate chino y fundador de la plataforma de comercio online Alibaba, lo resumió de esta manera: “La OMC hizo un trabajo fantástico en promover el libre comercio, a pesar de haber contribuido a la crisis financiera”. La tercera jornada de la cumbre contó con mayor presencia de funcionarios del gabinete nacional y también con representantes de las grandes empresas del país, que por un lado aplauden cuando se ponen el sombrero ideológico pero mantienen dudas por el impacto real de las medidas. El comercio electrónico, en tanto, estuvo otra vez en el centro del debate.
La apertura del día estuvo a cargo de Macri. “Celebro este encuentro, es un orgullo recibir a tanta gente en la Argentina porque hoy nuestro país transita por una nueva etapa”, dijo el mandatario. Más allá de la enorme convocatoria de funcionarios y empresarios de 164 países para el evento que empezó el domingo y termina hoy, la asistencia al discurso de Macri fue pobre. El auditorio de la Ballena Azul en el Centro Cultural Kirchner (CCK) distaba de estar lleno. “Debe ser porque es muy temprano”, especulaba un miembro de la organización.
“Sabemos de los reparos que genera la apertura comercial. Por eso consideramos muy importante el diálogo público/privado. Tenemos mucha voluntad de diálogo para que así surjan las ideas”, dijo Macri. En la instancia de negociación comercial más importante que está atravesando el país, como es el acuerdo con la Unión Europea, el sector privado argentino viene reclamando desde hace meses que el Gobierno les facilite algo de información, porque se enteran de las novedades por los medios o por los empresarios de Brasil. Ayer mismo, en el CCK, un empresario muy importante del sector de laboratorios, uno de los principales afectados por la voluntad europea de extender las patentes en el Mercosur si se alcanza el acuerdo, confesaba que no tenía idea de qué se estaba negociando. La situación se repite en otros sectores.
Macri también destacó que las pymes son “job creators” (creadoras de trabajo) “por lo tanto hay que fomentar su participación internacional a través de las nuevas tecnologías”. Con esa frase se acopló a la presión de las grandes empresas de comercio electrónico para instalar en la OMC un marco flexible para su negocio. En los hechos, la economía de las pymes industriales, enfocadas en el mercado interno, se complicó en los últimos dos años por la apertura comercial, la caída del mercado interno y la suba de tarifas.
El ministro de Producción, Francisco Cabrera, reforzó la línea de la liberalización comercial trazada por Macri. “En la historia de la humanidad el comercio fue un impulsor del desarrollo, fue el primer idioma. Después de tomar caminos equivocados, la Argentina cambió y quiere avanzar hacia una integración firme y gradual”, señaló el funcionario. Entre las personalidades del mundo empresario presentes en el CCK se destacaron Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), Marcos Galperín (Mercado Libre), Eduardo Elsztain (IRSA), Cristiano Rattazzi (FIAT), Daniel Funes de Rioja (Copal), Martín Berardi (Techint), Jaime Campos (AEA) y Luis Pagani (Arcor).
La negociación con la UE
El cambio estructural más importante en la agenda de la apertura comercial sería la firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). “Somos optimistas de que se alcance el acuerdo. Ahora estamos en reuniones para discutir una nueva oferta que entregaremos a la UE. Ya estamos negociando cupos puntuales como vinos, mermeladas y galletitas”, dijo Cabrera. “Querríamos firmar el acuerdo lo antes posible. Nosotros vamos a hacer un aporte agroindustrial y somos cuidadosos con respecto a la industria, que es menos competitiva”, agregó.
Si bien hay voluntad política de ambas partes para avanzar en la firma de un pre-acuerdo antes de fin de año, el fuerte lobby agrícola europeo, traccionado por los franceses, y el amague de los brasileños siembra nuevas dudas sobre la posibilidad de alcanzar el convenio en un plazo tan corto. Mientras el Gobierno afirmaba anteayer que el acuerdo se firmaba sí o sí en estos días o el 21 en Brasilia, ahora se percibe en los negociadores que las novedades pueden quedar para enero o febrero del año que viene, con lo cual el presidente Macri no podrá tener su foto con la firma en Buenos Aires.
Consultado por periodistas sobre el impacto del acuerdo sobre el empleo, el ministro señaló que “gran parte de los beneficios no tienen que ver con la negociación en sí sino con las inversiones que van a llegar porque le estás dando acceso desde la Argentina a un mercado importante como el europeo. Además, el acuerdo da seguridad jurídica”.
La promesa de las inversiones es una zanahoria que el Gobierno siempre utiliza a la hora de justificar sus reformas. Sin embargo, la inversión extranjera directa brilla por su ausencia y en cambio explota el ingreso de dólares a través de la deuda externa y de la inversión de corto plazo para aprovechar el dólar estable y las exorbitantes tasas de interés que establece el Banco Central.