Descubrir los talentos que hicieron El Eternauta es una de las consecuencias preciosas que destila la serie de Bruno Stagnaro. Entre estos muchísimos profesionales y artistas, destaca el dibujante rosarino Bruno Chiroleu, quien vive desde hace unos años en Buenos Aires. “Ingresé a la serie en 2023 como modelador 3D, y formé parte del grupo dedicado al desarrollo del Virtual Art Department (VAD), organizado por la productora Kramer & Sigman (K&S Inhouse) y dirigido por la gente de Control Studios, que eran Pablo Accame e Ignacio Pol”, comenta Bruno Chiroleu a Rosario/12.

“Nuestra tarea fue dedicarnos al pipeline de los escenarios; es decir, al flujo de trabajo gracias al cual se va armando todo lo que tiene que ver con el desarrollo de los escenarios, como reconstruir calles y barrios enteros. Todo ello a partir de un proceso de trabajo que ya estaba establecido y pensado, es decir, nos encontramos con una estructura fantástica. Cuando me senté ahí, no podía creer lo que había hecho esta gente. Al ver el primer escenario, que fue el de Puente Saavedra, y observar cómo funcionaba, recuerdo haber pensado: "Esto va a salir bien". Sabíamos que no había forma de que eso quedara mal. El equipo de trabajo fue prácticamente chico, de un máximo de 25 personas, con las que nos sentamos todos los días durante dos años, viéndonos las caras, y entre quienes fuimos puliendo todo el proceso”, continúa.

-Empezaron a trabajar en 2023, y el rodaje fue casi inmediato, ¿no?

-Empezamos en febrero de 2023, pero creo que había gente desde enero. De todas maneras, quienes estaban a cargo de Control, junto a la gente de la productora, ya habían desarrollado, planteado y mostrado, muchas cosas, realizadas durante la pandemia. Nosotros recibimos esa primera muestra y a partir de allí, comenzó a llegar todo lo demás. Algo muy particular del desarrollo de esta serie es la fotogrametría; por ejemplo, para todo lo que tuvo que ver con Puente Saavedra, Cabildo y demás, hubo grupos de gente que fueron por tierra, con autos y a pie, a sacar fotos, también con drones. Tomaron medidas bien precisas, con esa información alimentaron al programa Reality Capture, y a partir de ahí obtuvieron modelos 3D de manzanas enteras. Esto es algo que se usa usualmente para cosas mucho más chicas, como un edificio, por ejemplo; pero acá fueron manzanas enteras. Nosotros recibíamos todo eso para pulirlo, trabajarlo y armarlo, con semáforos, metrobuses, puentes, edificios, todo lo que hiciera falta. Nuestro trabajo luego pasaba a la gente de Unreal Engine, que era la que juntaba todo, es un motor que se usa para videojuegos pero también para mucha producción visual; allí se agregaban los efectos, la nieve, el viento, la animación. Terminado ese recorrido, quedabas con un escenario final de volúmenes enormes; es decir, esas famosas pantallas tipo “Mandalorian” que se usaron en toda la parte de Virtual Production (VP). Es decir, en muchos momentos, los actores están con un fondo que fue puesto por nosotros, y permitía que ellos se sintieran mucho más metidos en la situación, en una integración que no ocurre de la misma manera con la pantalla azul o verde.

Los escenarios de El Eternauta fueron "muy pero muy bien pensados". 
 
 

 

-Entonces, el tuyo fue un trabajo de terminación y prolijidad.

-Estaba todo muy pero muy bien pensado; básicamente, lo que tuvimos que hacer fue agarrar ese proceso, pulirlo, y empezar a sacar escenarios a lo pavote, para cumplir con las fechas de rodaje, y con la necesidad de tal o cual escena. Pero estuvimos en todas las etapas: preproducción, producción y postproducción. Fue un proceso, cuando había que realizar determinados fondos, una vez puestos, se evaluaba si estaban como para a dejarlos así o si había que volver a trabajarlos; no todos los fondos que se usaron en VP quedaron, algunos hubo que mejorarlos y cambiarlos. Tampoco era que se descartaran; hicimos varias etapas de cada escenario. Por ejemplo, con el Puente Saavedra, el grado de detalle variaba según el lugar que ocupaban los actores, algunas cosas podían estar fuera de foco y en otras la cámara debía estar más cerca de la superficie, para que se vieran las imperfecciones y el detalle.

-Permitir, en este sentido, una movilidad más fluida a los actores y también a la dirección.

-Lo que hicimos fue una especie de arenero, le dábamos al director un escenario donde pudiera jugar y elegir dónde poner la cámara y ubicar al actor. Stagnaro fluye mucho, en todo momento, lo suyo se va desarrollando en el set, junto a los actores, en el momento; así que nosotros le dábamos eso, algo amplio.

-¿Cómo fue trabajar con Stagnaro?

-Es un tipo de un bagaje técnico amplio, sabe y conoce los programas, está muy metido y es muy curioso. En rasgos generales, él trabajaba con nuestros supervisores, y ellos nos daban las instrucciones. Pero después trabajó mucho con la parte de composición, que es la parte del resultado final, la del establecimiento de los actores con el fondo. Venía a todos los días a visitarnos y a ver en qué en qué andábamos.

-Siendo dibujante de historietas, ¿qué te pasa cuándo pensás en que está siendo parte de la obra de Oesterheld y Solano?

-Mirá, una cosa muy linda fue la de trabajar con un grupo de gente y personas donde muchos tienen una vinculación muy directa con la historieta. En ese sentido, para un montón de nosotros era una de nuestras historietas fundacionales. Y siempre tuvimos un acercamiento respetuoso, si se quiere, más allá de que sabíamos que trabajábamos en una adaptación que no era 100% fiel, y que iba a ser traída al tiempo presente. Conociendo el método de trabajo, era absolutamente lógico; cuando Oesterheld escribió la obra, la basó en su tiempo presente; lo mismo debía ocurrir ahora. Y por otro lado, la técnica con la cual se trabajó hubiera sido imposible de emplear en otra época; o sea, se pudo trabajar con esta técnica porque se escanearon los edificios actuales. Fue fantástico, y las redes se volvieron locas con el tema de incluir las publicidades que estaban en ese momento en los edificios. El Eternauta es una de las historietas que más nos une e identifica. Cada tanto, pasaba algo que te hacía caer la ficha sobre lo que estábamos haciendo, como la primera vez que vimos a Ricardo Darín con el traje, cuando vimos algunos de los escenarios cubiertos de nieve, o cuando Martín Oesterheld venía a visitarnos. Uno lo naturalizaba porque estaba ahí adentro todo el tiempo, pero cada tanto algo te sacudía y te hacía decir: “Esto es una demencia, ¿cómo carajo llegué acá?".