El Gobierno contestó con palos, perros, carros hidrantes y gas pimienta la decisión de los movimientos sociales y los gremios opositores de mostrar en la calle la extensión del repudio a la reforma previsional. En un intento por ahorrarle a sus diputados el mal trago de votar en medio de manifestaciones de protestas, terminó por sacar a primer plano su cara más autoritaria: primero adelantó, para hoy, la sesión de la Cámara baja con la que busca aprobar el ajuste jubilatorio. Como los gremios y organizaciones sociales anunciaron que entonces moverían su cronograma de protestas –los desocupados querían permanecer toda la noche con una vigilia en la Plaza del Congreso, mientras que las dos CTA y la Corriente Federal convocaron a movilizarse al lugar este mediodía–, el Ministerio de Seguridad desplegó un inédito operativo represivo sobre la plaza. Cientos de gendarmes, pertrechados hasta los dientes, dispersaron a los manifestantes que ya habían llegado al Congreso para pasar la noche, y se quedaron en el lugar, haciendo ostentación de fuerzas, de manera “disuasiva”. Tras la represión, la manifestación de esta tarde fue confirmada y sumó además la adhesión de la CGT.
Ayer marchaban, desde Constitución a Avenida de Mayo y la 9 de Julio, las llamadas organizaciones de San Cayetano –la CTEP, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa–. La razón principal de la protesta fue el repudio al ajuste jubilatorio –que recortará también la Asignación Universal por Hijo–, consigna a la que sumaron los reclamos específicos del sector, como el tradicional bono de fin de año para los sectores más vulnerables, que este año Cambiemos decidió suspender. Participaron de la marcha otros movimientos sociales –el Frente Darío Santillán, el Frente de Organizaciones en Lucha, el MTL–, las cooperativas de la CNCT. En en un hecho novedoso, que muestra la voluntad de coordinar acciones de los sindicatos opositores al macrismo, mandaron sus delegaciones gremios de las dos CTA, de la Corriente Federal (como línea interna de la CGT) y el moyanismo.
Esta movilización, que fue masiva –se estima que hubo unas cien mil personas–, realizó un acto en la 9 de julio, tal como lo tenía programado. Luego, ante la noticia de que los diputados adelantaban para hoy el tratamiento del paquete de ajuste, anunciaron que irían a la plaza del Congreso y se quedarían allí, en una vigilia.
La gendarmería desplegó su impresionante operativo para que la movilización no pudiera acercarse a edificio del parlamento. Cuando los primeros manifestantes de las organizaciones sociales y gremios entraron a la plaza, los gendarmes, con perros y en formación antimotín, avanzaron sobre la gente, “barriendo” la plaza con los chorros de los hidrantes para impedir que la vigilia se instalara.
“Ibamos marchando acompañados por un grupo de diputados opositores cuando dispersaron la movilización con gas pimienta, palos y agua. Nadie se lo esperaba”, contó Juan Martín Carpenco, de la CTEP. Daniel Catalano, de ATE Capital, aseguró que pidieron “hablar con el jefe del operativo”, pero nadie quiso identificarse. “En cambio, nos tiraron con gas y agua mientras se llevaban a dos detenidos”.
Los legisladores que intervinieron para frenar la represión también fueron golpeados. A Leonardo Grosso, jefe del bloque de Diputados para la Victoria, un gendarme le soltó un perro que lo mordió en el torso (ver aparte). A Victoria Donda, de Libres del Sur, la patearon (quedó con un hematoma en el tobillo). Juan Carlos Huss (diputado de Entre Ríos del Frente para la Victoria) terminó en la guardia médica por los golpes que le dieron con un escudo en el tórax.
Algunos de ellos, básicamente los que venían marchando, pertenecen al Movimiento Evita,convocante de la protesta, (Grosso, Lucila Del Ponti, Araceli Ferreyra, Mayra Mendoza, Rodrigo Rodríguez). Otros, del Frente para la Victoria (Horacio Pietragalla, Huss, Agustín Rossi) salieron a la calle cuando vieron la represión.
Los dirigentes palparon un ánimo cebado en la fuerza de seguridad. Por ejemplo, señalan que incluso antes de llegar al Congreso, cuando estaban haciendo un acto con oradores en la esquina de Avenida de Mayo y la 9 de Julio, una caravana de hidrantes ostentó su presencia, circulando a pocos metros de las columnas de manifestantes. También denunciaron que hubo infiltrados: un grupo de desconocidos tiró una bomba de estruendo en medio de la concentración. Esto generó una corrida, algo especialmente peligroso en los actos de las organizaciones sociales, en los que se movilizan familias con sus niños.
“No sólo estaba todo militarizado, sino que desde antes de que llegáramos al Congreso la Gendarmería intentó generar incidentes”, remarcó en este sentido Gildo Onorato (CTEP-Movimiento Evita).
Los movimientos sociales tomaron la decisión de desconcentrar su gente cuando la dirección de la CGT anunció que se sumará a la movilización de hoy y llamó al paro general de mañana. Volverán a la plaza esta tarde, a partir de las 14. varios gremios de la CTA –como el de los docentes de la Ctera– hacen además paro para facilitar la adhesión de sus afiliados a lo que se espera sea una multitudinaria expresión de resistencia al paquete de ajuste.