Egipto sufrió ayer el ataque más grave en el país contra un lugar de culto cristiano en décadas. Al menos 25 personas murieron y otras 49 resultaron heridas en un atentado con bomba contra el complejo eclesiástico donde se encuentra la catedral ortodoxa copta de San Marcos, en El Cairo. El presidente Abdel Fatah al Sissi declaró tres días de duelo oficial por el atentado, al que no dudó en calificar de “vil ataque de terrorismo”, y dijo que apuntaba a la nación, tanto a coptos como a musulmanes. “Egipto, como siempre, tan sólo ganará en fuerza y unidad al enfrentarse a esas situaciones”, manifestó en un comunicado la presidencia poco después del ataque, que al cierre de esta edición no fue reivindicado por ningún grupo.

Según fuentes de seguridad citadas por los medios locales, el atentado fue perpetrado con una bomba colocada en la puerta de la Iglesia de San Pedro, situada junto a la Catedral copta de San Marcos y la sede del patriarca de la Iglesia Ortodoxa Copta, Teodoro II, en el barrio de Al Abasiya. La explosión tuvo lugar durante una misa en la que participaba un gran número de fieles, según las mismas fuentes, que explicaron que la entrada de la iglesia donde se colocó el explosivo daba a la transitada calle Ramsis y no al interior del complejo religioso.

Las fuerzas de seguridad armaron un cordón en torno a la zona, adonde acudieron numerosas ambulancias. El diario egipcio Youm al Sabaa mostró imágenes del interior de un templo ortodoxo en el que se podían ver los destrozos causados por la explosión y manchas de sangre en el suelo. Decenas de personas se amontonaron en la zona acordonada por los agentes. “¡El ministro del Interior debe renunciar!”, gritaron algunos y criticaron que las fuerzas de seguridad no hubieran previsto el ataque.

“Me siento triste, No puedo imaginarme que algo así ocurra mientras la gente reza en la iglesia”, señaló Badi, un ingeniero cristiano que contemplaba la escena al otro lado de la calle. El primer ministro, Sherif Ismail, y el titular de Interior, Magdy Abdel-Ghaffar, se acercaron al lugar del ataque. En las imágenes de la TV estatal egipcia se observaba manchas de sangre y escombros tirados sobre el suelo de la iglesia. 

También las autoridades islámicas condenaron el ataque, cuyos autores fueron calificados de enemigos del profeta Mahoma.