Si bien en su primer y único show hasta el momento en Buenos Aires, en el Lollapalooza 2014, Win Butler, frontman de Arcade Fire, aseguró que su hermano fue concebido por sus padres durante un periplo por la capital argentina, William, al otro lado del teléfono, ofrece su versión del asunto: “Mi mamá estaba embarazada de mí la vez que fueron. Y casi llegó a darme a luz allá. Me gusta fantasear con qué hubiera sucedido si eso pasaba”, reflexiona el multinstrumentista de 35 años. “El que tiene un vínculo real con la Argentina es Jeremy Gara (baterista del grupo), porque su padre es argentino–italiano. Lo único que me arraiga con la cultura local es mi fascinación por Buenos Aires, por su comida y por el helado”. El músico regresa esta noche junto a sus compañeros para coronar la primera fecha del festival BUE 2017, en Tecnópolis, donde presentarán, a las 21.15, uno de los mejores cancioneros de este siglo, al igual que su nuevo álbum de estudio: Everything Now.
Siguiendo la línea del anterior Reflektor (2013), en el que la banda formada en 2001 convocó a un productor representativo de la música bailable de esta época, James Murphy (líder de LCD Soundsystem, que estará en el Lollapalooza local de 2018), para llevar adelante una propuesta que sorprendió por su euforia groovera, este quinto trabajo de estudio no deja dudas de lo cómodo que se siente el grupo icónico del indie post 2000 con su pelaje festivo. Al punto de cantarle al consumismo exacerbado en clave de synth pop, electro, ritmos afrocaribeños y una música disco con cierto gusto a ABBA, además con la complicidad de profesionales que saben del tema: los productores Thomas Bangalter (Daft Punk), Geoff Barrow (Portishead) y Steve Mackey (Pulp). No obstante, pese a que se trata de una propuesta ambiciosa, alucinante y fresca, la opinión pública parece preferir la impronta épica que lo dio a conocer y posicionó a través de los álbumes Funeral (2004), Neon Bible (2007) y The Suburbs (2010). Eso, al parecer, se tradujo en la poca convocatoria que tuvo esta gira.
–¿Cómo lidian con las críticas no sólo en el ámbito estético, sino también en lo promocional? Desconcertó el marketing que desarrollaron en Internet a partir de críticas musicales satíricas y noticias falsas.
–Debido a que iba a salir luego de las elecciones presidenciales que ganó Donald Trump, y tenía como título Everything Now, pensamos que era un buen momento para tratar temas como las noticias falsas y la manera en que funciona la prensa. Cuando sacás un disco, los medios son los que tiran la bajada de línea. Entonces nos preguntamos: “¿Qué pasa si lo hacemos nosotros?”. Estábamos tratando de ver de primera mano cómo es todo. Aprendimos sobre la forma en que funciona Internet y ese ciclo de retroalimentación insano. Proporcionamos la munición para las personas que querían escribir cosas negativas sobre la banda.
–¿No le parece que el experimento les jugó en contra?
–Entiendo la crítica porque somos afortunados por el éxito que tenemos. Pero el nivel de mezquindad que existe es tan grande que vale la pena señalar la falsedad de esas cosas. El panorama de los medios cambió: se convirtió en una desalmada picadora de carne. La campaña de Everything Now estaba sucediendo en el contexto de todo eso, y no podíamos hacer la vista gorda con respecto a lo que sucede en Norteamérica y el resto del mundo.
–¿Tanto peso tiene el contexto en su música?
–Cuando hacemos discos, no dejamos de vivir en el mundo real y ser humanos. Y el ser humano es estar conectado con el mundo, con sus hermosos y atroces momentos sucediendo en nuestra historia contemporánea. Siempre fue parte de nuestro proceso creativo.
–¿Dónde quedó la épica en medio de tanta música bailable?
–Siempre nos gustó ver bailar a nuestro público, no entiendo lo sorpresivo que puede ser para muchos que hagamos música como ésta. En nuestro primer álbum, Funeral, lo pusimos de manifiesto. Junto a “Wake Up”, que es quizá la canción que más le gusta a la gente, ahí convive “Rebellion”. La experimentación fue lo que nos llevó a hacer eso. Me parece increíble que pudiéramos hacer algo que en un principio nos parecía imposible.
–¿Por qué convocaron a Thomas Bangalter, de Daft Punk, para que coprodujera Everything Now?
–Nos habíamos cruzado con él en varios shows en los Estados Unidos (el productor electrónico francés también es coautor del tema que titula el disco). A pesar de que nuestra música no es la misma, algo que nos aúna es cómo abordamos el detalle. Pensamos en el arte y la música de la misma manera. Ese también es el caso de Steve Mackey, de Pulp, y para nosotros ese rasgo es esencial. Si dicen que algo es bueno o malo, sabemos que tienen buen gusto.
–Para lograr que cada disco se transforme en un laboratorio sonoro, el trabajo en el estudio debe ser complejo. ¿Cuál fue la novedad en este caso?
–Cada álbum está empapado de ideas que tomamos afuera, y cuando llegamos al estudio las ponemos en marcha. No sabe el placer que da ver a tus compañeros tirando propuestas todo el tiempo. Me siento muy feliz y afortunado de hacer música hasta el hastío y de tocar en vivo, para luego repetir el proceso. Al principio, te lo tomás muy bien. Pero luego se torna en algo monótono. Lo que cambia, y quizá esto es lo mágico de todo, es la forma en que lo devuelve el público en cada show.
–Otra de las características de Arcade Fire es la multiplicidad de instrumentos que tocan sus músicos. Usted toca guitarra, bajo y teclados. ¿Cómo decide qué va a interpretar en cada canción?
–Usamos todo constantemente. Durante el show en vivo es donde más se nota, parece una tienda de instrumentos usados. Somos nueve músicos en escena que no sabemos hacer las cosas de otra manera. Aunque desde el principio siempre fue así.
–Una de las últimas grabaciones que hizo David Bowie fue con ustedes en el tema que le da nombre al álbum Reflektor. ¿Qué recuerda de ese momento?
–En retrospectiva, la suerte de su aporte y pasar esos últimos momentos con él en el estudio. Como si se tratara de una paradoja, ese tema lo grabamos en el mismo lugar donde David grabó “Fame” junto a John Lennon. No recuerdo que el mundo se sintiera tan pesado después de la pérdida de un artista como ése. También tuve la fortuna de compartir con gente muy grossa como David Byrne, que fue una de las experiencias más transformadoras de mi vida, o de hacer videos con Spike Jonze. Todo ha sido muy emocionante.
–Aunque Arcade Fire es considerado un representante del indie, su espectro sonoro es amplio. ¿Le incomodan las etiquetas?
–Creo que el rock es muy amplio y cambiante, y en general prefiero mantener mis géneros así. Me gusta pensar simplemente en “rock” y tener a mucha gente en esa categoría, y no decir: “Esto es post hardcore experimental” o “esto tiene influencias latinas ochentosas”. Esto es música, y todo el tiempo los estilos se mezclan. Creo que los géneros musicales se están disolviendo o se están haciendo tan pequeños y específicos que se vuelven confusos. Nuestro abuelo tocó en una big band, lo que trajo energía pura al rock. Eso es lo que tratamos de explorar con nuestro grupo. Eso es lo que significa ser descendiente del rock and roll.