"Yo no soy muy amante de las fechas y ese tipo de cosas", se sincera Coki Debernardi, el compositor y guía de un proyecto que, bajo el sello The Killer Burritos, se convirtió en una entidad capaz de mutar en su forma pero nunca en esencia. Sin embargo, de cara a un cierre de año al que el cantante y guitarrista entiende como "muy complicado", aquella parquedad revisionista quedó a un lado para conmemorar veinte años de historia. "No sé hacer este tipo de ejercicio de memoria o balance, incluso no sé si es exacto, quizás tenemos más de veinte años, pero veinte tenemos seguro, así que decidimos festejar", resume entonces Coki, que mañana a las 23 sacudirá La Sala de las Artes (Suipacha y Güemes) junto a Tito Barrera (batería), Franco Mascotti (guitarra y coros), Eloy Quintana (bajo y coros), Marcos Prieto (teclados) e Isidro Llonch (guitarras).
Y aún cuando esta versión 2017 de los Killer Burritos difiere en mucho de aquella primera --con los Mortadela Rancia Gonzalo Aloras, Lisandro Falcone y Diego Giordano-- hay un espíritu perenne que atravesó a las distintas formaciones que, a lo largo del tiempo, secundaron con solidez a Debernardi, que define: "Este es el caso de una banda muy extraña. En estos veinte años pasaron una cantidad de músicos, fueron muchas bandas, se formaron muchas otras bandas, se hicieron carreras solistas a partir de Killer Burritos. Es como un balance muy extraño de hacer, porque los discos no están grabados por las mismas personas, salvo por mí...".
Factor común e hilo conductor de toda la historia, Coki es un líder que se respalda, una y otra vez, en el factor grupal. "Eso es lo que lo hace interesante, esa mixtura de gente, esa manera de entender el concepto que cada uno trae a la banda. Sobre lo que significa tocar en una banda que no repitió nunca un concierto. Y son muy pocas las oportunidades en que hemos repetido versiones o formas de tocar la música. Eso mismo se vino haciendo desde hace veinte años", apunta el cañadense.
Y remarca: "Son ejercicios de libertad absoluta, maneras de entender los vivos, de una manera muy brutal y muy preciosa también. Porque nunca sabés cómo va a ser el próximo show. Es como un acuerdo tácito en que solamente nos vamos a subir a un escenario para disfrutarlo, disfrutar de las posibilidades casi infinitas que te brinda la música. Es una situación rara, pero muy placentera. Siempre hay algo de la música que nos sorprende, que nos tira una vuelta más de solo, alguna vuelta más de intro, un estribillo de más, algún arreglo que se le haya ocurrido a alguien en ese momento. Eso representa mucho peligro, y es maravilloso. Aunque estemos hablando de canciones de pop y de rock simples, que no conllevan peligros armónicos".
‑ Conceptos que suelen estar asociados a géneros como el jazz...
‑ Claro. Es que a veces la nuestra funciona como una banda de jazz. Nosotros mismos nos miramos en el momento y nos reímos cuando eso pasa, no podemos creer que esté funcionando algo que no habíamos planeado, y lo disfrutamos. Supongo que la gente también lo disfruta mucho, por eso sigue viniendo a los conciertos, porque sabe que no es lo mismo que vieron por última vez. Aunque no haya una novedad anunciada, saben que no escucharán el mismo concierto. Ese es el balance que saco, esa felicidad de poder tocar música con la gente que quiero. Nos elegimos mucho con los integrantes de la banda y somos muy felices de verdad haciendo esto. Es una banda de veinte años que no tiene pérdida, pero no hacemos esto porque tengamos la suerte de tener una estructura atrás que nos banca.
‑ Si se lo piensa, ese puede ser el gran logro de los veinte años...
‑ Es eso, sí. Y mucho cariño de parte de la gente. Nosotros sentimos que las canciones han llegado a un lugar noble, casi solitas, con el empuje del boca a boca por muchos lugares de la Argentina, por muchos lugares del mundo. Llegaron a mucha gente que uno no esperaba y se van haciendo un lugar en el inconsciente colectivo de muchas personas. Incluso nos pasó con el último disco, que si bien no es un disco de hits, la gente lo quiere mucho de verdad, le parece que las canciones son sinceras de verdad.
‑ Cuando mencionás el poder de esas canciones, no puedo dejar de apuntar que no sos alguien que se preocupe demasiado por la sobreexposición. De hecho, muchas veces has evitado dar entrevistas por considerar que no tenías nada nuevo para decir, algo que va en contra de los parámetros del mercado, de la venta del producto.
‑ Sí, yo soy muy vago con eso. Soy extrañamente vago con la defensa de las canciones, me parece que no he sabido hacerlo bien. Y me parece que ya es un poco tarde, porque soy así. Y porque disfruto mucho de la gente que es curiosa. Yo soy curioso y no necesito no necesito que un artista haga declaraciones grandilocuentes y me explique su disco para interesarme por su obra. Si me interesa alguna cosa que haya dicho alguna vez alguien y me lleva a escuchar discos, bienvenido sea, pero si me interesa una canción y con eso descubro una banda, también bienvenido sea. Me es muy difícil ponerme a defender canciones en lugares donde sé que no son el ámbito. Si una persona que nunca nos vio viene a un show y después me dice que le pareció increíble, me gusta mucho más que una nota forzada en una revista. Si bien nunca hemos tenido malas críticas (que tampoco hemos forzado) en revistas muy importantes de música, eso nunca me ayudó demasiado. Sé que ni a mí ni a la banda nos ayudó demasiado. Eso ayuda a formar otro tipo de opiniones. Muchas veces ayuda a formar tribus, a formar un determinado tipo de pensamiento uniforme que no me interesa. Sí me interesa que venga alguien y me diga: "Eso tuyo no me gustó nada". Pero porque lo escuchó, no porque lo leyó o lo escuchó en de boca de otra persona. Me gusta que alguien me diga: "Mirá, esto lo escuché y me parece que estás haciendo la misma cagada que hace mucho tiempo". Sí, bárbaro, es verdad, hace mucho tiempo que hago la misma cagada, es la que me sale y la estoy haciendo honestamente. Y si no te gusta, estás en todo tu derecho, te agradezco el tiempo de escucharlo. Y si viene con cariño, digo lo mismo: muchas gracias, son canciones, las hice para que les gusten, las tocamos para que pasen un rato felices. No es mucho más que eso. No puedo meterme a otro mundo. El mundo de la sobreexposición sin una base me resulta inabarcable. Necesito tener una base sólida de canciones y de shows. Necesito tener un buen vivo para sentirme bien. Y eso me sale bien. Entonces estoy mucho tiempo pensando en eso: en lo que me sale bien, no en lo que me sale mal.