Desde Londres
La prepotencia del gobierno macrista le genera enemigos donde no los tenía. Entre las veinte personas que desafiaron el frío polar londinense para protestar con una cinta que les tapaba la boca frente a la residencia oficial del embajador argentino esta semana, se encontraba Nick Dearden, director de la influyente Global Justice Now, una ONG con sede en Londres que lleva años luchando por un orden internacional y social más justo. Dearden y su ONG decidieron sumarse a esta protesta organizada por “Argentinos para la Victoria - Provincia 25” contra el silenciamiento de periodistas y organizaciones no gubernamentales, la represión a los mapuches y a los trabajadores. Sacándose la cinta-mordaza para hablar con PáginaI12, el director de Global Justice Now calificó de “incompetente papelón” la prohibición al ingreso de ONGs. “He asistido a reuniones de la OMC realizadas con dictaduras y jamás nos sucedió esto. Es francamente insólito”, dijo.
–¿Por qué cree que el gobierno tomó esa decisión?
–Es una medida indudablemente draconiana. Históricamente los gobiernos que adoptan este tipo de políticas de austeridad, liberalización, privatización, recortes del sector público, toman medidas represivas para acallar la resistencia popular. Esto no me sorprende. Lo que sí me sorprende es que adoptan este tipo de políticas con su propia población, pero de cara al extranjero intentan mostrar una fachada liberal y tolerante, favorable al libre mercado. En general, ni las dictaduras quieren presentar una imagen represiva de cara al mundo. Y hacerlo en una conferencia internacional que tiene gran cobertura global como la de la Organización Mundial del Comercio, es insólito. La primera vez que lo veo.
–Se ha hablado mucho de un posible acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur que iba a ser anunciado en esta cumbre. ¿Cree que el Gobierno quiere silenciar voces críticas? ¿O le parece que más bien es un mensaje, a los argentinos y al mundo, de que están dispuestos a lo que sea para llevar su programa económico adelante?
–Nosotros tenemos muchas críticas sobre un posible acuerdo como el que se está gestando en absoluto hermetismo entre las dos partes, pero normalmente nuestras críticas se dirigen a nuestro propio gobierno. No nos centramos en lo que hacen otros gobiernos salvo en casos extremos. A mi juicio, por las ONGs que eligieron atacar, se trata de un mensaje mucho más general a la comunidad internacional de que no van a parar ante nada. Y reitero que estuve en cumbres en países con gobiernos que no habían sido elegidos democráticamente y nunca me pasó algo así. Pero por más que lamento no haber podido ir a la cumbre en Argentina, este mensaje me preocupa enormemente por lo que dice respecto a los que se oponen y critican a este gobierno en el país.
–Se podría decir que hay un mensaje encubierto a los inversores internacionales.
–Exactamente. Una manera de decir que la ola rosa (pink tide) de gobiernos de centroizquierda en América Latina se acabó. Pero si esa es la intención, el mensaje no me parece muy inteligente porque, si bien es cierto que el capital extranjero quiere tener acceso al mercado argentino, la represión de la sociedad civil es un mensaje incompetente que le complica la vida hasta a los gobiernos que podían tener una posición favorable a las políticas que sigue Mauricio Macri. Visto en el contexto de los hechos sucedidos en Argentina en los últimos meses, con la muerte de dos personas durante protestas, y la política cada vez más represiva del gobierno, estamos ante una escalada que es realmente preocupante. En ese sentido, este mensaje de que están dispuestos a hacer lo que sea es más fuerte hoy gracias a la prohibición del ingreso de las ONG.
–La historia no termina acá. Mauricio Macri presidirá la cumbre de los G20. ¿Cree que esto afectará su posición en esta cumbre?
–No se puede ser el anfitrión de una cumbre así y prohibir arbitrariamente el ingreso de voces críticas. No es democrático. Es inaceptable. Macri no está a la altura de este tipo de eventos. Al mismo tiempo, si bien hemos visto que muchos gobiernos han protestado enérgicamente ante la prohibición, otros no lo han hecho, entre ellos mi gobierno, como dejé en claro en la carta que publicó “The Guardian” este lunes. Y si bien la Organización Mundial del Comercio dijo públicamente que no estaba de acuerdo y en su comunicación privada conmigo, por ejemplo, lamentó enormemente lo ocurrido, la realidad es que no tomaron una medida realmente fuerte como para mostrar que esto es inaceptable. Este es un mensaje peligroso a nivel internacional. Porque si organizaciones globales toleran actos de este nivel de autoritarismo, nos adentramos en un nuevo escenario mucho más represivo a nivel internacional. Hasta acá había habido cierto espacio para la crítica y el debate, que la OMC ha tolerado que se cierre.
–El gobierno argentino no le permitió expresar su postura respecto a esta cumbre. ¿Cuál es la posición que hubiera asumido el Global Justice Now en sus encuentros en el país?
–Hace mucho que criticamos a la OMC. Pero no tenemos nada que ver con la posición de un Donald Trump, que lo único que quiere es que no haya ningún tipo de reglas para que gobierne el más fuerte. Lo importante es quién crea estas reglas y para quién. y uno de los problemas de la OMC es que los países desarrollados han impuesto sus intereses sobre las naciones en desarrollo. Agricultura es el caso más obvio. No hay protección para los campesinos de los países en desarrollo y, en cambio, hay todo tipo de subsidios en Estados Unidos y la Unión Europea para sus granjeros. Esta doble vara tiene que ser resuelta para que la misma OMC sobreviva, sobre todo con la amenaza que significa Trump. Hoy en vez de la agenda para el desarrollo se quiere negociar todo un nuevo tipo de reglas para el comercio electrónico, por ejemplo, para beneficiar a grandes corporaciones como Amazon o Alibaba. Esto es muy peligroso para la privacidad, en un momento en el que la información es el nuevo petróleo del mundo de los commodities de la globalización.