¡Qué lindo es navegar por los papeles de “Gabo”! La sensación de vértigo y de asombro galopa en la mirada cuando se husmea la versión corregida de un manuscrito, una carta o las fotos de su infancia. ¿Qué corregía? ¿Qué tachaba? ¿Qué circulaba? ¿Qué escribía a mano? “Hace unos seis meses declaré en una revista norteamericana: Si Clinton es reelegido será uno de los grandes presidentes de los Estados Unidos. Esta carta es para enviarle mi congratulación cordial por su reelección, y para reiterarle el pronóstico. Créamelo: el único oficio que ansío es el de profeta”, afirmó Gabriel García Márquez al entonces presidente Bill Clinton, en una carta fechada el 29 de enero de 1997, en la Ciudad de México. Hay una breve esquela, escrita de puño y letra por el escritor colombiano, sobre Shakira: “Nada que se diga o no se diga de Shakira podrá ya cambiar su rumbo de gran artista”. El material es de tal magnitud, miles de páginas, que la impresión que causa es que no alcanzará la vida para poder verlo y revisarlo todo. El archivo personal de García Márquez, que compró el Harry Ransom Center, un centro de documentación literaria que depende de la Universidad de Texas, puso en Internet 27.500 documentos, una buena parte del archivo que adquirió por 2,2 millones de dólares en noviembre de 2014, meses después de la muerte del autor de Cien años de soledad.

En el manuscrito de Noticia de un secuestro, versión del 3 de octubre de 1995 se lee: “Antes de abordar el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba”.  El escritor tachó con tres líneas abordar -tachadura que, por el trazo, se intuye que fue en un estado de enojo o de ira-  y la reemplazó por “entrar en”. Simplificar y transparentar, hacer que las palabras suenen sin molestar. Que no sean como piedras en el oído o en el zapato de los lectores. Aunque no está la totalidad del archivo digitalizado, hay contenido para leer y cotejar. El listado de manuscritos es abrumador. Hay varios manuscritos Del amor y otros demonios, como el que indica que es “primer original corregido por el Sr. García Márquez”; El amor en los tiempos de cólera, “copia corregida por Gabo en París en XI-85, última corrección”; El general en su laberinto, versión final 2; El otoño del patriarca, mecanografiado con correcciones; Memoria de mis putas tristes, versión 6, y varias de sus memorias Vivir para contarla, entre tantos otros. Una valiosa herramienta que incorporó el archivo es el mirador que permite comparar las distintas versiones de los manuscritos. Se puede leer una novela entera en sus diferentes ediciones previas, una al lado de la otra, para ver cómo fue evolucionando la escritura párrafo a párrafo.

Una de las “rarezas” es la carpeta sobre el Nobel, donde se encuentran diversos recuerdos desde los boletos de avión de las compañías Iberia y Air France, cuando voló hacia Estocolmo para recibir el Premio Nobel de Literatura en diciembre de 1982, hasta el menú de la cena de gala y los gastos del hotel donde se alojó, el Gran Hotel de la capital sueca, en la habitación 239. No podía faltar el discurso que pronunció cuando aceptó el Nobel: “La soledad de América Latina”. La colección digital no incluye ninguno de los diez borradores de la última novela inédita de García Márquez, En agosto nos vemos, que él consideraba que no estaba lista para publicar. Aunque un capítulo de esa novela fue publicado por el diario español La vanguardia en 2014, poco después de la muerte del escritor colombiano a los 87 años, los familiares afirmaron que no tienen planes de publicarla. Hay digitalizados 22 cuadernos en los que “Gabo” coleccionaba críticas, comentarios sobre sus obras y entrevistas en la prensa. Hay  más de 300 fotos personales de su infancia o de sus abuelos, algunas con Fidel Castro y también todos los pasaportes vencidos que guardó.

El Harry Ransom Center contiene una colección única de fondos con materiales de James Joyce, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Virginia Woolf, William Faulkner, Samuel Beckett, J.M.Coetzee, T.S.Eliot, Ernest Hemingway, Doris Lessing y George Bernard Shaw, entre otros grandes nombres de la literatura universal. Después de medio siglo coleccionando archivos de escritores tiene más de 40 millones de papeles y más de 80.000 imágenes que se pueden consultar online. “A menudo los albaceas tienen una visión restrictiva de su propiedad intelectual, creyendo que el uso académico amenaza o disminuye los intereses comerciales”, aseguró Stephen Enniss, director del Centro Harry Ransom. “Agradecemos a la familia de Gabo por liberar su archivo y reconocer este trabajo como otra forma de servicio a sus lectores de todas partes”, agregó Enniss. “Mi madre, mi hermano y yo siempre tuvimos el compromiso de que el archivo de mi padre llegara a un público lo más amplio posible –dijo Rodrigo García, hijo del escritor, en un comunicado–. Este proyecto permite un mayor acceso al trabajo de mi padre, incluyendo la comunidad global de estudiantes e investigadores”.