El Torneo Apertura comenzó a fines de enero bajo el influjo de los millones de dólares que River y Boca invirtieron para reforzar sus planteles y que los convirtieron en los grandes candidatos al título. Cuatro meses más tarde, termina con Huracán y Platense llegando a la final del domingo en Santiago del Estero con un mensaje opuesto: sin nombres rutilantes ni presupuestos elevados, pero con bajo perfil, mucho trabajo, gran poder de convicción y un compromiso colectivo a toda prueba, también se puede pelear un título.