Las filmaciones endiosando a la jueza Julieta Makintach forzarán definiciones este martes. En el edificio de los tribunales de San Isidro ven improbable que ella misma decida dar un paso al costado con el argumento de que “es injusto, pero sufro violencia moral”. Por lo tanto, tendrán la palabra los otros dos jueces del Tribunal Oral Penal 3, Maximiliano Savarino y Verónica Di Tommaso. Podrían recusarla ellos mismos o, por el contrario, sostenerla aduciendo que nada de lo difundido afecta su imparcialidad. La mayoría de los fiscales y jueces consultados por Página/12 creen que Makintach violó las normas internacionales, establecidas por las Naciones Unidas, que prohíbe a los jueces tener “conductas indecorosas, inapropiadas, que no hacen a su función institucional”. Por lo tanto, afirman que la jueza no puede seguir en el juicio. En un sentido parecido, la Facultad de Derecho de la Universidad Austral tomó la decision de suspender por tiempo indeterminado a Makintach hasta que se aclaren los hechos. La jueza es docente allí desde hace diez años. En San Isidro hay voces que insisten en que el juicio y las audiencias realizadas hasta acá deben salvarse. Es decir, designar un nuevo juez, que vea los videos de todas las audiencias y, cuando esté en condiciones, reanudar. Por supuesto, habrá objeciones, pedidos de nulidades y lo que cada parte pensará que le conviene.

Como se sabe, durante el fin de semana se conocieron varias grabaciones, realizadas por un equipo de producción, en las que se ve a la jueza ingresando un domingo al edificio de los tribunales de San Isidro, tomando el ascensor, entrando a su despacho. Se trató de una actuación, ya que le pidieron que se corriera el pelo o que repitiera su presentación. Todas las tomas parecen tener el objetivo de la autopromoción, de un video --profesional-- para mostrarle a sus hijos y nietos, a sus alumnos y amigos. El camarógrafo declaró que cobró 550.000 pesos y la amiga de Makintach, que lo contrató, sostuvo que era una grabación para la jueza, casi doméstica.

En principio, no creen en San Isidro que las imágenes sean parte un documental para una plataforma, pero tampoco se puede descartar. Los fiscales Patricio Ferrari y Cosme Iribarren no pueden desechar la idea de que se trate de un negocio, que exista un guion y que ese guion esté direccionado. Eso sería hacer dinero con el juicio a Maradona, algo violatorio de cualquier norma. Y habría que ver qué dirección tenía ese guion, porque afectaría de manera grosera la imparcialidad. Por ahora, no hay pruebas de eso.

Hay un hecho que sí parece probado y es que la jueza mintió. Cuando el abogado de Leopoldo Luque, Julio Rivas, señaló a las dos personas que estaban tomando imágenes de las audiencias --algo que fue vedado por la Corte bonaerense--, ella dijo que no tenía nada que ver con ellos y las evidencias demostraron que sí. No sólo ingresaron a la sala con el visto bueno de Makintach, sino que está claro que también filmaron un domingo, en la semana previa al juicio. Esa mentira de la magistrada la pone en una situación de poca confiabilidad, más allá de que en la denuncia intentarán adjudicarle delitos más bien difusos: incumplimiento de los deberes de funcionario público, abuso de autoridad y tal vez otros.

Aparecen entonces dos hipótesis:

La juez decidió dejar documentado su momento de supuesta gloria, en uno de los juicios de mayor trascendencia en la Argentina y el mundo. Las imágenes no se habrían tomado para ser difundidas en un documental sino para que sean vistas por su entorno o, a lo sumo, en algún congreso de Derecho Penal. Makintach, según parece, presentó una tesis sobre la comisión de delitos por omisión, que es justamente lo que se debate en este juicio: lo que el equipo médico supuestamente no hizo y que derivó en la muerte del 10. En este caso, Makintach parece haber incurrido --según los fiscales y algunos de los abogados que intervienen en el caso-- en conducta impropia, indecorosa, y que, por lo tanto, muestra un desequilibrio que no la hace confiable.

* La segunda hipótesis es que la magistrada aceptó la propuesta de alguna productora o ella misma impulsó una producción sobre el juicio por el deceso de Maradona, con ella como protagonista. El rumor era que se iba a llamar La jueza de Dios, algo que no está comprobado de ninguna manera. Pero si se comprobara esta alternativa, las cosas serían aún más graves porque evidenciarían un negocio con el juicio.

En cualquiera de los casos, se pone sobre el tapete la permanencia de Makintach en el juicio. En el código de ética votado por Naciones Unidas en Bangalore, India, esas conductas inadecuadas e indecorosas son determinantes, aunque se ha visto aquí que aquel código de ética fue violado en forma reiterada por magistrados que aceptaron viajes pagados por empresarios o que visitaban a presidentes en Olivos y la Casa Rosada. Este lunes, varias partes pidieron ya el apartamiento de Makintach. En San Isidro no creen que ella tome la iniciativa, argumentando que sufre violencia moral injusta. La segunda posibilidad es que los otros dos jueces del tribunal recepten las recusaciones y se tomen un plazo corto para resolver. Si la sostienen, habrá una apelación a la Cámara Penal de San Isidro que, hasta ahora, viene resolviendo que otros tres jueces de tribunales orales tomen una decisión. Tampoco es descabellado que alguna de las partes pida la nulidad del juicio, lo cual llevaría el caso a la Cámara de Casación en La Plata.

En el edificio de San Isidro están los que creen que el juicio debe salvarse como sea, que ya hubo un largo trayecto y que es insoportable que se repitan las declaraciones altamente emotivas de la familia de Maradona y alguno de los acusados. La alternativa es que se designe otro juez, por sorteo, y que se integre al Tribunal Oral. En realidad, Makintach era parte de otro tribunal, el 2, pero dicen en San Isidro que fue la única que quería ser parte del juicio. Sorteado otro magistrado, deberá dársele tiempo para que vea los videos de todas las audiencias y fijar una fecha para el reinicio. Todo será motivo de objeciones. Lo evidente es que el juicio está en peligro.