“La gente está haciendo más de dos horas de cola para ver las Infinity Rooms de Yayoi Kusama. Quiero ahorrarles algo de tiempo”, explica el ilustrador brit Jon Burgerman, con residencia en Nueva York, sobre su más reciente y ocurrente obra: La caja infinita (en inglés, Infinity Box). Caja cuyo interior emula (con relativa precisión y definitiva inspiración) las popularísimas habitaciones infinitas de la popularísima damisela japonesa, una de las artistas vivas más valoradas del planeta tierra, que convoca hordas de aficionados con sus juegos de espejos, luces y estampas. Hordas dispuestas a pasar varias horas en fila, amén de ingresar a las mentadas habitaciones por los reglamentados 30 segundos y sacarse la selfie de rigor. “Instagram sin duda ha alimentado el frenesí”, admiten voces especializadas al subrayar cómo “esperar largos períodos de tiempo para ver las instalaciones espejadas de Yayoi ya es parte esperable de visitar sus muestras”. Cuestión que, para evitarles el mal trago de pasar extendido rato en el frío, ha comenzado a acercarse Burgerman desde los pasados días a la Galería David Zwirner, en NY, donde numerosísimas personas aguardan diariamente para ingresar a la muestra Yayoi Kusama: Festival of Life. Lo hace provisto de su Infinity Box, de interior cubierto por espejos y papel brillante, y dos agujeros: uno para que el espectador pueda ver la mini instalación; el otro, para que Jon pueda tomarle una foto cuando lo hace. “Quiero ofrecer a la gente la opción de obtener una selfie rápida y gratuita con mi versión. Pienso que, tal vez, si solo están haciendo cola para una foto genial, la caja podría ser suficiente alternativa”, explica en sardónico tono. Y aunque muchos han accedido divertidos a probar su petite versión, reconoce el muchacho que nadie ha abandonado la intención de ingresar a la exposición: “Quizás la espera es ahora parte integral de la experiencia Kusama. Como con otro sinnúmero de ofertas para las que hay que hacer larguísimas colas en NY –comprar un cronut o un bagel arcoíris, por caso– se ve que hay cierto placer en demorar la satisfacción”.
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