“La gente que fue a ver esta reunión de Los Piojos con los ojos, los oídos y el corazón puestos en el pasado, comete un error”, afirma Juan Cruz Revello sobre esta vuelta de la banda. Y vaya que el periodista juninense (establecido en Rosario) es voz autorizada, porque, amén de ser fan de la banda, es autor del libro Los Piojos en los 90: del barrio a los estadios, cuya segunda edición acaba de ver la luz y tendrá una nueva presentación porteña este jueves 29 a las 20 en Niceto Bar (Niceto Vega 5507). “Ciro tiene la virtud de leer las épocas, y estos shows están preparados para que sean de la generación 2024/2025 de Los Piojos. Ésta formación además es una big band, en la que hay teclados, sección de vientos, dos bateristas y arreglos de las canciones que no estaban las versiones de los 2000 y los 90”.
-Al principio sólo se iban a hacer los shows de La Plata, y luego se fueron sumando más fechas. ¿Cuánto tiempo creés que durará esta reunión?
-Pensé que no iban a tocar más de lo anunciado inicialmente. Pero están recibiendo ese cariño, les está yendo bien y la están pasando bien. Aunque hay que tomar en cuenta que cada uno por separado tiene su proyecto. De hecho, La Franela estaba grabando un disco.
-¿Viste venir este regreso?
-Uno como periodista tiene cierta intuición. Más allá de las internas que tuvieron y de las declaraciones públicas que hubo, sabía que en algún momento se iban a juntar. Más allá de eso, empecé a sentir en gente vinculada al universo del rock una especie de reconocimiento tardío a la obra de Los Piojos. En ese momento, volví a escuchar sus discos, porque había dejado de hacerlo. Entonces recordé cuando viajaba a Buenos Aires, porque en esa época entendí a la ciudad, y en especial al Conurbano bonaerense, gracias a esas canciones. En ese sentido, Andrés Ciro rescata una tradición que se había perdido en el rock argentino, que es la del relato urbano y la cultura del trabajador. Él fue quien mejor supo leer esa verdad y la angustia de los jóvenes. La elite intelectual siempre lo miró de costado.
-¿Cuál es esa élite?
-La que siempre menciona a los tres o cuatro artistas del podio. Ciro no tiene el reconocimiento como letrista que debería tener, sobre todo en los primeros cuatro discos.
-¿Cuándo comenzaste a tramar el libro?
-Lo empecé a pensar a fines de 2019. Tras dos años avanzados en la escritura y estructura del libro, entrevisté a Piti Fernández en su casa, y, luego de una nota extensa, me hizo el “Piojo Tour”. En ese momento no se hablaba con Ciro. Pero me dijo que si lo veía pasar, porque él sale a andar en bicicleta por el barrio, se bajaba y le daba un abrazo. A partir de ahí, le pedí al editor que apuráramos la salida del libro.
-¿Entrevistaste a todos sus integrantes?
-No participaron Ciro ni Pocho Rocca (mánager de la banda). Pero hablé con todos sus integrantes, y en especial con el entorno: sonidistas, diseñadores de piezas gráficas, creadores de logos, escenografías, prensa productores y arregladores. Sin embargo, con quien más disfruté hablar fue con Alfredo Toth (productor de los discos esenciales del grupo), quien me pareció fundamental en la construcción de esta banda descriptiva de la realidad social, y que, al mismo tiempo, no deja de ser pop. Durante las charlas, los músicos no me lo dijeron con estas palabras, aunque sí lo confirman. El que más se acerca a eso fue Dani Buira, que me dijo que él los había ayudado a ser una banda pop. No pop por pop, sino por popular, porque un disco como 3er arco estuvo en todas las casas de Argentina, junto con El amor después del amor, de Fito.
En contraste con los otros libros dedicados a Los Piojos que aparecieron a propósito de este retorno del grupo, que actuará el 21 y 22 de junio en cancha de River, el de Revello pone especial énfasis en sus cuatro primeros discos y en su interpelación a la situación política, económica y social de la Argentina en los años 90. “Los 90 tienen que ver con el consumo global, el mundo proponía que a todos les gustara lo mismo”, evoca el también autor de La lengua universal, fans de The Rolling Stones alrededor del mundo. “En ese momento, bandas como Los Piojos hablaron de las particularidades: lo mal que se vivía o la marginalidad. Y dentro de esa cultura popular emergieron dos imágenes muy fuertes, que empiezan a ser del palo y con la que se identifica un cúmulo de gente: el Che y Maradona. Y Los Piojos toman eso”.
-¿En cuáles canciones de la banda se puede distinguir esa interacción?
-“Esquina Libertad” menciona al Che. En el libro enumero las canciones que hablan del Che en el rock argentino, hasta el 96, que es cuando se publica 3er Arco. Para el Maradona de los 90 tomé como referencia el libro Todo Diego es político, porque tiene una mirada que yo comparto bastante sobre el Maradona mediatizado. Nosotros nos enamoramos del Maradona de los 90, del icono pop, por afuera del fútbol. Y Los Piojos le deben un montón porque es de esa generación.
-¿Por qué pusiste el foco en la Argentina de los 90?
-Porque en esa década fui preadolescente y adolescente. Para mí el rock argentino tiene cuatro edades, la quinta es post Cromañón. En los 90, los grandes clásicos sacaron discos bisagras: Andrés Calamaro, los Redonditos, Fito, Charly, Spinetta, Soda y Pappo, porque había mucha guita. Además, todo estaba muy futbolizado, lo que creó muchas escenas paralelas. Por eso me parece reduccionista meterlos en el “rock chabón”, porque se usó despectivamente, lo que me molesta bastante. Musicalmente hablando, no tenían que ver con esa movida.
-¿Por qué creés que la gente conectó con ellos?
-En el libro explico los conceptos de identificación e identidad, y para eso consulté con psicoanalistas, para tratar de entender ese fenómeno. Se dice que sus canciones más conocidas no aportaron nada, pero “Verano del ‘92”, que se escuchaba hasta en el baño, dice: “Lo mal que se vive, lo bien que se está”. Muchos nos sentíamos desahuciados, y poco contenidos emocional y económicamente en esa Argentina de los 90. Pero el rock nos salvó. Y me parece que ese pasaje es una muy buena síntesis de la década.