Guitarra y flauta traversa. Una asociación que en sus pliegues guarda memorias de maderas, una sonoridad fresca de sombras, que en la dinámica que generan Claudio Ceccoli y Diego Suárez –guitarra de ocho cuerdas y flautas en Do y Sol, respectivamente– logran tímbricas y tramas inusuales para una formación de éstas características. Ceccoli y Suárez forman un dúo desde hace casi 20 años. Dos décadas, con sus idas y vueltas, en las que entre otras cosas lograron plasmar cuatro discos, todos con músicas originales de Ceccoli. El cuarto se llama Altiplano, lo grabaron en el estudio Puntoar que opera Ariel Gatto en Villa Ortuzar, lo editó Acqua Records, desde hace unos días está en las plataformas, donde se puede escuchar también el resto de la producción del dúo.

Altiplano se articula con ocho músicas inéditas, seis de las cuales forman una pequeña serie sobre algunos colores y sonoridades del Norte argentino según nuestra mirada”, comenta Ceccoli a Página/12. “No hay rigor en las formas, tampoco pureza estilística en los ritmos. Son miradas muy personales de una región por la que sentimos un gran apego”, continua el guitarrista. “Personalmente, cada vez que viajo hacia allá me siento sumergido en un ámbito que vive cotidianamente la identidad cultural en todas sus expresiones. Música, danza, comidas, vestimentas, festividades populares, todo conforma en pueblo seguro y orgulloso de sus raíces. Tal vez es una mirada idílica y de alguien que sólo pasa unos días, pero creo que allá late algo muy potente que nosotros, los que vivimos en esta ciudad, sentimos como una forma de nostalgia”, agrega Ceccoli.

Ritmos del folklore argentino y rioplatense se complementan en la música del dúo con un desborde hacia algunas sonoridades de aire académico, con apertura a la improvisación. “Hay una serie de afinidades que nos marcaron el camino”, dice Ceccoli. Figuras como Dino Saluzzi, Cuchi Leguizamón, Waldo de los Ríos, Ariel Ramírez y Eduardo Falú, por nombrar algunos compositores muy diferentes en sus propuestas musicales, de alguna manera ejercen una influencia. Sin ningún ánimo de comparación, intentamos seguir en esa senda, como alguien dijo, subidos a los hombros de los que estuvieron antes.

– ¿Qué relación encuentran entre Altiplano y los discos anteriores?

– Nuestro primer disco A los saltos (2019) es poco más ecléctico en cuanto a ritmos. Por aquella época con Diego colaboramos en muchas grabaciones más cercanas a la tradición del choro y del candombe. Pero de ahí en más, en los otros discos, Serie Norteña (2020) y Guayacán (2022), la seducción por el NOA se apoderó de nosotros. Por un lado porque nos toca esa sensibilidad que te decía antes y también porque tiene en su inmensa variedad, ritmos con algo de la negritud que nos atrae. Después de años de tocar juntos y de transitar varios repertorios, nos sentimos muy cómodos en esa diversidad rítmica.