“Sin causa”. Así le explicaron a Eduardo Tacconi que era su despido en el Ministerio de Cultura de la Nación, al anunciárselo la semana pasada. Tacconi es el creador de un programa de orquestas y ensambles infantiles y juveniles que se sostuvo por doce años en distintos puntos del país, que es ejemplar por su impacto artístico y social, que ha merecido reconocimientos en el mundo y hasta dos películas que relatan con admiración esta experiencia: Una sobre la labor de la Orquesta Musicantes, de San Martín de los Andes, integrada por chicos de comunidades mapuches. La otra, La música en buenas manos, sobre la orquesta El Tambo de La Matanza, presentada el año pasado entre grandes elogios de la misma cartera que ahora despide a quien inició todo este trabajo. El jueves, los directores y profesores de todas las orquestas del programa presentaron una carta al ministro Avellutto, que lleva la adhesión de numerosos referentes sociales y culturales, expresando “preocupación por el despido sorpresivo de nuestro coordinador pedagógico”, “despido que además no ha tenido ningún motivo explícito”. “Rechazamos su despido y desvinculación y consideramos imprescindible revertir esta decisión”, concluyen. El programa trabaja específicamente ejecutando y difundiendo repertorio e instrumentos latinoamericanos. Quien ya reemplaza a Tacconi en su cargo, Pilar Aparicio, es madrileña.
“Eduardo es un referente fundamental para todos los integrantes del colectivo de directores, docentes y trabajadores que formamos parte del Programa Social Andrés Chazarreta, que sigue siendo una de las líneas de acción vigentes luego de la reciente reestructuración de nuestra área”, expresan en la carta. “También lo es para el colectivo del Programa Social de Orquestas y Bandas, porque aún sin ser una gestación de Eduardo, supo coordinarlo, potenciarlo y defenderlo con la misma entrega durante años”. Y le explican al funcionario del ministerio: “El Programa Chazarreta fue coordinado por el mismo Tacconi desde su creación, hace doce años. Es en gran parte gracias a su conocimiento, experiencia y gestión que este proyecto ha crecido”. Enumeran además algunos logros: “La mejora de las condiciones de vida, del acceso a la cultura, de la propia identidad, de la percepción de la comunidad de los niños y niñas. La consolidación de un equipo de trabajo diverso y federal. La generación de gran cantidad de material pedagógico sobre músicas argentinas y latinoamericanas antes excluidas de armados similares. El impulso de encuentros regionales de orquestas. La realización de capacitaciones nacionales. La compra de instrumentos a través de la Fundación Banco Nación”. “Nos resulta muy difícil pensar el futuro de este proyecto sin la figura de Eduardo y su invaluable experiencia como músico, educador y sobre todo como gestor fundamental del programa”, aseguran.
Las muchas firmas de la carta llegan desde la Orquesta Municipal de Instrumentos Latinoamericanos “Espíritu Andino”, de Lamarque, Río Negro; la Orquesta del Quebrachal de Capilla del Monte, Córdoba; la Orquesta Pú-Kara de Río Turbio, Santa Cruz; la Rolando Chivo Valladares de San Miguel de Tucumán; la Tunquelén de Garín; la Andrés Chazarreta de Trelew; la Orquesta de la Casita de los Pibes de Villa Alba, La Plata; las orquestas Musicantes y Wenu Mapu de San Martín de los Andes; la de Malabrigo, Santa Fe; la Orquesta Pú–Pichikeché, de Esquel; el Ensamble La Loma y Música Esperanza de Del Viso; la orquesta del barrio El Tambo de La Matanza; La Sonora de la IAPI de Quilmes; la Orquesta Enrique Angelelli de La Rioja; entre otras de La Pampa, Neuquén, Córdoba, la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Todas estas formaciones trabajan con un repertorio de música popular latinoamericana, con una metodología de enseñanza que en muchos casos retoma la transmisión oral, que respeta identidades culturales diversas. Detrás de cada uno de estos nombres y de estos lugares es posible imaginar una cantidad de historias protagonizadas por niños, niñas y jóvenes que involucran a todas sus familias, logros, apuestas, proyectos colectivos y personales, que comienzan a visualizarse en riesgo.
Desde el Ministerio no dan explicaciones sobre el despido pero aseguran que el programa seguirá, y no sólo eso, que crecerá. Sin embargo hay un posible espejo de futuro en lo que ocurrió con el Programa Orquestas Infantiles y Juveniles para el Bicentenario, que llevaba adelante el Ministerio de Educación, tras el despido, también injustificado, de su director, Claudio Espector: tal como se denunció que ocurriría entonces, el programa fue poco a poco achicado, librado a la suerte de lo que cada orquesta pudo sostener en sus provincias o municipios. Oficialmente continúa y es computado como una acción de ese ministerio, pero en los hechos está desmantelado. “No puedo encontrar ningún motivo a mi despido, porque no me lo han dado. Dicen que el programa está bárbaro pero que a mí me despiden”, dice Tacconi a PáginaI12. “Me preocupa que así como me despidieron a mí, pueden despedir a cualquiera. Mi despido es un gesto disciplinador hacia el resto del equipo y hacia los contenidos del programa”, asegura. “Como no me explicaron nada, sólo puedo hacer suposiciones: ¿No les gusta que la línea de trabajo, no quieren un grupo elaborador pedagógico transversal, diseminado por todo el país, con 450 arreglos hechos por distintos docentes y directores de las orquestas? ¿No les gusta que piense que coordinar no es dar órdenes, sino hacer que las cosas funcionen? ¿Que haya convocado a gente idónea, con compromiso social y artístico en cada lugar del país? ¿Que haya orquestas con niños de escuelas bilingües, en comunidades mapuches? ¿Qué hagamos repertorio que habla de nuestros pueblos? Tal vez ahora quieran tocar El Rey León”, arriesga.