“El Roberto Galán de la literatura”, Patricio Rago, escritor y librero de Aristipo, una hermosa librería de usados especializada en literatura, filosofía y ciencias sociales, ha logrado consolidar un ritual tan atípico como entrañable en Villa Crespo. La Francachela -reunión de varias personas para divertirse sin moderación, juerga o diversión desmesurada- celebrará su fiesta número 24, con vinos y empanadas gratis, libros y bailongo, este sábado a las 19 horas en Scalabrini Ortiz 605 (casi esquina Aguirre). Las lectoras y lectores del barrio y aledaños dicen que es “el evento más lindo del mundo”, la fiesta “con más onda de la galaxia” desde que empezó en 2017. Las escritoras y escritores que la frecuentan ponderan esta suerte de misa dionisíaca que intenta conjurar la pesadilla neoliberal.

La Francachela de Aristipo resiste. Rago pone el cuerpo, los libros, la fiesta y la palabra en acción. “Creo que hay muchas estrategias para resistir, y que podríamos pensarlas como fuerzas que van en dos direcciones. Una es hacia adentro, y consiste en encontrar refugios que nos protejan de toda la violencia que hay afuera, que nos den un descanso, que nos hagan sentir bien y que nos despejen la cabeza. Pienso en cosas maravillosas como la lectura, la meditación, el yoga, el entrenamiento físico, la huerta, la cerámica, la escritura, la música, etcétera. Y la otra es hacia afuera, la que se da junto a otras personas: las cenas, los mates, las charlas, el sexo, el baile, los abrazos, el deporte, la fiesta”, explica el escritor y librero. “Me gusta pensar que desde Aristipo trabajo en las dos direcciones. Ofrezco libros hermosos para que la gente encuentre un refugio en la lectura y también le ofrezco un lugar donde hay una comunidad lectora muy maravillosa, y en la que pueden surgir vínculos profundos y duraderos”. Después agrega que para cambiar “esta realidad infernal” hay que organizarse. “No queda otra que salir a la calle a bancar a los jubilados, al Garrahan, a los trabajadores, salir y salir y presionar hasta que esto termine de una buena vez”.

El secreto mejor guardado de la Francachela de Aristipo es la comunidad. “Mucha gente cree que en la Francachela hago todo yo solo, pero hay una red enorme de personas que no aparecen en la foto pero que me bancan en todas. Desde los amigos que cocinaron en las primeras francachelas, como Ale, Carlitos, Fede, Rocío, Salchi, Eleonora, Claudio, Lucía, More, Fer, el Mudo y el Diente, hasta los pibes que me prestan los gazebos, Oscarcito que sirve los vinos, Maxi, el Dj que se viene desde la Costa solo para tocar en la Francachela y los pibes del kiosco de al lado que siempre me dan una mano con todo. Es espectacular, siempre que necesito algo aparece alguien dispuesto a colaborar, ese es el secreto”, revela Rago, autor de Ejemplares únicos, que abrió la librería Aristipo hace diez años, en 2015.

“Las ventas se mantienen como en el año pasado, muy bajas. La gente no tiene un mango, no sabe si va a llegar a fin de mes. Todos tuvimos que recortar nuestros gastos. Desde cosas básicas hasta los gustos que antes nos podíamos dar, gustos como ir a comer afuera, o irnos un fin de semana, ahora los tuvimos que suspender. Es un garrón. La gente prioriza pagar la luz y el alquiler antes que comprar libros y por supuesto que está bien que así sea. De verdad que es muy triste”, plantea Rago y recuerda que la primera Francachela fue en marzo de 2017. “Éramos poquitos, habrán venido unas sesenta personas. Me acuerdo que hasta sobraron unos choris... Ahora, en la última, la de marzo de este año, deben haber pasado más de mil personas. No sé; es muy difícil de calcular. La gente se instala no solo a lo largo de la vereda, sino que también lo hace en la vereda de enfrente, y dando la vuelta a la esquina; viene, va, se queda un rato, después vuelve. Y creo que el evento sigue creciendo porque es una propuesta única en la ciudad y porque se mantiene fiel a su esencia”, explica “el Roberto Galán de la literatura”, por la cantidad de parejas que se han formado en las fiestas que organiza como librero. “La Francachela es un evento gratuito, en una librería de usados que sale a la calle, en la que se regala el vino y la comida, con un Dj en la vereda y con una mesa de libros espectaculares; una fiesta en la que te podés encontrar con gente maravillosa, escritores, artistas, músicos, todos lectores, toda gente linda con ganas de pasarla bien. ¿Qué más se puede pedir?”.

Rago destaca que la Francachela de Aristipo propone una manera de entender la cultura en general y la lectura en particular. “Leer no es algo aburrido, solitario y snob, un privilegio exclusivo de una élite iluminada, sino que leer es una fiesta, y tiene que estar al alcance de todos. Y además es algo que forma comunidad, ya que los lectores amamos hablar de lo que leemos, esa pasión nos une -subraya el escritor y librero-. Me gusta pensar que todos los lectores formamos parte de una comunidad, como una logia, una orden o una sociedad secreta que, lo sepamos o no, conspiramos para que exista un mundo mejor”.