Lorena Astudillo pasea por las calles de Rosario y expresa el disfrute que esa situación le genera. Habituada a transitar distintos escenarios de la ciudad, la cantante y compositora llegó esta vez para una estadía algo más prolongada que le permitiera darle vuelo (y ensayo) a su último proyecto: el disco Cuchi de cámara, donde vuelve a reunirse con la obra de Gustavo Leguizamón y al que esta noche presentará junto a la Orquesta de Cámara Municipal (a las 21 en La Comedia, Mitre y Ricardone).
Para la talentosa cantante, el proyecto viene a completar el círculo abierto en 1999 con la edición de Lorena canta al Cuchi, su disco debut. "Cuando uno se reencuentra es porque se separó. Estoy como en una segunda nupcia", ríe Astudillo, que de inmediato reflexiona: "Para mí la obra de Cuchi siempre es como un punto de inflexión. Igual creo que acá la saga termina".
Para la artista bonaerense, el reabordaje a la obra de Leguizamón se dio en un marco de búsqueda que en principio no estaba vinculado a ese repertorio, sino a una intención de acercamiento a la música académica. Un trabajo que insinuó con la Misa Criolla, pero que no llegó a buen puerto. "Como siempre, el ejercicio de la frustración te va guiando: en un momento me dije 'esta obra magnífica del Cuchi está acá'. En mi primer disco la obra del Cuchi me reconectó con el folklore, y encontré que en esa obra también yacía el jazz, la música académica. Ahora, en este nuevo disco, encontré el modo de trabajar mi voz para la música académica, siempre con la intención de que no se perdiera la esencia popular. Las mixturas, cuando se pierde la esencia, son mezcolanzas", define.
Atenta entonces a esa búsqueda de una mixtura esencial, Astudillo convocó a Patricio Villarejo, "un tremendo arreglador, que nada en ambas aguas sin problemas". Y fue una decisión acertada, ya que son varias las aguas por las que puede navegar el violonchelista, arreglador y director de orquesta: integrante de la Sinfónica Nacional, formó parte de las orquestas de Salgán y Pugliese y del sexteto de Astor Piazzolla, grabó en discos ganadores de Grammy latinos (Eva Ayllon, Cecilia Etchenique, Julieta Venegas y Fernando Otero) y dirigió secciones orquestales para Charly García, Peter Gabriel y Fito Páez, entre tantos otros. "Hace todo bien. Y arregla del modo que yo necesitaba. Fue la persona ideal para eso", reconoce Astudillo.
Después de tres años de trabajo, "de ensayo error", y de definirse por un proyecto camarístico pese a un primer intento sinfónico ("No nos dieron bola, a las orquestas no les resultó. Ahora se está abriendo un poco hacia las mixturas, pero en general no es sencillo meterse en la cosa académica"), lograron concretar Cuchi de cámara, obra gestionada (una vez más) de manera independiente. Pese a aquella frustración sinfónica inicial, "resultó mucho mejor, porque con la cámara tenés la posibilidad de la majestuosidad, de la polifonía, pero a la vez lo sutil, lo mínimo".
Grabado en tomas directas en Estudios Ion, el disco será interpretado en Rosario con una formación ampliada de treinta músicos, dirigidos por la pianista Constanza Meinero, habitual acompañante de Astudillo en el cuarteto que completan Marcos di Paolo (guitarra), Matías Furio (percusión) y Lucas Homer (contrabajo). Abordarán un repertorio que ella construyó atenta a su historia personal con la obra de Leguizamón, proponiendo la relectura de canciones que forman parte de sus dos discos dedicados al Cuchi. "Revisito algunos temas, como 'Lavanderas del Río Chico', 'Zamba del laurel' o 'Zamba de Lozano', que en el primer disco está como track fantasma, en el fondo, y acá lo hicimos bien barroco, tiene un interludio fugado interesantísimo, que es una obra aparte que creó Patricio -detalla-. Lo que me complace es que en la juntada de aguas, a mi gusto, se benefician mutuamente. En una de esas los clásicos me escuchan y me quieren matar (risas). Pero los músicos de las orquestas sinfónicas con los que toqué están chochos. Porque es otro el clima: los nombramos, la gente interrumpe en la mitad, grita, canta. Tenemos la investidura (hasta por cómo estamos vestidos, muy elegantes) pero lo popular está ahí, porque son las aguas que el Cuchi quiso surcar. Y es donde me siento cómoda. No me siento cómoda con lo solemne. Vamos a salas tremendas, enormes salas, y hacemos un desbarajuste bárbaro, la gente termina bailando, canta. Todos los finales de las obras son muy estéticos, y todos suenan abajo del aplauso. Y eso, lejos de ofenderme, me resulta muy divertido. Que suceda esa participación del público en esta obra, de esta forma, me resulta muy divertido.
‑ Es un modo de desacralizar la solemnidad. Es cierto también que hay un contexto de acercamiento a lo popular por parte de algunos organismos, como es el caso de la Sinfónica Provincial de Rosario, por ejemplo, o de la propia Orquesta de Cámara Municipal, más habituada a este acercamiento a músicas populares.
‑ Claro. Además, en este caso, la misma Orquesta de Cámara de Rosario me eligió. Ellos son los responsables de que yo esté acá. Cuando presentamos este concierto en el Centro Cultural Kirchner (CCK), ellos lo escucharon, les gustó y decidieron hacerlo. Ellos deciden, votan, eligen, cosa que los hace más felices. Este proyecto les gustó a todos. El miércoles tuvimos nuestro primer ensayo juntos y casi me muero: es una hermosura, se nota que les gusta. Tiene momentos muy lúcidos para algunos instrumentistas, para el concertino, para uno de los cellos, para un momento de la viola. Lo cortés no quita lo valiente: es popular pero requiere de virtuosismo, porque hay solos escritos que requieren bastante estudio para poder tocarlos. Con eso nos encontramos. Para mí la música es oceánica, junta cosas, que es lo que más me gusta hacer.
Con la presentación de Cuchi de cámara en Rosario, Astudillo cerrará un ciclo de funciones y se dedicará de lleno a la producción de su próximo disco. Sin embargo, el proyecto camarístico estará listo para salir al ruedo cuando se lo requiera. "Va a quedar como una propuesta perenne", distingue la cantante, que en relación a su próximo disco anticipa: "Tengo todo un repertorio. Cada disco para mí es como una pregunta que se formula, y tiene una respuesta en el tiempo. Ya compuse todo un repertorio entero, que es completamente diferente a esta propuesta de Cuchi de cámara. A veces uno no sabe cuál es la forma de caminar en el camino artístico, no hay nada que te indique cómo es el camino. Para mí cada trabajo va trayendo eso: al tiempo va generando otra cosa. Necesité replegarme, ponerme a componer, entonces paso de algo con treinta personas a algo minimalista, sola con la guitarra".