“La crueldad de la maternidad es un lado B que no está desarrollado. La cultura de masas también santifica la maternidad y cuesta mucho hablar del costado diabólico de las madres, de lo tenebroso de la maternidad”, advierte Sandra Russo sobre uno de los cuentos más intensos y duros de Veintidós cuentos cortos y ligeros: “Media hora antes de las 12”, en el que da cuenta de la compleja relación entre una madre y una hija. “Yo estoy convencida de que hay muchas mujeres que son madre por venganza para poder tener el poder sobre alguien. Y es una situación de una desigualdad de poder enorme con la hija. Por un lado nuestra cultura deifica la maternidad, la convierte en una obligación femenina, pero al mismo tiempo nos cede a las mujeres el papel de ser quienes introducimos a los varones y a las mujeres de la especie en contacto con los primeros placeres y displaceres de la vida. Y es un poder enorme. Si una madre le dice a un niño que llueve de abajo para arriba, el niño puede creerlo y puede volverse esquizofrénico rápidamente. Hay pocas miradas sobre ese lado B de la maternidad”, reconoce Russo. “En ‘Media hora antes de las 12’ está la voz de esa hija cruel que dice cosas terribles, pero al mismo tiempo hay un poco de compasión porque acompaña a la madre al psiquiatra y la hija gatea en cuatro patas tratando de que la madre le toque la cabeza. Y la madre no puede”, explica la periodista y escritora. “En realidad, son dos pobres criaturas.”
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