Las melodías que atraviesa la música de Gerónimo Mangini Cuarteto son, por momentos, reconocibles; a la manera de un eco que subsiste, como notas que rebotan en el recuerdo. La música latinoamericana tiene ese rasgo fascinante, suena próxima. Y el free jazz agrega el costado de lo imprevisible; lo que sonaba conocido se reformula y vuela hacia otros lugares. En Versiones Vol. I (BlueArt Records), el baterista y compositor Gerónimo Mangini propone la revisión de obras de Alberto Ginastera, Heitor Villa-Lobos y Carlos Chávez; y el disco se presentará este martes a las 20 en Teatro El Círculo (Laprida 1223), en el marco del ciclo “FilaCero” -el público comparte el espectáculo desde el escenario-, con organización de BlueArt Records y Asociación Cultural El Círculo.
“Yo tengo una formación académica, estudié composición en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario, mientras me formaba como baterista de forma privada. Mi formación tuvo que ver con esos compositores pero siempre desde una mirada latinoamericana. Después, tuve la suerte de estudiar en México con un profesor que fue alumno de Chávez, estudié en Canadá con un alumno de Ginastera; siempre fue música que estuvo muy cerca mío. Nunca creí demasiado en la diferencia entre música popular y música académica, porque yo disfrutaba tanto de Ginastera como de Led Zeppelin, Hendrix o Frank Zappa. De hecho, Zappa es una gran inspiración, porque él también tomaba cosas de Bartók y Stravinski”, explica Gerónimo Mangini a Rosario/12.
“En el año 2021 surgió la posibilidad de hacer una gira por Berlín y París, y no tenía ganas de ir a tocar standards de compositores de otros continentes, de otros países. Siendo latinoamericano, con una formación clásica académica, utilicé música de Ginastera, Villa-Lobos y Chávez, a los que mezclé y fusioné con momentos de improvisación libre; el free jazz es otra música que a me agrada y estudié muchísimo. Una excusa, por decirlo de alguna forma, para tomar compositores latinoamericanos y llevar a cabo una idea de amalgamar músicas que al principio parecen antagónicas, pero que en realidad se pueden unificar y disfrutar por igual, sean Ginastera o Jimi Hendrix”, continúa.
-Para lograr ese diálogo y esa experimentación tiene que ser una música que lo permita, ¿no?
-Sí, sin duda. Capaz no toda la obra de Ginastera o de Chávez sea permisible para hacer este tipo de música. Fueron muchas horas de escuchar, una escucha pasiva, donde habían algunas músicas que me hacían pensar “esto lo puedo tomar”, “esto no”. Admito que Villa-Lobos fue el compositor más fácil de adaptar, sus armonías y melodías fueron bastante fáciles al momento de hacer la traducción, mientras que con Ginastera y Chávez se tuvieron que dar otras vueltas. Pero siempre estuve rodeado de esas partituras; al escuchar, por ejemplo, los cuartetos de Ginastera, siempre pensaba “acá le falta una batería”. Entonces, siempre fue algo medio natural. Pero no todas las obras son permisibles, o hay que darle ciertas vueltas para adaptarlas a un formato de improvisación libre.
-Un abordaje al que pensás desde la batería, pero ¿cómo es el trabajo con los demás músicos?
-Tengo por suerte la fortuna de contar con Maia Korosec en el contrabajo y Matías Dabanch en el piano, sin la ayuda de ellos hubiese sido más difícil, porque había ciertos lugares donde la armonía la tenía que modificar, me encontraba medio trabado, y ellos me proponían ciertos acordes. Fue un trabajo un poco en conjunto con los arreglos más finos, ellos me fueron brindando ideas, acompañándome. Con la batería, hubo temas como la “Vidala” de Ginastera, con la que tomé mucha influencia de Paul Motian, vi cómo escribía para sus tríos, para sus cuartetos, me fijé en sus partituras para ver cómo desde la batería le transmitía a sus músicos las ideas. Y al mismo tiempo, Matías, Maia, y ahora Ivo Mazzeo, el guitarrista que se suma al cuarteto -no fue el que grabó, quien grabó fue Alfre Storti-, fueron aportando ideas, traían armonías más estéticas y jazzeras, que me permitían resolver ciertos pasajes que a veces eran más complicados.
-Y dejás lugar para la improvisación en cada ejecución; quiero decir, este martes vamos a escuchar el disco pero también algo distinto.
-Exactamente. Hay temas como “Agitado”, que es el cuarteto de sinfónica, del que solo habré tomado los primeros 13 compases; después hay un momento donde tiene una forma de sonata, y un desarrollo de la forma sonata que es, básicamente, muy parecido a la improvisación. Esa parte de improvisación está totalmente librada al azar; obviamente, eso se ensaya, se practica. O la misma “Vidala”, sabemos que tocamos una vez el tema y que después lo vamos a tener que tocar tres veces, con cada uno improvisando a partir de ciertas pautas, con ciertos lugares comunes por donde pasar.
-Y es un Volumen I.
-Lo pensé inspirado por György Ligeti, un compositor húngaro que tiene una colección de Volumen I, Volumen II; o Brad Mehldau, quien también hizo lo mismo. Me gusta la idea de pensar una cosa a largo plazo. La idea es sacar por lo menos tres volúmenes. Toda la música ya la tengo elegida, y la idea es, próximamente, llegar a grabarlos y completar este camino.