Ya está disponible en Netflix la segunda temporada de The Crown, el drama histórico creado por Peter Morgan (guionista de The Queen) y Stephen Daldry (director de Billy Elliot y Las Horas). Estos diez nuevos episodios retoman los dilemas de interiores, los conflictos públicos y la mitología alrededor Isabel II. La exitosa y onerosa producción de la plataforma on line ahora cubre los años que van de 1956 a 1964 (sus creadores concibieron un total de seis temporadas). Uno de sus mayores logros es hilvanar el contexto político con los problemas de alcoba de esta familia británica. El primer capítulo, por ejemplo, atraviesa el conflicto por el canal de Suez y en uno de los últimos aparecen JFK y Jackie en Buckingham.
Pero la serie no es sólo un desfile de circunstancias y nombres famosos, se trata, ante todo, de la figura del personaje interpretado por Claire Foy, el modo en que una reina lidia entre su figura institucional y su vida privada. “En 10 años ya he visto pasar tres primeros ministros”, desliza Ia soberana que comienza a palpar que la desestabilización también podría llegarle. Eso es The Crown, los claroscuros de un ícono. Monarca determinada, madre abandónica, esposa solitaria con el objetivo de que su reinado no naufrague en la modernidad. Si la primera temporada se tomaba su tiempo para mostrar el aprendizaje de la Windsor, en estos episodios crece muchísimo su entorno. Particularmente la figura del duque de Edimburgo (Matt Smith logra una interpretación maquiavélica y seductora). También tendrán sus momentos, la reina madre, su hermana Margarita que acarrea una complicada vida amorosa y un timorato príncipe Carlos, objeto del bullying de sus compañeros de colegio. Será, por otra parte, la última temporada de Foy en la piel del personaje.