Desde Brasilia
Cinco muchachos de otros tantos estados brasileños cargan un féretro con flores que colocan frente al ingreso del Ministerio de Justicia para simbolizar los homicidios, en su mayoría de negros, ocurridos en 2016. Cae una llovizna sobre Brasilia, detrás del cortejo simbólico camina Jurema Werneck, directora ejecutiva de Amnistía Internacional. “Vinimos hasta aquí para decir que queremos a los jóvenes negros vivos, eso es lo que demandaron las sesenta mil personas que firmaron el petitorio que trajimos para que lean las autoridades, porque el Estado tiene que poner en práctica una política nacional de reducción de homicidios que requiere un control del accionar de la policía”. Josume Werneck dialogó con PáginaI12 al cumplirse tres años de la campaña “Joven Negro Vivo” que incluyó encuentros con las autoridades del Senado y Diputados.
–¿Cuántos brasileños fueron asesinados?
– En 2016 en Brasil ocurrieron 61 mil homicidios, es un número trágico: de cada 10 víctimas siete eran negras, y entre éstas el numero más alto corresponde a jóvenes de la periferia y de las favelas. Brasil está matando a su potencia social que son los jóvenes y adolescentes. Son unos 30 mil jóvenes negros muertos en un año.
–Como en la dictadura argentina.
– Es algo realmente terrible, estamos viviendo una situación equivalente a la de países que tuvieron dictaduras, o a la de países en guerra, el movimiento negro hace años que dice que en Brasil se vive un genocidio de la población negra, y es una definición que considero apropiada.
Lo que decimos en Amnistía Internacional es que más allá del nombre que se le de a este fenómeno, lo que importa es actuar ya.
–¿La policía es racista?
–Una de las reivindicaciones presentadas ante el gobierno es que se reduzca el número de homicidios causados por la policía, las fuerzas de seguridad tienen que actuar contra el racismo no es posible que lo reproduzcan, por eso decimos que el Estado debe adoptar políticas contra el racismo que se observa dentro de sus instituciones. Vemos, por ejemplo, que los homicidios causados por las fuerzas de seguridad que tienen como víctimas a las personas negras en un número mucho más alto que las víctimas blancas. El racismo está en la violencia, pero es más que eso, está metido dentro del discurso cotidiano, en los medios de comunicación, en los hábitos, es algo que permea toda nuestra cultura, que es la de un país donde la esclavitud fue abolida sólo en 1888.
Para erradicar ese racismo que algunos llaman inconsciente necesitamos que las personas tomen conciencia de esto. A mí no me parece correcto hablar de un problema que está en el inconsciente, prefiero decir que la violación de los derechos de las personas negras es algo que está naturalizado. ¿Y que hacemos entonces?. Es preciso desnaturalizar, desnormalizar esa situación.
Es necesario adoptar políticas activas para revertir esta deuda como son los cupos para jóvenes negros en la universidad que es una medida tan atacada por algunos grupos.
–Las denuncias sobre represión de manifestaciones urbanas han aumentado, ¿está garantizado el derecho de protesta?
– La protesta, las manifestaciones son derechos garantizados por ley, cabe a las autoridades preservar ese derecho. Las fuerzas de seguridad, y en última instancia el Estado brasileñó, son los que tienen que garantizar un ambiente seguro para que sea ejercido. No aceptamos que ocurra ningún retroceso en esa materia. El derecho a la protesta y otros que tanto han costado conquistar no pueden ser perdidos, por eso este año Amnistía Internacional lanzó la campaña “Los Derechos No se Liguidan” que tiene como principal objetivo el Poder Legislativo donde se trataron normas que amenazan conquistas de todo tipo.
–La violencia en el campo también creció
–Acabamos de lanzar un informe sobre homicidios de defensores de DD.HH. en las Américas donde fue asesinada más de la mitad de los defensores de derechos humanos de todo el mundo. El cuadro más problemático es el de Brasil: entre enero y agosto de este año fueron asesinados 58, la mayoría de los cuales eran indígenas, trabajadores rurales sin tierra y otras personas envueltas en la lucha por el territorio y el medio ambiente. Es preciso que haya una respuesta inmediata las autoriades nacionales y provinciales.
Favelas en guerra
Antes de asumir como responsable de Amnistía Internacional Jurema Werneck trabajó en la ONG Criola. “Ser mujer y negra en Brasil es sinónimo de lucha”, asevera esta médica de hablar seguro que realizó un doctorado en comunicación social y conoce el pensamiento de la intelectual norteamericana Angela Davis, la ex militante de las Panteras Negras y miembro del Partido Comunista estadounidense que visitó Brasil este año.
Davis plantea que no basta con oponerse al racismo, es necesario ser activamente antiracista y en su gira reciente por Brasil destacó el papel de las mujeres afrodescendientes.
“Creo que hay que escuchar las voces de las mujeres negras para poder transformar la realidad (..) en Brasil hay 60 millones de mujeres negras, el 70 por ciento de ellas es pobre, es mucha gente, demasiada como para que sean ignoradas” sostiene durante la conversación con este diario, realizada hace diez días, la titular de Amnistía Internacional.
Werneck trabajó como activista con moradores de las favelas de Río de Janeiro donde el presidente Michel Temer envió 8.000 militares para restablecer la “ley y el orden”. El combate al enemigo interno afincado en las favelas continuará hasta fines de 2018 prometió la semana pasada el ministro de Defensa Raúl Jungmann.
–¿Cuál es su balance después de cuatro meses de la militarización?
–Seguramente no hay una única medida para solucionar los problemas, lo que Amnistía Internacional dice es que la militarización no demostró ser una solución adecuada. Las Fuerzas Armadas tienen una función definida dentro de la Constitución, las Fuerzas Armadas no están preparadas, no reciben entrenamiento para realizar tareas propias de la policía. Son muy importantes cuando cumplen las funciones para las que están preparadas.
–Temer promulgó una ley que garantiza foro especial a los militares acusados de cometer delitos en las favelas.
–Amnistía Internacional no se refiere a la situación de los derechos humanos tomando en cuenta el color partidario de un gobierno en particular. Lo que decimos es que la existencia de una legislación paralela a la Justicia común repercute como factor que agrava las desigualdades. ¿Por qué? Porque en Brasil la Constitución dice que todos somos iguales ante la ley, pero algunos son protegidos por una jurisdicción especial, esa es una anomalía. Amnistía se movilizó contra la legislación que da un foro especial a los militares, ha estimulado el debate sobre ese tema y va a seguir luchando para que esa ley sea revocada.